Todos, de algún modo, reemplazamos la realidad real por la realidad virtual. Tenemos cientos, miles de amigos que en la realidad no conocemos. Y aquellos amigos de carne y hueso no los cultivamos por estar mucho tiempo relacionados, obsesivamente, en la redes sociales.
¿Cuál es la realidad de las redes sociales?
En la práctica son espacios cibernéticos de expresión, pero no necesariamente se reflejan en la realidad cotidiana de los usuarios como ambientes reales donde mantener nuestras relaciones sociales. Cierto es que ayudan a “construir una imagen ideal”, pero contrastan peligrosamente con la realidad y provocan muchas veces decepción, porque pocas palabras escritas en Twitter, o una foto retocada en Facebook pueden falsear lo real con mucha frecuencia.
Se sabe que para manejar ciertos mensajes proselitistas los políticos prefieren Twitter, con tres millones de seguidores para posicionarse; en cambio, usan Facebook que mantiene 12 millones de usuarios en el país, para difundir imágenes y textos más amplios o interactuar con sus amistades virtuales. La ventaja del primero radica en que puede convertir en un sujeto de fama mundial a quien solo tenía incidencia en un ámbito local. Facebook es fuerte en las relaciones locales de sus usuarios. Twitter, según los expertos, “no reproduce la realidad, no marca la agenda mediática, política y genera confusión o desinformación en los usuarios”.
La red de mensajería WhatsApp es masiva en la actualidad y penetra fuertemente en hogares, donde se puede marcar e imponer contenidos de todo tipo. Es una red multigeneracional, en tanto, Twitter es informativa y política, mientras que Facebook es preferida por personas de mayor edad. Instagram y Facebook son las dos principales redes con más cantidad de usuarios en el país.
En el mundo, Twitter tiene 380 millones de seguidores. Facebook en el planeta tiene 2,167 millones de usuarios activos cada mes. Cabe destacar que más del 95% de los usuarios de esta red social se conectan desde un dispositivo móvil y tan solo un 30% lo hacen desde una computadora. Este año 2019, WhatsApp crece un 15% y ya reúne a 1.500 millones de usuarios. Mientras que Facebook Messenger, se mantiene con 1.300 millones de seguidores. Por otro lado, Instagram ha pasado de 800 millones de usuarios en 2018 a 1.000 millones en el 2019 a nivel mundial. Youtube mantiene la segunda posición entre las redes sociales con más usuarios del mundo, con 1.900 millones.
A pesar de las abultadas estadísticas, no hay que olvidar que las redes sociales tienen la limitación de ser precisamente virtuales, es decir, de «existir» almacenadas en un archivo cibernético cuyos miembros, mensajes e imágenes no necesariamente tienen la misma dimensión en la vida real. En otras palabras, son limitadas cuando sus contenidos solo fluyen en el ciberespacio y no traspasan a la realidad.
Otro tema es la existencia de redes con usuarios falsos o impostores. Según una investigación del diario español El País, hasta 2018 Twitter recibió denuncias por abusos de 3,3 millones de cuentas en todo el mundo. Se trata de las cuentas troll que según expertos “coartan la libertad de expresión en las redes sociales, debido al acoso, dejan de debatir para evitar ser agredidos”. Los trolls son un mecanismo de campañas organizadas con objetivos políticos de grupos de poder, que restringen los debates, conforme han establecido las investigaciones sobre el tema. Esta es otra limitación de las ciberredes.
Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos del Ecuador estamos inmersos o atrapados en las redes. Las estadísticas señalan que 13.6 millones de ecuatorianos usan Internet. El 59% de los usuarios son mayores de 24 años. El 44% de los usuarios son de Quito y Guayaquil y el 32% están fuera de las grandes ciudades.
Lo cierto es que por más «influencers» que resulten y actúen en “las redes sociales”, mitificadas y muchas veces sobredimensionadas, éstas tienen limitantes frente al mundo real.
La realidad dice más que mil palabras.