La hazaña se produjo: Ricardo Carapaz ganó el Giro de Italia, coronándose como campeón mundial de ciclismo. Luchando como un león contra rivales de alta categoría internacional, el ciclista ecuatoriano demostró su fortaleza y temple en las cinco durísimas trepadas a los puertos sobre las montañas italianas y una insuperable resistencia de tres semanas en las extensas rutas de más de 3.900 kilómetros del giro ciclístico más exigente del mundo. El triunfo de Carapaz fue labrado centímetro a centímetro en el Team Movistar, liderado por Mikel Landa: “Landa más que un compañero es un lider que sabe dirigir al equipo”, declaró Richard antes de la histórica victoria.
No es un milagro, en el deporte ciclístico no se producen milagros. El triunfo, la gloria y el paso histórico a la inmortalidad deportiva son fruto del esfuerzo, el talento y el trabajo en equipo. Esas tres condiciones cumplidas cabalmente por Richie lo encumbran al podio de los grandes del ciclismo mundial. El logro de Carapaz en las montañas y rutas de Italia en la competencia más importante del ciclismo internacional es un triunfo de la gente humilde de Ecuador, de los migrantes que dejaron su tierra natal en busca de mejores días, de los paisanos nativos de su humilde cuna en el Carchi, Ecuador.
Hijo de labradores y agricultores carchenses, Ricardo solía de niño levantarse a las 4 de la madrugada a ayudar a Antonio, su padre, en labores del campo. Pastor de sueños, cuidaba el ganado y ordeñaba las vacas. Luego asistía a las clases de enseñanza básica en la Escuela México del Playón de San Francisco. Sus compañeros, profesores y amigos lo recuerdan como un niño hiperactivo, lleno de energía que canalizó en juegos infantiles y en su temprana pasión por el ciclismo sobre una vieja bicicleta que encontró entre los fierros oxidados de reciclaje que su padre llevó un día a casa y que Richard restauró con sus propias manos.
Fue en las polvorientas calles de su pueblo natal, que Richard comienza a practicar en la bicicleta, en jornadas que alternaba con juegos infantiles entre amigos, y sus estudios primarios. Su esmirriada figura parecía un soplo sobre el caballito de acero yendo a la escuela y regresando por las tardes al hogar que compartía con papá Antonio, mamá Anita y sus hermanas Cristina y Marcela.
La grandeza del ecuatoriano, campeón del Giro de Italia, radica en su humildad, realismo y serenidad para enfrentar los desafíos de un deporte de alta exigencia competitiva, sin dejar de soñar con la gloria tantas veces esquiva para los deportistas de Ecuador. Ricardo Carapaz ha escrito una página histórica del deporte nacional, como uno de sus exponentes más ejemplares por su admirable calidad humana y el extraordinario talento deportivo mostrado en las rutas latinoamericanas y europeas. Junto a su equipo Team Movistar, en el que destaca la labor del vasco Mikel Landa y del resto del equipo, Pedrero, Carretero, Rojas y Amador, el crédito ecuatoriano labró una victoria inolvidable para el deporte sobre ruedas.
Los recursos obtenidos por su brillante trayectoria deportiva irán a optimizar la labor que Ricardo cumple en su Escuela de Ciclismo en Tulcán, Carchi, donde comparte su sabiduría y estirpe de campeón con la niñez y juventud de su país. Bajo el lema de “Ver, imitar y superar” el centro de capacitación ciclística forma a los nuevos talentos del deporte del pedal. Los discípulos de Carapaz se entrenan todas las tardes, de lunes a viernes, desde las 15:00 en la carretera de Playa Alta. Suelen recorrer también las localidades de Chauchín y El Carmelo sobre la escarpada geografía del Carchi. Ellos practican en un terreno que es bastante duro, dicen los maestros. Por eso, en las competencias nacionales, no se les hace difícil ganar. También practican por las tardes, a veces, bajo tormentas, ‘sacan’ piernas y se vuelven resistentes.
Jorge Montenegro, director de la Escuela de Ciclismo de Richard Carapaz cuenta que la escuela nació en febrero del 2017 por iniciativa de Santiago Montenegro, su hermano, el médico Diego Petate, Diego Arteaga -de la Federación Deportiva del Carchi- y el propio Richard Carapaz que habló con Julio Robles, entonces alcalde de Tulcán, para conseguir financiamiento. La mítica escuela ciclística ya está dando frutos con competidores de élite a nivel continental. Todo Ecuador rinde homenaje a nuestro gran campeón y a su equipo, Sudamérica se enorgullece de que uno de sus humildes hijos haya desafiado a los grandes del ciclismo mundial y vencido en indiscutible buena lid.
Entretelones de la victoria del Giro de Italia
El histórico triunfo ecuatoriano fue labrado, paso a paso, con el aporte de mucha gente. El mecánico del Team Movistar describió las características técnicas de la bicicleta Calvor, de componentes Canion, Campagnolo, entre otros, preparada especialmente para la contrarreloj final. Tiene un plato de 58 dientes y 11 piñones, que es una relación de desarrollo única en este tipo de competencias. Se han sopesado todos los factores del terreno, dijo el técnico.
Eusebio Unzué, entrenador oficial del Team Movistar, dijo que “la carrera deben hacerla con tranquilidad. En el ciclismo, aunque veas que hay motivos para ganar, hasta que no pase el último momento en este deporte que estás expuestos a tantas cosas que pueden explotar, puede pasar cualquier cosa, así está lleno este deporte”. El director técnico manifestó que está claro que Richard Carapaz ha desarrollado todos los motivos para la victoria. En ese sentido, esta es una de las mejores carreras que hemos hecho por las circunstancias que se han dado, y es difícil de repetir y muy difícil de mejorar”.
Richard Carapaz había dicho minutos antes de iniciar la contrarreloj final: “La verdad tengo total tranquilidad de hacer una buena crono final. Estoy a nada de cumplir mi sueño. La verdad es que son sensaciones nuevas para mí no puedo explicar, porque nunca he sentido este sentimiento que siento. Muchas gracias por su apoyo siempre».
Luego de cumplir con la proeza deportiva más importante del Ecuador, Ricardo Carapaz levantó el trofeo en el podio con humildad, antes había inclinado su cabeza llorando sobre su bicicleta rosa como rindiendo homenaje a su compañera de ruta, una máquina que siendo de titanio tiene alma de luchadora.
En la retina del país quedarán grabadas para mucho tiempo las imágenes de Ricardo Carapaz alzando el trofeo de 10 kilos de oro, con forma de espiral, que simboliza el infinito, un infinito de inmortalidad que es la ruta más importante que un ciclista puede desafiar. Nos inclinamos admirados ante la figura de Richard Carapaz. !Gracias por tanto, Ricardo, corazón de león!