“El viaje continúa”. Esa fue la promesa de Nick Mason en la presentación de una exposición que permanecerá activa hasta el 15 de septiembre en Madrid y que propone una extraordinaria travesía a través de la vida y obra de la banda inglesa.
Hablar de Pink Floyd es hablar de grandeza y la muestra «The Pink Floyd Exhibition: Their Mortal Remains» llega hoy a Madrid después de seducir a los cientos de miles de personas que desde 2017, cuando se estrenó en Londres, se han podido deleitar con algo más que una simple exposición.
Se trata de «la historia de Pink Floyd, más grande que la historia de sus miembros. Hay diseño gráfico, películas, instrumentos… Todo esto era también Pink Floyd. Quiero no solo que los visitantes se sientan satisfechos, sino también contentos de haber entendido más cosas», explica Mason.
Los fanáticos del grupo estamos felices porque la leyenda Floyd continúa como un exponente visual superior de la música contemporánea y del arte moderno. La muestra es mucho más que eso, afirmaron los organizadores. Como lo es la música de Pink Floyd. Se trata de una experiencia audiovisual en la que el visitante recorrerá diferentes galerías con unos auriculares puestos en los que escuchará lo que vaya viendo. Literalmente.
En el Ifema madrileño los visitantes “podrán ver fotografías inéditas, recuerdos del fallecido Syd Barrett, las primeras críticas aparecidas en prensa en sus páginas originales, la carta con la que Roger Waters sedujo a David Gilmour para que entrara en la banda, el bajo con el que se tocó «Set The Controls For The Heart Of The Sun», los negativos de la sesión de fotos para la portada de «Wish You Were Here», un set de instrumentos completo de sus giras, la Stratocaster roja que Gilmour tocó durante 20 años, los muñecos hinchables de «The Wall», las bombillas de «Delicate Sound of Thunder»…”
Pink Floyd muestra no solo lo que ha hecho sino lo que todavía puede hacer, dijo Mason. La visita a la muestra concluye con el teórico final de Pink Floyd. O, más bien, con lo que se podría definir como el epílogo. Fue el 8 de julio de 2005 en Hyde Park, coincidiendo con el concierto benéfico del «Live 8». Gilmour decidió aparcar por un momento sus diferencias con Waters y la banda se reunió de nuevo después de dos décadas sin hacerlo. Hubo tiempo para reproches, insultos y un desagradable litigio por el nombre del grupo. Pero allí estuvieron los cuatro, incluyendo al ya fallecido Rick Wright, para ofrecer un breve set sencillamente antológico. Tocaron como si no hubiera pasado el tiempo, sin el menor rastro de óxido. Algo magistral. Esta muestra ofrece una remezcla especial de aquel insuperable «Confortably Numb» que hicieron usando la revolucionaria técnica de sonido AMBEO 3D.
La crónica de prensa señala que “La historia de la exposición comenzó en 2013, cuando Aubrey Powell –comisario y diseñador de la mítica portada de «Dark Side of the Moon»– contactó con los diferentes miembros de la banda para realizar «algo» sobre el grupo, un reflejo de lo que fue en la época y lo que seguía siendo en el imaginario colectivo. Gilmour estaba en un estudio de grabación y Waters inmerso en una gira mundial. Total, que le dejaron hacer. Mason nunca ha estado demasiado ocupado más allá de Pink Floyd. Pero durante todas estas décadas sí se tomó interés por recopilar memorabilidad y diferentes recuerdos de la banda. Se podría decir que fue el mejor archivista posible. Y dado que mantiene una excelente relación tanto con Gilmour como con Waters –quienes no se hablan–, pudo pedirles diferentes objetos para incluirlos en esta experiencia. El resto fue todo lo que se ha asociado al grupo durante años, una mezcla de osadía y buen gusto que convirtió su música –disco y conciertos– en una experiencia más allá de las partitura”
«Me he divertido trabajando en esta exposición y he aprendido mucho», confiesa Mason. ¿Y por qué han elegido Madrid? De hecho, Pink Floyd tocaron muy poco en España y nunca fueron durante los años de mayor esplendor comercial de la banda, la época que fue de «Dark Side of the Moon» a «The Wall
La muestra se dijo, es mucho más que la historia de una banda que se fundó en 1967 y cuya música ha llegado a nuestros días completamente libre de polvo. Todavía sigue siendo una fabulosa experiencia escuchar canciones como «Astronomy Domine», «One of these days», «Money», «Shine on your crazy diamond», «Dogs», «Comfortably Numb», «High Hopes» y muchas más, piezas de arte a las que el tiempo simplemente despojó de cualquier atisbo de vulgaridad. Igual que disfrutar de sus carpetas y su arte, o rescatar cualquier imagen de una actuación de la banda.
Los críticos coinciden en que “la megalomanía de Waters siempre fue un impulso para la creatividad desinhibida de la banda hasta que todo se le fue de las manos y convirtió la creatividad en un delirio fantasmagórico. Fue el momento en el que decidió disolver el grupo tras la angustiosa grabación de «The Final Cut» (1983). Con lo que no contaba era con que Gilmour y Mason, junto con la ayuda de Wright, decidirían seguir adelante. Y con los derechos del nombre del grupo en la mano, por cortesía de los tribunales. Si bien Gilmour y Waters nunca se reconciliarían, el apacible Mason supo actuar como pegamento de todos esos recuerdos que desde hoy se exponen en Madrid.
Fuente La Razón