La compleja situación que se vive en Venezuela dio un giro significativo con la presencia rusa de efectivos militares y material bélico en territorio venezolano. Para algunos observadores el líder ruso Vladimir Putin cruzó “la línea de fuego y se ubica en frente del patio trasero de USA”, Sudamérica.
La presencia rusa con tropas y pertrechos de guerra en nuestro continente hace pensar en un retroceso norteamericano en la región. Esta situación no es de última hora y, por el contrario, se viene gestando desde hace tres lustros, y también fue concebida por Chávez, pero hoy Maduro hace posible con la intervención rusa directa permitida en ese país. Rusia habría consolidado con su permanencia en Venezuela, un “bloque de dominio en el Caribe” integrado, además, por Venezuela, Cuba, Nicaragua y las Antillas. Cabe recordar que las intervenciones rusas anteriores en zonas de conflicto no son puro simbolismo: Rusia obligó a EE.UU a retirarse de Siria. Hoy se asocia a la revolución bolivariana con tácticas de ajedrez que se han ido configurando en la realidad histórica de nuestro continente.
Las operaciones de inteligencia rusa con apoyo cubano en Venezuela dan resultados tangibles con piezas que se mueven sin ser detectadas por la oligarquía neoliberal en la región. Putin, dicen observadores, “metió toda la técnica rusa para defender a la revolución bolivariana” y con su nuevo aliado estratégico firmó un contrato de casi 300 millones de dólares con el gobierno bolivariano en el suministro de petróleo pagado por adelantado y del mismo modo 40 millones de dolares a los chinos por hidrocarburo.
Al parecer, ante los ojos de los analistas, EE.UU perdió la iniciativa diplomática “solo le resta la guerra y lo más complicado es que en la ONU tiene a Rusia y China en contra”, junto a los países que han sufrido impactación de la OTAN. Los norteamericanos tienen que pensar dos veces antes de poner un soldado en tierras venezolanas con fines bélicos, sopena de detonar una guerra cuyas consecuencias son imprevisibles. Si los estadounidenses no quieren otro Vietnam, deben abandonar sus afanes belicistas en nuestro continente. Cada día queda en mayor evidencia que para los EE.UU no es el pueblo venezolano “al que hay que liberar”, según ellos “es el asalto del petróleo con más de 300 mil millones de barriles, la reserva prioritaria del mundo”, y eso sí cuenta. Putin lo tiene claro y no abandonará el proyecto. Los EE.UU nunca han ganado nada solos. Necesitan aliados y al momento de repartir el botín el fracaso es nefasto, ejemplo en Iraq y Libia.
Los intereses estratégicos están en manos de Rusia y los EE.UU deben negociar con el coloso ruso las piezas claves de Venezuela. En tanto la ONU reconoció nuevamente a “Maduro como el legítimo presidente del Estado bolivariano”. Los norteamericanos debieron llamar a los jerarcas de las fuerzas militares de República Bolivariana de Venezuela para pedirles permiso para retirar a sus últimos funcionarios de lo que era la embajada norteamericana en ese país y pidieron ser escoltados hacia el aeropuerto de Maiquetía. Un Hércules con bandera estadounidense partió hacia el norte y el piloto llevaba en sus manos un permiso de despegue firmado por Nicolás Maduro, presidente legítimo de Venezuela.
La región se calienta día a día con un conflicto potencial que por su envergadura compromete la estabilidad de diversos países colindantes como Colombia, Brasil, y el propio Ecuador, dado los puntos más próximos. Así es la geopolítica. Y eso no lo toma en cuenta la derecha continental, empecinada en una guerra suicida, una derecha que «lo envenena y lo destroza todo» y que parece ser que no tiene otro camino que la guerra en Venezuela con una mecha que si la enciende, provocará una hoguera que “arderá en sus puertas”.
Rusia no saldrá tan fácilmente de Sudamérica. Su estrategia de alianza ha sido tan efectiva que, sin poner todavía ni un soldado entierra latina, tiene la iniciativa y la sartén por el mango. Hay que considerar que “cuenta con la tecnología suficiente para desarrollar una confrontación desde las bases bolivarianas con misiles super poderosos”. Son los mismos juguetes bélicos que sacaron a los yanquis de Siria y que mantienen el equilibrio de fuerzas a nivel mundial. EE.UU sabe que con presencia rusa, Venezuela no es Panamá, Haití, Granada, Iraq o Libia. Venezuela puede ser otro Vietnam.