Los resultados electorales del domingo anterior han dejado perplejo a más de un analista o sesudo observador politico que, sin entender a fondo la dinámica de la cuidad de Quito y de Pichincha, no alcanza a comprener porqué las cifras electorales contradicen a las encuestas pagadas y a las falsas espectativas que se forjaron algunos candidatos que ya se creían ganadores. El triunfo de Jorge Yunda tienen una pertinente lectura en la interesante mirada de periodismo ciudadano de Wilson Ramos, cuyo texto enviado por mi amigo pintor Claudio Arzani reproducimos por su atractivo enfoque.
ESE OTRO QUITO…
Por Wilson Ramos
Los resultados sólo son consecuencia de la lectura errónea del momento político y social de nuestra ciudad. Mientras el Quito de los 70, 80, se “desarrollaba” y crecía en el norte, como resultado del petróleo, la clase media aparecía, la Carolina, Iñaquito, Bellavista, el Quito Tenis, Altamira, La Granja, Granda Centeno, Batán Alto, Gonzales SUAREZ, eran los barrios residenciales, los alcaldes de la época, Durán Ballen, Pérez, Herdoiza, Paz, Mahuad, Sevilla, estos últimos de la Democracia Popular lista 5, con consejos municipales cuya mayoría eran de la DP, ID, PSC, recibían los aplausos de las clases medias y altas, daban vueltas a ruedo a hombros junto a toreros y ganaderos, que al grito de torero y de viva Quito, festejaban a la ciudad, al sur de hasta ese entonces franciscana ciudad, a espaldas de la virgen del Panecillo, empezaba a florecer otra ciudad, un Quito que emergía a costa de invasiones de las tierras de haciendas de Chillogallo, la hacienda Ibarra por ejemplo, un sin fin de cooperativas de viviendas, para esos años, los 80, el IESS y el Banco de la Vivienda, habían suspendido sus planes de vivienda, debido a las políticas de ajuste e intereses particulares. Entonces mucha gente, sin acceso a crédito en bancos, optó por la vía de las cooperativas de vivienda, a esto súmese la migración de gente indígena, campesina que venía de las provincias del centro, que se asentaba en el sur y de las provincias del norte que se asentaba en Calderón, Pirulí, Roldós, etc. Estos conglomerados de gente que habitaba en esas tierras invadidas, se organiza y tienen sus dirigentes.
En el Quito tradicional, desde la Villaflora hasta Cotocollao, la política electoral de la ciudad se manejaba por parte de la DP, ID, PSC, con clientelismo, cooptaban a los dirigentes de las ligas barriales, a quienes les ofrecían los estadios, a los dirigentes barriales, les ofrecían los mercados, aceras y bordillos; y las orquestas para las fiestas de Quito, es decir, manipulaban a estos dirigentes, hasta les hacían candidatos a concejales; mientras que a los dirigentes de los de las cooperativas de vivienda les ofrecían legalizar sus invasiones, sus barrios. Así era la política electoral de Quito de esos años, hasta que vino el segundo quiebre.
Esta forma clientelar ya tuvo un aviso de quiebre, la elección de Herdoiza, eso sacudió un poco a las clases medias y altas conservadoras de la ciudad, ósea a nosotros, no le paramos mucha bola, total Herdoiza gana en ese Quito chico todavía, por el Aucas que casi queda subcampeón nacional. Pero el segundo quiebre viene con Moncayo, cuando derrota a Paz. Moncayo era cuestionado por las élites, sin embargo gana con los votos de esos barrios que hasta antes de su alcaldía eran marginados, ilegales, Moncayo, legaliza barrios, hace obras sanitarias y también hace una labor importante en el centro histórico, para esos años, ya eran dirigentes muy reconocidas las Pavón, afiliada a la ID, y la Luisa Maldonado, ellas junto a otros dirigentes, luchaban ante el municipio por sus barrios, por su gente y lograban reivindicaciones importantes. La política electoral en Quito ya había cambiado, la manipulación a los típicos dirigentes de los mercados, de los barrios, de las ligas barriales, perdió efectividad, Quito tenía otra población, con otras necesidades, transporte, trabajo, salud mental, salud física, obras de infraestructura. Esos barrios producto de las invasiones, sus poblaciones, fueron las que más sufrieron las crisis económicas, hogares destruidos sin padre ni madre, con los guaguas al cuidado de los abuelos, pues sus padres estaban en España, en USA, en Italia, adolescentes con euros y dólares que recibían de las remesas. Drogas, embarazos tempranos, alcoholismo. Los conflictos se acrecientan, surge el Padre Carolo y su labor social en conjunto con los dirigentes de esos barrios, todo eso sucedía en la periferia del Quito moderno, del Quito financiero, comercial y residencial, cuyos habitantes en su gran mayoría éramos ajenos a ese otro Quito. Se había ya constituido un grupo social integrado en función de otros intereses para su día a día, es además, debido a sus luchas, un grupo social organizado, solidario y disciplinado, guiado por sus dirigentes a quienes apoyan y con quienes se movilizan. Ahí se inicia un tercer momento.
Tercer momento que viene de la mano del triunfo de Correa en el 2006, su discurso crítico al neoliberalismo, a la crisis de institucionalidad del Estado, recordemos que por esos años el país venía de votar presidentes, la democracia representativa había entrado en crisis. Gana Barrera las elecciones y éste rompe con lo tradicional, no solo los toros y las fiestas, da otro giro a la administración del municipio, su discurso y accionar se centran en estos sectores periféricos, hasta las estrofas del himno las cambia, el sur y la periferia del norte tienen cercanía, voz y voto en las decisiones del Cabildo, la política de impuestos, le da más recursos, también legaliza barrios y hace obras que en el norte no se ven. El desgaste de Correa, el discurso de no más impuestos, perjudica la reelección de Barrera, gana Rodas a manera de protesta y éste se jala la alcaldía, pues no asume el liderazgo que las clases medias y altas de Quito le piden, liderar la protesta contra el correismo, Rodas se desgasta, nada de lo que él hace es bien visto, peor aún valorado. ¿Y en el sur qué? ¿Y en la periferia norte qué? En esos barrios, la revolución ciudadana ya se asentó, trabajo en la burocracia estatal y municipal, obras, pero sobre todo, trabajo organizativo, esa la fortaleza del correismo. A lo dicho se suma el aparecimiento de un tipo que tiene discurso, que es pueblo, Yunda, un hombre que les habla como el maestro Juan, que se alía al poder de turno para mantener sus medios, Yunda es un personaje que tiene su proyecto político, por eso preside el club Nacional, explota lo sentimental de pueblo, con lo que éste se identifica, su música, su lenguaje, su problemática, Yunda representa la cultura de ese nuevo Quito que surge en el sur y en la periferia Norte, por eso los resultados, es esa población la que disputa la alcaldía, Yunda un tipo al que le ven y escuchan todos los días, Maldonado, una líder que se forja junto a ellos en sus luchas desde hace muchos años antes de Correa al igual que Pavón, son estos sectores los que han puesto la Alcaldía. El otro Quito, el nuestro, se quedó en la añoranza, se quedó en las memorias de las tradicionales fiestas, de los sueños de ver un Quito con lindas edificaciones, con grandes centros comerciales, con avenidas listas para los autos finos, con tasas de impuestos mientras más bajas mejor, con seguridad para que ni se acerquen los desconocidos al barrio, nos quedamos encerrados en el Quito de nuestras urbanizaciones bien cercadas, escuchando a Moncayo, Montufar, Solines y Holguín, hablar por radio Democracia, bla bla bla, el autoritarismo, la corrupción, el Rodas… etc., etc. y elé, el indio del Yunda y la longa de la Maldonado se disputaron la Alcaldía, guste o no guste a nosotros los quiteños conservadores entre los cuales muchos nos decimos progresistas.
Fuente: Enviado por Claudio Arzani