Dos candidaturas se enfrentan con posibilidades en los comicios para elegir al alcalde (sa) de Guayaquil: Cynthia Viteri y Jimmy Jairala. Ambos representando imaginarios políticos diametralmente opuestos. Viteri heredera del socialcristianismo que ha gobernado la ciudad de Guayaquil más de 25 años desde la Alcaldía, y Jairala que ha regentado los destinos de la provincia desde la Prefectura del Guayas. Las encuestas de Opinión Pública ubican a los dos postulantes con diferencias de hasta 10 punto a favor de Jairala (40,1%) contra Viteri (30%), según sondeo realizado entre el 17 y 18 de febrero. De igual manera la opinión consultada arroja un resultado claro cuando se pregunta a los porteños: ¿cómo califica la labor del prefecto del Guayas? Un 71,6% dijo que buena y un 12,5% que es muy buena, lo que da un total consolidado de 84,1%.
La batalla por Guayaquil enfrenta a dos “modelos” de gestión y dos modelos de percepción politica: el progresismo de Jairala versus el conservadurismo de los socialcristianos con Nebot como lider cuya gestión es calificada por el 86,2% como buena.
Jairala ha dicho que este “es un momento difícil. La ciudad en donde es más evidente, es en Guayaquil. Una ciudad en donde un modelo funcionó con más defectos que virtudes durante 26 años, pero que ha cumplido su ciclo”
Observadores locales en el puerto principal detectan “zonas negras” en el llamado modelo exitoso del PSC o Madera de Guerrero y señalan que Guayaquil “se ha mantenido eficiente porque no ha aceptado la oportunidad de volverse distrito metropolitano. Durante las discusiones iniciales del Código Orgánico de Ordenamiento Territorial (Cootad), se dispusieron condiciones para convertir a la zona administrativa 8 en el Distrito Metropolitano del Gran Guayaquil”.
No en vano se dice además que “las autoridades guayaquileñas rechazaron semejante posibilidad, advirtiendo que dicha opción era aún más centralista”. Pero olvidaron de buscar alternativa viables y a cambio “optaron por hablar de la autonomía municipal”. Poco a poco aquel discurso se transformó en el mentado “modelo exitoso” que el alcalde Nebot y sus subalternos mencionan en cada ocasión que pueden. De ese modo, “la Municipalidad sólo asume competencias en áreas urbanas, y no ha modificado las extensiones de las mismas, desde hace muchos años” .
Jairala ha replicado que “Guayaquil está alquilado, no es de los guayaquileños. La señora Viteri participa en todos los eventos privados, siendo ya candidata, en todos los eventos de inauguración de obras, entrega de cuadernos, etc., cuando uno pregunta quién hace eso y la respuesta es que está organizado por corporaciones privadas. Todo está alquilado. Los guayaquileños no somos dueños ni de los parques, porque por ejemplo, el Malecón 2000 es un parque que está concesionado a la fundación Malecón 2000 por 99 años. Eso es lo que ha regido en Guayaquil durante varios años, nadie sabe cuál es la matriz de endeudamiento del Municipio”
En los sectores rurales los observadores dicen que “desde finales de los setentas, el crecimiento de Guayaquil está más en manos de los traficantes de tierras que de los planificadores municipales”.
Finalmente, los críticos del modelo guayaquileño señalan que “el modelo de gestión municipal de Guayaquil, sobre el cual sustenta su campaña, tiene tres manchas lamentables: La primera mancha es el uso de la obra pública como instrumento de segregación. A unos basta con darles agua, alcantarillado y algunas vías. Mientras tanto, a otros se les dan malecones, esculturas, patios de comidas disfrazados de mercados gastronómicos o centros culturales. Este modelo logró sostenerse por décadas, gracias constantes campañas de propaganda municipal, donde se lograba que los menos atendidos sintieran como propios aquellos proyectos preferenciales que se encontraban a kilómetros de sus casas. Eso hasta que apareció la segunda mancha: la incapacidad de manejo del espacio público. Salvo la plaza de San Francisco, todos los espacios públicos en Guayaquil tienen cerramientos so pretexto de mejorar la seguridad de los ciudadanos. En el caso de la plaza del Centenario, se llegó incluso a impedir el acceso de manera permanente durante unos meses. Esa fue la mejor manera de controlar el incrementos de robos en el sitio. Nunca se consideraron alternativas más lógicas. En general el modelo de gestión, no es perfecto. Ha logrado sostenerse durante décadas a base de parches”.
Y Jairala concluye “en eso se ha convertido Guayaquil, en una ciudad que ves en fotos y que está lejos de ser lo que realmente es. No te enseñan el otro Guayaquil -que yo sí lo camino-donde hay lodo, donde no hay escrituras, donde no hay agua y donde permanentemente el ciudadano es abusado por el poder».