Cuenta el cuento que un mono y un gato miraban asar las castañas de un vecino. Tentados por el apetito intentan sacarlas del fuego y el mono empieza a alabar al gato diciéndole innumerables halagos sobre su valentía, fuerza, etc, para que haga el trabajo peligroso. El gato recibe las lisonjas, cada vez con más orgullo que lo hace sentirse, más o menos, superhéroe y se lance sin pensarlo a por las castañas que estaban en el fuego, provocando que casi tengamos un gato chamuscado en la historia. De pronto, entró el vecino y sorprendió a ambos ladronzuelos acechando las castañas. Mono y gato de inmediato huyeron del lugar y, como era de esperar, el gato se llevó doble descontento ya que no probó bocado alguno.
El juego político del Ecuador -con gatos y monos-, ha entrado en una coyuntura que bien se la explica, no por la realidad misma, sino por la clásica fábula de Jean de la Fontaine. La expresión sacar las castañas con la mano del gato es una costumbre que se ha vuelto popular entre nuestros actores políticos. Que alguien te dé haciendo el trabajo sucio o peligroso, para lo cual se requiere una buena dosis de insinceridad política. Un maquiavelismo instalado en el poder, con el uso de los medios justificados por los fines.
El viejo dicho de sacar las castañas con la mano del gato, bien corresponde en la realidad ecuatoriana a la utilización que a derecha politica hace de Lenin Moreno, un presidente por endoso. Un mandatario que no manda, un dirigente que no dirige y se deja manipular por los designios de sectores tradicionalmente opuestos a toda transformación y justicia social, a toda transparencia económica y a toda verdad política, que se parapeta en un partido que se avergüenza de su nombre original -Social Cristiano- y busca en metáforas sin imaginación -Madera de Guerrero- para ocultar su verdadera estirpe clasista oligárquica.
Esta semana Moreno protagonizó otro capítulo de sus fallidas apariciones en televisión mostrando papeles pretendiendo, sin lograrlo, defenderse de acusaciones y denuncias de origen internacional que hablan de cuentas en paraísos fiscales y adquisición de bienes que involucran a miembros de su familia. El acto fallido contribuye a incrementar su impostura, su doble cara y la de sus acólitos que lo adulan, le presentan cifras de encuestas amañadas a favor de una inexistente aceptación popular, ocultando el grave deterioro de imagen que sufre “su excelencia”.
Hasta sus acolitadores y cómplices de la derecha con los cuales forma “el gobienro de los empresarios” lo dejan solo, porque ahora ya es un mal negocio político sacarse fotos con el presidente del “gobierno de todos”. A duras penas uno que otro articulito de prensa -cooptada o pagada- se suma a un apoyo en deterioro por los escándalos que ya son vox populi.
En el costado derecho, Nebot no dice esta boca es mía y silencia lo inocultable: la caída del presidente. Mientras tanto el banquero, eterno candidato, se frota las manos pensando en el 2021 para tratar de ganar a río revuelto.
En el otro costado, los “sectores sociales” o sindicales callan y calculan como ser, sin aparecer, cómplices de los despropósitos sociales del régimen. Mientras los monaguillos políticos -Ayala, Acosta y otros- siguen acolitando al “sacro mandatario” en nombre de un purismo que huele mal por su contaminación y coincidencia evidentes con los intereses más reaccionarios del país, aupados por el transitorio Trujillo, que de transitorio tiene solo el nombre ante su inocultable anhelo de eternizarse en ese encargo político tan indecoroso que le delegaron.
Muchas castañas que sacar con la mano del gato que se deja adular del mono y cumple su cometido. Muchas encomiendas políticas a un solo hombre dispuesto a cumplirlas todas. Y el pueblo, bien gracias. Mientras tanto se han tomado todo el poder incluido el CNE, con presidente y vocales dispuestos a iniciar un fraude electoral que ha empezado con la llamada “depuración” del padrón electoral que ha borrado a más de 120 mil ciudadanos con derecho a voto de origen extranjero. En el ámbito laboral la persecución sigue campante, con el despido de más de 10 mil funcionarios públicos como un abreboca de lo que será el entreguismo al FMI y a sus imposiciones.
Las candentes castañas, no son otras que “los intentos de volver al viejo modelo neoliberal que, ni en América Latina, ni en ningún otro lado, presenta capacidad de superar la crisis generalizada a la que ese mismo modelo ha arrojado a la gran mayoría de las economías de Europa, EE.UU. y América Latina”, según el análisis de Emir Sader
Ad portas de una elección seccional que puede representar la caída del oficialismo o la recomposición politica de la oposición y de las fuerzas de Correa y el correísmo, el régimen se descompone en su figura pública. Eso temen los asesores, por eso tanta maniobra impresentable. Nada más difícil que asesorar a un presidente sin personalidad, sin apoyo popular sostenible y con el ánimo por los suelos.
Un presidente por endoso al que le dan pensando qué hacer cada día, endosándole tareas antipopulares con fachada de transitoriedad, concebidas en las sucursales bancarias o en las sedes políticas más reaccionarias.
Vivimos en la república del silencio. Para cierta prensa mercenaria nada pasa, todo está bien. El sigiloso gato en Carondelet sigue sacado las castañas calientes para evitar que otros se quemen en sus reductos oligárquicos. Pero el pueblo sabe quién gobierna en realidad. No hace falta recordarle quién le usurpó sus derechos y quién saca provecho de aquello.
Un mandatario por endoso, por encargo, sin iniciativa propia, sin personalidad ni prestancia ante las cámaras, que tiene que fingir hasta que finge para pasar desapercibido en su rol también transitorio. En tanto, las vocerías mediáticas de las empresas informativas hacen malabares para sostener lo insostenible en un grotesco show de desinformación. Las castañas con la mano de un gato, sin casta felina.
No es un muy buen negocio pretender sacar las castañas con la mano del gato. Aun en el supuesto -no consentido- de que la implantación del neoliberalismo en el país, constituya un fin de peso para hacerlo a través de medios injustificables. Todo tiene un costo y la política pasa elevada factura en prestigio y credibiidad. Y en el supuesto -tampoco consentido- de que las políticas de la oposición derechista, salven al país en crisis; contrariamente, ya que según obervadores, los modelos de restauración neoliberal, puestos en práctica en Argentina y en Brasil no han retomado el crecimiento económico ni han superado la crisis. En la práctica, es factible observar que el viejo proyecto, ya aplicado en los años 80 y los 90 del siglo pasado en varios países de la región, no tiene ninguna capacidad de dar solución a los problemas del Ecuador.
Es hora de volver al realismo político, hacer política sin prejuicios. Lo más peligroso es perder el sentido de la realidad. Volver a la política con la mirada puesta en la realidad y hacerlo sin mentir, sin actores, es una ncesidad urgente en el país. No creerse las sugerencias del mono sintiéndose el super gato que saca las castañas con sus afiladas uñas y talante de súper héroe. Nada es imposible en política. O te quemas con las castañas -porque a veces el burlador es burlado-, o lo que sería peor, terminas chamuscado en el fuego de tu propio ungüento político.