En todos los procesos políticos radicalizados la prensa se ve impelida de tomar partido y, por lo general, lo hace a favor de la libertad de prensa y de los derechos de la población a estar informada. El caso venezolano no es una excepción en el que las medidas restrictivas dictadas por el gobierno a la libre circulación de la información hace que un sector importante del periodismo venezolano reclame derechos conculcados y se manifeste en contra de impedimentos para ejercer la profesión.
Según versiones de esa prensa, en declaraciones de Luz Mely Reyes, reportera que ha cubierto gran parte de los golpes de Estado en su país, nunca “el periodismo libre se ha visto tan golpeado como en la actual situación” venezolana. Hasta hace poco “había empresas de comunicación y los medios grandes sobrevivían”. En la actualidad “todos fueron muriendo” y los “periodistas jóvenes han sido sometidos a una situación que nosotros nunca habíamos vivido”, señala Reyes.
Reyes es cofundadora del periódico Efecto Cocuyo, uno de los medios emergentes más influyentes del país. Una publicación que cubre las noticias en Venezuela pero que tuvo que “aprender sobre la marcha cómo cubrir esto”.La fuerte oposición de medios informativos nacionales e internacionales al gobierno de Maduro ha hecho que el régimen chavista ponga muchas dificultades al trabajo de la prensa. Un ejemplo es la retención del periodista mexicano Jorge Ramos y la confiscación de 17 minutos de entrevista que le había realizado a Nicolás Maduro que terminó la entrevista molesto por el tono de las preguntas.
Clavel Rangel, periodista venezolana de la región del Orinoco, nacida en Puerto Ordaz, señala que la gente se informa a través de Twitter, Instagram o Facebook que son medios muchas veces sin control y especulativos. La reportera en mención ha creado un Servicio de Información Pública que distribuye a través de Whatsapp, con tres notas diarias vía radial digital, que cuenta con 20 mil grupo de conversación, para “evitar que la gente deje de informarse”, señala Rangel.
Claro está que la situación de la prensa venezolana no se compara con la de México, o lo que ocurre en Colombia, en dónde el ataque a periodistas es constante y amenazador de muerte. En Venezuela se está en “un estado de soledad”, dice la periodista Reyes. Durante el año 2019 se registran 34 detenciones de periodistas, 13 en torno al palacio de Miraflores, que de algún modo cuestionan las políticas de Maduro. En ese grupo se incluye personal de Univisión, cadena latina que tiene su sede en Miami y que ha ejercido una constante información sesgada sobre la situación venezolana. Ese es el único medio internacional en ser restringido en su acción por el gobierno de Maduro.
En ese contexto, las redes sociales y los medios digitales se han fortalecido y son los espacios en donde gobierno y oposición venezolanos buscan “alimentar su discurso”. Un medio digital con buena audiencia es Ciudad Petare que cuenta con 50 mil personas entre sus seguidores, pero que aun no muestra “una matriz de opinión hegemónica en este momento”. El gobierno venezolano que presiona a la televisión y a la prensa escrita para que difunda información objetiva, también ha redoblado la presión contra varios portales, a través de la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela (CANTV).
En tanto, “los medios públicos no son necesariamente oficialistas, también reflejan denuncias, sucesos, no hay una dinámica de ocultar cosas”, al tiempo que “hay una delgada línea entre la propaganda y la información. Hay que reconocer que hay medios públicos oficiales que ofrecen información con mucho sesgo, pero esto es algo que se repite por la tradición hegemónica de los medios privados. El qué está superdistorsionado, es muy difícil reflejarlo, las declaraciones de las vocerías son muy abstractas”, según señalan observadores.
En definitiva la situación de sobrevivencia de la prensa venezolana dista mucho de ser la misma que otrora en las dictadura de Pinochet, de Brasil o Argentina, procesos políticos radicalizados, restringieron la libertad de expresión, bajo el presupuesto de que ésta da pie para que la crítica inobjetiva o decididamente interesada, muestre una realidad que no es.
En todo caso, por principio la libertad de prensa siempre será un componente necesario en todo proceso democrático y liberador de los pueblos.