Abnegación es una actitud humana, cuya virtud moral consiste en el sacrificio espontáneo en favor de otros. Abnegación viene del latín abnegatio o abnegatus que significa renunciar al individuo, negación de sí mismo en beneficio de nuestros semejantes. Política pública, en cambio, es una gestión del Estado con evidente sentido social. Lo Público es relativo al pueblo, lo común es del pueblo o sociedad en su conjunto. Las Políticas públicas son las acciones de Estado, es la gestión ejercida por éste, que busca cómo dar respuestas a las diversas demandas de la sociedad, como señala Chandle. Se pueden entender como uso estratégico de recursos para aliviar los problemas nacionales. El conjunto de actividades de las instituciones de un gobierno, actuando directamente o a través de agentes, que van dirigidas a tener una influencia determinada sobre la vida de los ciudadanos”. Pallares señala: las Políticas Públicas deben ser consideradas como un “procesos decisionales”. Cuando a las políticas públicas se adhiere la conducta abnegada de los funcionarios que la ejecutan, estamos en presencia de una atención eficiente en beneficio de los usuarios de un servicio público, por ejemplo, medicina, educación, etc. Si consideramos a la Constitución del 2008 “garantista” de derechos ciudadanos, esto significa que por ley suprema el Estado ecuatoriano está llamado a ejecutar políticas públicas concordantes con esos derechos en materia de salud, educación, vivienda, actividad laboral, derechos humanos, etc. Pero aquello no sería suficiente sin la acción decidida de los ejecutantes de esas políticas inspirados en el principio de la abnegatio. En materia de salud, Ecuador ha avanzado significativamente en la aplicación de políticas públicas orientadas a garantizar cobertura y calidad en los servicios médicos del sistema nacional de salud pública del país. Una red hospitalaria con infraestructura e insumos necesarios, personal capacitado y servicio gratuito viene brindándose en la práctica desde hace una década en el país. Sistema que suple las urgentes necesidades de quienes no pueden acceder a las empresas privadas de salud, cuyo objetivo es el afán de lucro. El Sistema nacional de salud regentado por el Ministerio de Salud Pública del Ecuador, cuenta con una red de servicios cuya acción “ejercerá plenamente la gobernanza del Sistema Nacional de Salud, con un modelo referencial en Latinoamérica que priorice la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, con altos niveles de atención de calidad, con calidez, garantizando la salud integral de la población y el acceso universal a una red de servicios, con la participación coordinada de organizaciones públicas, privadas y de la comunidad”, según dice su sitio web. Ya en la práctica, constatamos la existencia de una política pública orientada a la gratuidad de la salud dirigida a los sectores socialmente más vulnerables en el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo de Quito. Una política que debe precautelar elsentido social de los servicios de salud, diametralmente opuestos a la lucrativa gestión empresarial privada de hospitales y clínicas, cuyo objetivo es obtener réditos y utilidades por sus servicios dirigidos a los sectores sociales pudientes. No es casual que una clínica privada dilate innecesariamente los tratamientos para cobrar más por servicios prestados. Por eso que preservar el carácter público de la salud es un deber constitucional y un elemental sentido social solidario. La privatización de servicios como el IESS y su sistema de cobertura de salud, o del Ministerio de Salud, es lisa y llanamente un crimen social inaceptable en un país como Ecuador. Todo gobierno que se precie de un elemental sentido de responsabilidad y reciprocidad con la ciudadanía no puede, bajo ningún pretexto, privatizar servicios que, en otros países como Chile, se han vuelto inalcanzables para la mayoría de la población. La sola idea de un sistema de seguridad social privado como existe en el país del sur, eriza la piel por lo oneroso y privativo que resulta para la mayoría de los chilenos. Ni los propios EE.UU ponen énfasis a ultranza en sistemas privados de salud, que han negado cobertura a más de 43 millones de estadounidenses; y, por el contrario, el Obama Care, sistema creado por la administración del presidente Obama sigue siendo una solución inmediata para atender a millones de demandantes de servicios de salud en la potencia del norte. Ecuador debe propender a capacitar a sus profesionales de la salud bajo los estándares internacionales provenientes de otras latitudes, no necesariamente americanos. Los sistemas europeos son un ejemplo de política pública en capacidad de brindar respuesta a las diversas necesidades de la población en un continente con una significativa cuota de habitantes en mayoría de edad. Defender el sentido social de los servicios de salud es un deber moral de todo ecuatoriano. Difundir logros y desafíos de un sistema nacional de salud pública es tarea que corresponde al periodismo responsable y bien intencionado. Si la abnegatio es nuestra opción humana frente a las necesidades del otro, la política pública de saludes la gestión inherente a un Estado de derechos, solidario y socialmente sensible. Ambas conductas harán posible la sobrevivencia en sociedad de cara a enfrentar los avatares de la vida.
About Leonardo Parrini
Periodista. Fotógrafo. Director-Editor de la revista digital LAPALABRABIERTA. Colaborador de las revistas ROCINANTE y BABIECA (Campaña de Lectura Eugenio Espejo). Conductor del programa La Oreja Libertaria, Radio Pichincha 95.3 FM. Autor de los libros La hora del lobo (2000), Decapitar a la Gorgona: ¿la corrupción, una moral de la crisis? (2001), Eva sin paraíso (2003), Diálogo comunitario en democracia (2013), Égüez. La memoria insumisa (2016), Escritos en clave morse (2018), Retrato Íntegro, testimonio vital (2019), El canto de todos (2022). Ha colaborado en Revista Diners como comentarista de obras literarias.
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