Cuando el grupo musical Congreso irrumpe en la vida artística chilena, en 1969, era una suerte de congregación que convocaba a una larga peregrinación por los caminos de la paz y el amor, dos valores privilegiados por el movimiento hippie y rockero de los años sesenta. Nosotros cursábamos la escuela secundaria y nuestro compañero de aula, Antony Smith, melómano y “filósofo” juvenil, nos había enseñado una carátula del primer disco de la banda Congreso. Era un acetato compuesto de melopeas interpretadas con flautas dulces, aerófonos andinos y charangos, además de ritmos pop.
Transcurrían los días de la Nueva Canción Chilena, y Congreso se movía entre los espacios folclóricos y rockeros en los ambientes universitarios de la ciudad de Quilpué, región de Valparaíso. Fue todo un descubrimiento entonces escuchar esa feliz fusión entre lo autóctono y lo universal del rock, en la prodigiosa interpretación de las raíces de Congreso que datan de 1964, año en el que comenzaron a trabajar sobre el núcleo de los tres hermanos González: Patricio, Sergio y Fernando, junto al bajista Fernando Hurtado.
En 1971 editaron El congreso, su primer álbum, que incluyó un tema basado en el poema de Neruda Maestranzas de la noche, una auténtica innovación de la música chilena. Los tres hermanos González tardaron más de un año en rearmar el grupo. Trabajando como músicos de apoyo de orquestas televisivas y sidemen del pianista argentino Raúl di Blasio, conocieron al joven brasilero-chileno Joe Vasconcellos, cuya formación musical daría un nuevo aire al proyecto. En cinco décadas de carrera se han caracterizado por fusionar ritmos e instrumentos latinoamericanos con sonidos cercanos al jazz y la música progresiva, con un éxito mantenido a lo largo de los años.
“Hacemos música para la gente que no sale en la foto”, ha dicho el vocalista Pancho Sazo, aludiendo al destino popular de sus canciones. Y en su trayectoria, Congreso ha realizado discos como Pájaros de arcilla (1984), Estoy que me muero (1986). El tema Calypso intenso, casi azul fue el emblema de la nueva etapa, cuyo desarrollo y popularidad coincidió con el plebiscito de 1988 que definió la salida de Augusto Pinochet de La Moneda, y el retorno de la democracia a Chile. En ese camino editaron Para los arqueólogos del futuro (1989), uno de los discos de más ágil ritmo en su historia, y en el que cantaron sobre libertad racial, ironizaron, jugaron, y desplegaron todos sus recursos instrumentales.
Dos discos siguientes fueron conceptuales, de escasa comprensión masiva pero alto desarrollo musical, ambos editados en 1992. Pichanga era una obra desarrollada sobre la base de poemas de Nicanor Parra acerca de los derechos del niño, y Los fuegos del hielo se compuso para un ballet moderno. El grupo inició su proyección internacional, contemplando sobre todo el circuito universitario norteamericano y escenarios de la llamada “música del mundo”. En febrero de 2005 llegaron al Festival de Viña del Mar, sin hacer concesiones, y en una muestra de la perseverancia y vigencia de su fórmula.
Congreso llega a sus 50 años sacando nuevos discos y recibiendo premios como el Pulsar 2018, que entrega la Sociedad Chilena del Derecho de Autor de Chile, en una de las categorías más importantes como el mejor álbum del año por La canción que te debía de 2017.
Pancho Sazo ha dicho que el compromiso de la banda sigue siendo el mismo que levantó Víctor Jara y Violeta Parra, con la democracia y las luchas sociales. Así mismo, el también profesor de filosofía, invitó al público de Congreso a seguir siendo parte de la historia musical del grupo, porque el show comienza cuando usted llega, sostuvo: “Creo que son más de veinte músicos los que han pasado por el grupo y cada uno ha dejado su impronta, su mirada particular, su forma de hacer música, lo que ha impactado y conducido nuestra labor. Así que un saludo para todos los antiguos que pasaron por Congreso y también a los nuevos que probablemente vendrán. Congreso celebrará su medio siglo de existencia artística con cincuenta conciertos que ofrecerá durante el 2019 en Chile, como un muestra de que la banda pervive en el corazón de los chilenos de todas las generaciones.
Una declaración de principios al final de medio siglo de peregrinación: “Nuestro compromiso es con las luchas de Chile», ha dicho Sazo. Sabemos, además, que lo que estamos haciendo no es algo grandioso, o sea, hay otros oficios en el país y en América Latina que son maravillosos también como la danza, la poesía, los mineros y tantos otros.