Alguna vez el ideólogo y propagandista alemán Joseph Goebbels dijo, suelto de cuerpo: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Perfilaba de ese modo su labor al frente de la propaganda del Partido Nazi y luego del Tercer Reich en tiempos en que no había Facebook ni Twitter. Lo que jamás imaginó el estratega nazi es que su verdad se haría cierta, gracias a la multiplicación de mentiras por las redes sociales que imperan hoy. Y aquella es una lección aprendida para siempre por los sectores políticos de derecha, según lo afirma el abogado constitucionalista chileno Fernando Atria que señala: “Hay algo que vincula el resurgimiento de la ultraderecha, las noticias falsas y la ‘post-verdad’: la degradación de la discusión pública”.
La lúcida tesis de Atria tiene que ver con el modo cómo los sectores de ultraderecha están manejando las redes sociales y el papel que juegan los medios de comunicación, los periodistas y los dueños de medios en esta trama. Y se la puede confirmar en una serie de episodios de construcción de Fakenews o “noticias falsas”, pos verdad, miedo social, e instalación de realidades adulteradas que hace tiempo usa la ultraderecha y los conservadores, con hechos conocidos internacionalmente como los de Donal Trump o Jair Bolsonaro, cuyas imágenes son remodeladas en el imaginario colectivo diariamente en los medios tradicionales y electrónicos.
Para muestra un botón. En una entrevista de Christopher Jerez Pinto, en El Desconcierto, Beto de Jesús, activista brasileño por los derechos de la población LGBTI, relató que “gran parte de su victoria (de Bolsonaro) se dio en base a las fakenews que se enviaban de forma organizada por WhatsApp. Hablaba de que el ‘kit gay’ enseñaba a los niños a ser gay. Tenía un chupete con forma de pene y decía que estábamos distribuyendo biberones con chupetes de pene para los niños”.
Tomando como referencia la afirmación de Atria, y relacionándola con la célebre sugerencia de Goebbels sobre la milenaria repetición de una mentira, cabe señalar que por la vía del mal uso, o del uso para mentir y calumniar -algo que va siendo común en Twitter, WhatsApp, Instagram, Facebook- la discusión pública pierde capacidad para contrastar posiciones mediante argumentos, y sólo queda el poder de la manipulación comunicacional.
De allí el peligro evidente que subyace, y que incluso toca a gente de pensamiento progresista y de izquierda, en una amplificación distorsionada de esas tecnologías que son el basamento de las redes sociales. Estudios relacionados con el tema establecen que las “noticias falsas fueron vistas o compartidas al menos 11,5 millones de veces en redes sociales», por ejemplo en Chile. Sin temor a error se puede afirmar que Facebook y Twitter son las redes sociales por las que se difundió la mayor parte de las noticias falsas durante el año anterior.
Cuando el Fakenews se impone estamos en presencia de un hecho pernicioso, se está inutilizando o neutralizando un espacio que hasta ahora canalizaba un periodismo alternativo a la voz hegemónica de los medios de comunicación masivos, escritos u audiovisuales. Por eso la defensa de las redes sociales como espacios libres de censura y control es vital para consolidar el derecho a una comunicación alternativa, basada en una infodiversidad o información diversa de fuentes contrastadas.
La colega Lidia Baltra, del portal Página 19, sostiene que “antes, noticia, era sinónimo de información verdadera. Hoy, al menos se duda. Y requiere de un nuevo esfuerzo buscar en qué mensajero confiar”. Por eso coincidimos en su sentencia de que no podemos dejar que la moda de las noticias falsas destruya el buen periodismo, uno de los pilares de la democracia y canal del correcto flujo de los hechos reales, verdaderos.
Ya nos lo había advertido el intelectual estadounidense Noam Chomsky, quien atribuye las falsas mentiras a factores más estructurales: “La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos”. Entramos así en el peor de los mundos. No obstante el descrédito de las estructuras institucionales no nos puede hacer olvidar que detrás del uso de las redes sociales hay un tema de estructura. Que tiene que ver con poder político, financiero y comunicacional. Lo demás es música.
Las redes hoy día no son espontáneas ni son asépticas, como muchos pretenden establecer. Detrás suyo actúan poderosas organizaciones ocultas en la apariencia de la “red amiga” apoyadas en “grandes financiamientos y potentes equipos- que recurren a WhatsApp, Twitter, Facebook e Instagram para desinformar, alentar, instalar el miedo social, hacer correr las “noticias falsas”, construir percepciones”. En definitiva, la derecha, la ultraderecha, con sus medios y profesionales, hacen su trabajo.
Esto ha sido mayormente posible gracias a “la crisis de los impresos” que pone fuera de circulación a diarios y revistas, el deterioro de la calidad informativa de la televisión, la baja lectoría en general de la población. Es más fácil recurrir al meme mentiroso, al montaje fotográfico, a la mentira bien presentada que leer un editorial analítico. Es más cómodo “informarse” por frases repetidas hasta las nauseas que recurrir a espacios de reflexión, de información real, al conocimiento, al acercamiento a los procesos, a la educación política. La gente puede repetir una fakenews fácilmente, pero puede ser incapaz de explicar con argumentos por qué es necesario tener buenas informaciones.
Sin embargo, varios estudiosos del tema plantean que bajo ninguna circunstancia desde el mundo progresista, ciudadano, social, comunitario, cultural, periodístico, hay que renunciar a las redes sociales: son una herramienta objetiva y utilizable en todos sus formatos. El medio no es el mensaje, sino el contenido que proporciona la forma. El asunto es si somos capaces de decir lo que queremos decir en 140 caracteres o de sostener un blog que diariamente informe, analice y debata con bases informativas sólidas. Ese es el reto para los sectores progresistas o de izquierda, frente a la arremetida de la derecha y ultraderecha cibernéticas.
Atilio Borón invita a “encarar seriamente la batalla comunicacional”, y todo lo que aquello implica asumir con responsabilidad y consecuencia “el carácter crucial que en el mundo moderno tiene la comunicación politica”, pero no solo por las redes sociales. Desaprovechar espacios tradicionales genera déficit comunicacional. Actuar a la deriva sin alianzas estratégicas, genera debilidad y aislamiento peligroso. Debemos actuar en una complementación de medios propios y afines en la exposición clara de fenómenos, procesos, episodios y análisis.
No nos sentimos competencia, sino firmes aliados de Ecuadorinmediato.com, por ejemplo. No somos competidores de RutaKritica, somos su complemento de coincidencias en la red. LAPALABRABIERTA es como su nombre lo indica: un espacio abierto a las nuevas ideas, a la defensa de las causas más nobles, a la dignificación de los grandes temas y grandes historias, a la realización de los grandes objetivos nacionales. Si actuamos dispersos nos estamos dando un tiro en el pie. Y si se colocan a competir entre instrumentos, incluso en un mismo ámbito comunicacional donde debiera existir sinergia, el asunto ya no puede ser peor: pensar que uno solo puede suplir el aporte colectivo. Lo cual es una clamorosa mentira.
Un ejemplo valga para ilustrarlo. En la entrevista que el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le dio a un grupo de periodistas del diario La Jornada, se le recordó que él habló de “las benditas redes sociales”, pero le replicaron que “las redes sociales, benditas sean, pero no crean contenidos. Los medios tradicionales crean los contenidos y ellos esparcen”. Entonces el mandatario reflexionó: “Que se van por encima muchas veces, que no hay la reflexión suficiente, el análisis, sí”. Y luego explicó que tiene el propósito de articular, de complementar, los distintos medios sociales y estatales que existen.
De igual modo, hay que unificar criterios de contenido. Y en eso echamos mano a Goebbels: privilegiamos el principio de simplificación y del enemigo único. Debemos identificar e individualizar al adversario en un único enemigo. Toda comunicación debe ser popular, adaptando su nivel al ciudadano común. La información debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. Llegar a convencer a mucha gente que piensa “como todo el mundo”, creando unanimidad.
Debemos aprender y consolidar nuestra presencia en todo un entramado de propósitos, idearios, objetivos, donde no siempre es la comunicación, su sentido social como bien público, y su conexión con la sociedad civil lo que impera, sino su uso como generador de fakenews, miedo social, pos verdad y construcción de percepción.
Actuamos en el peor de los mundos, pero debemos ser los mejores.
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Lucho con el dolor, los problemas de movilidad y la fatiga todos los días. La parte más frustrante es que la gente me mira y dice: » no puede ser tan malo; te ves bien» a pesar del he…

Comentarios
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Martha Molina Recuerdo a Francisco con respeto y cariño. En algún desayuno de trabajo donde hablamos de su vida, de la mía, de política, de la pasión por contar historias en la radio y de escribir sin censura. Francisco un gran ser humano y profesional irrepetible. Mi solidaridad y abrazo a la distancia.
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Carlos Hernán Salazar Paredes Hecho Francisco, que encuentre apoyo confiando en la Fe que Dios todo lo puede, para él nada es imposible.
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Fernando Carpio Fuerza Francisco
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Jorge Núñez Sánchez Mi abrazo fraterno para Pancho y mi admiración por su labor comunicacional.
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Juan Carlos Obando Su único «delito » haber trabajado en el gobierno de Rafael Correa….y quién le devuelve su HONRA MANCILLADA???quién le devuelve más de 70 días preso????Y lo que ya no hay «derecho» a la réplica???Mi patria querida se hunde….
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Jesus Salazar Mora respondió
1 respuesta
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Leonardo Acosta Métale juicio al Estado carajo !
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Martha Villagomez Un hobre honesto y con una gran sentido de etica profesional, esta siendo persiguido solo por haber trabajado en la epoca de Correa. Donde esta la justicia ecuatoriana