El periodismo ecuatoriano nace un 5 de enero de 1792, cuando el prócer independentista Eugenio de Santa Cruz y Espejo publica Primicias de la Cultura de Quito, un periódico que alcanza siete ediciones quincenales y desaparece junto a las esperanzas libertarias de sus editores, luego de pasar a la historia como el primer periódico de la región. En sus páginas que iluminaban el oscurantismo colonialista destacaban los derechos del pueblo a la medicina, a la cultura y los derechos de la mujer, aspectos de la naciente vida política de Quito, “reflexiones morales e investigaciones filosóficas, además de recomendaciones, algunos temas de salud y consejos de higiene, buenas costumbres, entre otros temas de actualidad para la época».
“Estamos destituidos de educación, -decía Espejo en sus páginas- sería adulación, vil lisonja, llamar a los quiteños ilustrados, sabios, ricos y felices, No lo sois: hablemos con el idioma de la escritura santa; vivimos en la más grosera ignorancia y la miseria más deplorable” (Eugenio de Santa Cruz y Espejo / Primicias de la Cultura de Quito, p. 136). El periódico no pasó de los siete ejemplares por rumores malsanos y sin fundamento, por crudas acusaciones a la persona de Espejo de panfletario y revolucionario. El último número se dio a conocer el jueves 29 de marzo de 1792. Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo; Quito, 1747 – 1795, patriota y escritor ecuatoriano. Considerado uno de los exponentes máximos de la ilustración americana, la vida de Eugenio Espejo estuvo signada por el mestizaje. Nació en Quito en 1747, hijo de Luis Chuzig, un indígena oriundo de Cajamarca, y de María Catalina Aldás, mujer mulata nacida de una esclava liberta que contaba con ascendientes vasco navarros.
El periodismo hoy
La efeméride amerita una profunda reflexión acerca del rol que juega el periodismo ecuatoriano en la actualidad. Cooptado, muchas veces, por los poderes fácticos, en innumerables ocasiones ha defendido dichos intereses, convertidos sus medios impresos y audiovisuales en actores políticos. Una Ley de Comunicación que regula su gestión profesional ha sido rechazada en varias ocasiones por los dueños de los medios informativos, empresas que no aceptan control alguno y reniegan de su deber de ejercer un periodismo objetivo, imparcial y veraz frente a la comunidad.
Hoy día, en la actual situación política del país, desde el poder se aúpa la “libre empresa de los medios”, y se estimula su posición de rechazo a cualquier sentido social de su gestión, como un servicio a la comunidad y a la comunicación como un derecho público.
Es hora de proclamar con firme decisión, sin temor ni favor, la libertad de expresión en el Ecuador, como un derecho inalienable de los comunicadores y de los públicos. Proclamar el derecho al libre ejercicio profesional, la libre circulación de las ideas por los espacios virtuales y en espacios impresos.
Es hora de proclamar el derecho a una comunicación pública independiente del gobierno y sus servidores. En agosto 2018, el gobierno ecuatoriano cerró la agencia pública de Noticias Andes y el sistema de información El Ciudadano. Andes, que formaba parte del pool de medios públicos, dejó de emitir información el 16 de agosto. En la agencia laboraban 51 personas, según el directorio de la empresa digital.
Es hora de proclamar la diversidad informativa y el contraste de fuentes como procedimientos válidos para ejercer libremente el derecho a una comunicación en plenitud. Quienes ejercemos el periodismo independiente invocamos el espíritu libertario de Eugenio Espejo para exhortar al poder central el respeto absoluto por las ideas y la tolerancia total frente a las acciones de un periodismo responsable y democrático.
Un país sin prensa libertaria, es un país sin futuro. Un país sin una palabra abierta a las nuevas ideas, a los derechos humanos, a la defensa de las minorías étnicas, sociales, sexuales o culturales es un país que sucumbe en el silencio más vergonzante contra las injusticias, las inequidades y las exclusiones.
El periodismo hoy debe ser un baluarte en la defensa de los derechos colectivos y los grandes intereses nacionales. Ese periodismo que soñó don Eugenio de Santa Cruz y Espejo y que hoy tanta falta hace al país.