En los detalles está el mito, dice Roland Barthes, y el mito de la Navidad está lleno de detalles ajenos a lo que en la actualidad conocemos y celebramos el 25 de diciembre. Los detalles del mito navideño comienzan por atribuir a la fecha el nacimiento de Jesús de Nazaret, cuya fijación en el calendario es motivo de polémica, puesto que algunos historiadores señalan que ocurrió en mayo, abril o incluso septiembre u octubre.
El otro detalle mítico es concebir a la Navidad como una fecha religiosa lo que constituye un error, puesto que el origen de la Navidad es pagano. El surgimiento de la Navidad data de dos siglos después del atribuido al nacimiento de Cristo y sería instituida como una forma de neutralizar y reemplazar la festividad en honor a Saturno o Saturnalia romana que era un evento realizado con motivo del solsticio de invierno. Durante la Saturnalia el sol estaba más bajo en el cielo y por esto los días se hacían más largos simbolizando el crecimiento. Esta celebración estaba profundamente vinculada con la agricultura en honor al sol que hacía posible la siembra y la cosecha. La fiesta romana en homenaje a Saturno rey del Sol era desaforada y pagana lo que motivó a los cristianos a imponer su celebración religiosa vinculada a la figura de Cristo. El rey solar o sun en su similitud fonética con el vocablo son -hijo- fue reemplazado por el hijo de dios.
Posteriormente, la religión se impuso en el Imperio Romano y sería Justiniano el monarca que instauró la celebración de la Navidad como fiesta cívica y que en el medioevo se convertiría en motivo popular de jolgorio. Un detalle mítico contradicho por la realidad histórica es que los antiguos romanos en la iglesia cristiana no acostumbraban a celebrar las natividades, sino la muerte de las personas que consideraban importantes. La propia biblia en uno de sus pasajes señala: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mat. 15:9). La Navidad no es un mandamiento de Dios, es una tradición de los hombres: “Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”. (Marcos 7:9)
El fuego, otro elemento mítico en la historia de la humanidad cobraría importancia en la representación simbólica de los pueblos y por tanto sería deificado. Saturno de hecho toma ese nombre por sus anillos y color que marcan esta asociación. En diversas culturas existía el dios fuego y del sol. En Egipto fue Vulcano, los griegos lo llamaron Cronos, los babilonios Tamuz o Nemrod cuando resucita en su hijo. Nemrod está asociado a la rebeldía como el primer dios original de la historia que trató de reemplazar a la deidad mayor si ésta intentase “ahogar al mundo”. Saturno, en cambio, era considerado devorador de niños puesto que la ofrenda de infantes al dios sol era parte de la creencia del fuego como algo divino que limpiaba los pecados y defectos que se pasaban de generación en generación, por lo que a los niños debían quemarlos para eliminar estas genéticas.
El vocablo Navidad es otro detalle mítico asociado al nacimiento de Cristo. Pero puede provenir de la palabra “caníbal”, una práctica común entre los que adoraban a Saturno, puesto que el mismo Saturno devoraba a sus hijos.
La Navidad moderna instauró un personaje mítico: Santa Claus o San Nicolás anteriormente. Santa era el nombre del dios Nemrod en Asia menor. La navidad asociada a los niños tiene su explicación en el hecho de que Nemrod también devoraba niños y hoy le da regalos. Entre los romanos se daba regalos a los niños pobres, y los druidas justificaban sacrificar a los niños como una ofrenda para el dios que adoraban en estas fechas. El vocablo Nicolás proviene de nikos, cuyo significado es constructor o destructor, en tanto Laos significa “pueblo”. Los nicolaitas seguidores de San Nicolas, son el pueblo que sigue al destructor, que remite nuevamente a Nemrod.
El mito del nacimiento de Jesús de Nazaret en diciembre 25, está rebatido por ciertos detalles históricos. La imagen del pesebre nos la han vendido como un sitio humilde rodeados de pastores y ovejas. Sin embargo, se conoce que los judíos enviaban a sus ovejas a los desiertos cerca de la Pascua y éstas volvían cuando llegaban las primeras lluvias, que comenzaban durante el otoño. Cuando Jesús nació, las ovejas “pastaban al aire libre”, por lo que todavía no había llegado octubre. Según este detalle, resulta difícil encajar al nacimiento de Jesús en el 25 de diciembre ya que éste ha tenido que ser a finales de septiembre o principios de octubre. La fecha del 25 de diciembre es impuesta por los lideres cristianos en los siglos III y IV en el año 350, cuando el Papa Julio I la sugiere y el Papa Liberio la instaura definitivamente 4 años después.
La razón histórica en firme estaría en el hecho de que la Iglesia cristiana impuso la fecha como estrategia en su proceso de expansión, en el que sistemáticamente buscó absorber y fusionar sus celebraciones con los ritos paganos de los diversos pueblos convertidos. El 25 de diciembre no fue elegido para la Navidad porque fuese el nacimiento de Cristo, si no “que era la mejor formar de sustituir la Saturnalia, una celebración pagana que, cuando el mundo eclesiástico se impuso, debía ser totalmente exterminada”.
El mito de los regalos navideños de igual forma tiene un origen polémico. De hecho, un primer antecedente puede estar entre los romanos que en la fiesta de Saturnalia intercambiaban regalos entre ellos. No obstante, los cristianos lo atribuyen a un origen religioso: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?… Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. (Mateo 2:1-11). Como indica la biblia, en el momento que los Reyes Magos le ofrecen obsequios al niño Jesús, es lo que en realidad debería ser la Navidad: unas fechas para hacer ofrendas a Cristo.
Una verdad navideña que representaría un buen regalo para nuestros lectores, es que es bueno comprender que aquello que celebramos en la Navidad moderna no tiene nada que ver con sus origenes. En los detalles está el mito que hay que comenzar a cuestionar.