Hay operaciones quirúrgicas que extirpan tumores malignos y otras que reconstruyen en plástica cirugía, rostros afeados. Pero hay intervenciones que liman las uñas, quitándo la fuerza y garra originaria a su objeto quirúrgico. Eso es lo que ha ocurrido al cuerpo y espíritu de la Ley Orgánica de Comunicación, LOC, que en manos de una Asamblea Nacional obsecuente con los grandes poderes mediáticos, fue desnaturalizada de su origen. Según el texto aprobado esta semana en el legislativo, 100 artículos fueron modificados: 63 reformados, 14 derogados y en 23 se realizaron agregados en la desvencijada LOC. El documento tuvo 75 votos a favor, 25 en contra y 7 abstenciones haciéndose eco del informe de la Comisión de los Derechos Colectivos encargada de tramitar la reforma.
La maniobra quirúrgica de los asambleístas incluyó «pasar gatos por liebre», cuando la socialcristiana Cristina Reyes logró introducir una transitoria relacionada con la renovación de las frecuencias de radio y televisión: «Se renovarán por única vez las concesiones de frecuencia de radio y televisión, previo al informe jurídico y técnico sobre el cumplimiento de las obligaciones establecidas en los respectivos contratos de concesión y cuyo plazo haya vencido previo a la fecha de promulgación de la presente Ley en el Registro Oficial». Inconcebible y tramposa maniobra, toda vez que se había impugnado por irregularidades la concesión de frecuencias vigentes.
Lo peor estaba por venir. Luego de ocho horas de “debate”, con la intervención de 32 legisladores, se dio paso a la votación y la LOC quedó con las uñas mochadas para ejercer su verdadero sentido de origen: poner a raya el poder omnímodo de las empresas mediáticas. Entre las nuevas disposiciones se lee: «Los medios de comunicación social de carácter nacional no podrán pertenecer en más del 49% de su paquete accionario de forma directa o indirecta a organizaciones o compañías extranjeras domiciliadas fuera del Estado ecuatoriano ni a ciudadanos extranjeros, salvo aquellos ciudadanos extranjeros que residan de manera regular en territorio nacional», según la reforma al artículo 6.
Entre los cambios destacan la eliminación de Supercom en un plazo de 180 días, así como el capítulo relacionado con los códigos deontológicos contenidos en los artículos 9 y 10 de la Ley vigente. Este criterio es preocupante, puesto que de ahora en adelante no hay un código que oriente la ética de los medios, es decir, amorales o inmorales, da lo mismo a la hora de ejercer el periodismo. La bancada correísta se opuso e intentó presentar un informe de minoría, pero el titular de la Comisión de los Derechos Colectivos, Jorge Corozo, no dio paso.
La supresión del linchamiento mediático, es otra de las novedades de la reforma de la LOC. Para la ex Presidenta de la Comisión de Comunicación, Betty Carrillo, que trató el tema en la LOC original, “es un atraco lo que está pasando en este momento con los medios de comunicación, que tiene consecuencia con la vida de las personas con la dignidad de los seres humanos. Se destruye así la evidencia fehaciente de ese poder mediático cuando es utilizado para destruir a alguien”.
Uno de los cambios que realizó la comisión de Derechos Colectivos fue disponer que «todas las acciones pecuniarias que se hayan impuesto a los medios de comunicación y a periodistas por parte de la Supercom sean revisadas». Esta sugerencia, según observadores, es el primer paso para la impunidad de los actos cometidos por aquellos medios que infringieron la original Ley de Comunicación. Otra rueda de carreta con la que comulgaron los asambleístas, se refiere a un texto en el artículo 94 de la LOC, donde “los medios de comunicación quedarían habilitados para emitir publicidad de bebidas de moderación de hasta cinco grados de alcohol”.
La Comisión de Derechos Colectivos estableció también un texto que “obliga, tanto a los anunciantes públicos como privados, a distribuir equitativamente la pauta publicitaria en los medios de comunicación de cobertura regional o local”. Una ingenuidad que supone que los anunciantes están pensado en los intereses de los medios y no en los suyos propios.
La operación quirúrgica -sin anestesia y sin oxígeno-, mutila la principal ley que precautelaba los derechos de los consumidores de información, regulaba la práctica profesional y ponía reglas del juego a las empresas mediáticas. Sin dios ni ley, la comunicación ahora es un oficio ejercido en tierra de nadie.