Me gusta disfrutar el buen fútbol desde los graderíos de un estadio o sentado cómodamente ante el televisor. Por lo general no sigo las incidencias futbolísticas semana a semana, y me parece que los colegas periodistas deportivos lo hacen bien, como hinchas con micrófono o filósofos de media cancha.
Sin embargo, mi afecto por la Liga Deportiva Universitaria ya tiene cuarenta años, con el antecedente de que mi condición de estudiante de Periodismo en la Universidad Central me hizo abrazar la pasión blanca. No fue difícil porque las coincidencias eran grandes.
En Chile, desde niño me identifiqué con “el equipo albo”, el popular Colo-Colo y seguí las incidencias de su trayectoria hasta ahora. Siempre me sentí con el “alma blanca”, no por motivos religiosos sino estrictamente deportivos, motivado por la gloria del equipo colocolino que marcó mi infancia. Las proezas de Colo-Colo de ser 31 veces campeón en su historia, y luego llegar a ser campeón de la Copa Libertadores de América, el 5 de junio de 1995 al vencer 3-0 a Olimpia en el Estadio Monumental de Santiago de Chile, son una leyenda que pintó mi alma de blanco para siempre.
Algo similar sucede con Liga Deportiva Universitaria que consigue hoy su decimoprimer campeonato nacional y ha llenado de gloria los anales del fútbol ecuatoriano. La LDU logró convertirse en el mejor club de América el 2 de julio del 2008, cuando en un partido inolvidable derrotó en serie de penales 1×3 a Fluminense, nada más y nada menos que en el mítico Estadio Maracaná de Brasil.
Ayer domingo el alma blanca se volvió a estremecer de alegría cuando Liga consigue el 11 Campeonato del Fútbol Ecuatoriano, frente a un Emelec que cayó derrotado 1×0 luego de dar dura batalla en la cancha en un cotejo lleno de emociones.
Los festejos de los hinchas zambulléndose en la pileta de la plazoleta Indoamérica, frente a la Universidad Central, me recordaron mis días de estudiante universitario cuando celebrábamos los triunfos blancos en ese lugar simbólico para los hinchas de la Liga.
No soy comentarista deportivo, pero sí soy narrador de emociones. Grandes temas y grandes historias, como la de Liga, motivan esta nota de sinceras felicitaciones al “club de mis amores universitarios”. A los once muchachos que dejaron todo en la cancha hasta prender el pecho de gloria deportiva, a la Institución y sus directivos, a los miles y miles de liguistas que hoy despertaron con una sonrisa en los labios después de soñar despiertos el triunfo logrado por nuestro equipo.