Por Maria Eugenia Paz y Miño
Sigo aquí embalada con la canción del Chulla quiteño. De tanto oírla ya tengo pesadillas. Solicito de manera formal a las autoridades municipales y de cultura de la ciudad y del país (¿existen o son una entelequia más de la pesadilla?), que inicien una cruzada, maratón o lo que sea para que erradiquen esta canción ridícula que habla de un ser (macho) que habita dizque en la ciudad de Quito.
¿Dónde están pues «las indas chiquillas quiteñas» que son dueñas del corazón de este fantoche llamado chulla quiteño? El único verdadero chulla quiteño que existió fue Don Evaristo Corral y Chancleta. Y a este lo sacaron del Teatro Sucre, el mismo tipo de autoridades y «genios» de la cultura de la ciudad, que tienen mente y alma de colonizadores.
De tanto machacar a toda hora que este esperpéntico personaje «chulla quiteño» es supuestamente «la joya de este Quito colonial», ya se puede comprender el mensaje directo de la identidad de la ciudad con lo colonial. Lo peor es que esto de «colonial» no ha sido construido para valorar y conocer el arte pictórico, escultórico y arquitectónico de un tiempo vivido que da cuenta de una historia; se ha construido sobre la base del tradicionalismo, del moralismo, de la censura a lo joven, a lo revolucionario que sí hay en Quito.
Peor aún, es un colonialismo patriarcal (aunque la palabra suene trillada y aparezca como reivindicación «feminista»). O sea hecho por quienes se han sentido, terratenientes, oligarcas, amos-patrones, dueños de la Loma Grande, de la Guaragua, del Panecillo y la Plaza Grande (pésima rima además), y que representan a los caciques familiares, los patriarcas que en su momento enviaban a sus hijas a los conventos para que se portaran «bien» y guardaran su virginidad para otro cacique igual que solo iba a utilizarlas como objeto sexual. Ahora quieren continuar con las inequitativas costumbres de que les sirvan y les rindan pleitesía.
Acompañados de su cohorte de «chiquillas» quiteñas que no conocen que hubo una Manuela Sáenz. Esa sí gigantesca ama y señora, Caballeresa del Sol, la Generala. No la reina que espera poder ir a las corridas de toros que ya la mayoría votó para que se abolieran, pero los patriarcas tan con sangre de casta «bravía» quieren hacernos creer que atraerá al turismo, cuando el turismo huyó de Quito el día mismo en que destruyeron los vestigios kitu-kara de la plaza de San Francisco.
Además no hay cómo cantar en femenino esa canción, pues ya se sabe que un hombre puede ser chulla quiteño pero una mujer no, pues sería ya no “chiquilla” quiteña sino prostituta. Así que pido también a los movimientos feministas que entre sus reivindicaciones se contemple la erradicación del Chulla quiteño.
Hay que liberarse y empezar por algo: Desde el 2019 sin chullas quiteños
¿No les parece suficiente que salga un video de uno de estos que se creen chullas quiteños, diciendo que tiene plata y que su papito militar o policía tiene poder y dinero para protegerlo en sus malcriadeces y estupideces? ¿Hasta cuándo hay que soportar este tipo de atentados contra la dignidad de las personas? Y también los policías, que se ponen a discutir con un man que no sabe ni manejar pero tiene carrito que le dio papi. Seguramente también tiene mama. ¿No será el carro de la mamita? ¿No será su mamita de esas que se convierten en suegras perversas que quieren que sus nueras vayan a misa todos los domingos mientras sus hijitos pasan el chuchaqui? ¿Esas son las herederas de las “lindas chiquillas” “dueñas de mi corazón”? Discutiendo los y las chapas ahí con un borracho. ¿No han visto siquiera las películas gringas de policías que pasan en la tele? Ahí los policías ordenan: “Sal del auto” y no están con eso de que aquí puse y no aparece..
Todo de lo last, por esa canción que atenta contra el sentido común. Quizá algún día fue importante, quizá el autor fue lo máximo. Que el pasado quede donde debe estar: en el pasado.
Ahora es otro tiempo. !A romper las cadenas de este Quito colonial!