Uno de los primeros síntomas premonitorios de lo que estamos viviendo hoy en la política criolla, tuvo lugar el 24 de mayo del 2017, cuando el recién posesionado Presidente Lenin Moreno, declaró: Ecuador es mi partido. Quienes estábamos a escasos metros de la escena de un Presidente saliente, Rafael Correa, de pie junto a la silla con ruedas del Presidente entrante, regresamos a ver la blanca palidez del ex mandatario. El impacto de la frase tuvo su efecto gastrointestinal en Correa, por indigesta, demagógica y manida, dicha por todos los políticos de la derecha en más de alguna ocasión. Acto seguido, un discurso desnutrido de contenido político dio lugar al ocaso de una ceremonia celebrada bajo negros nubarrones políticos.
A un año y medio de ese suceso, Moreno tiene la oportunidad de poner en práctica en toda su magnitud la ufana declaración de no sentirse parte de Alianza País como su agrupación política que lo llevó al sitio donde actualmente ejerce las veces de un mandatario, sin obligaciones partidistas, el Palacio de Carondelet. Como complemento de su apartidismo rampante, Moreno dijo a los pocos días que su presidencia no podía pasar de dos años. Un Presidente sin partido, con vocación de interinazgo al más puro estilo del alarconato, explica la poca gestión y el constante dribleo que realiza el Presidente con la derecha recalcitrante y con cierta izquierda vergonzante, dejando al descubierto su verdadera condición política.
Y para muestra de la transitoriedad oficial, Moreno está a punto de nombrar a su tercer Vicepresidente en menos de dos años. Eliminado Glas del juego cruel de la política, opta por sentar a su lado a una mujer con orígenes familiares “de izquierda”, costeña, y sin ribetes personales propios. Un elemento desechable, cual muñeca de plástico político. Reina de la fugacidad duró lo que tenía que durar como pieza comodín hasta recomponer el tablero. Hizo méritos no cabe duda, se ajustó perfectamente, y con creces, a la agenda anticorreístas aportando lo suyo en odio verbal y sed de venganza. Luego hizo malabares en Guayaquil junto a un Nebot callejero que sabe como movilizar a su gallada, con la que se colude en un desfile.
Sintiéndose también sin partido y transitoria como su jefe, la Vicepresidenta cayó del pedestal del poder golpeada por una carambola política creada por sus propios ex asesores cuando ejerció de asambleísta. Por unos dólares más, supuestamente diezmados a su ex subordinado que se insubordinó para darle la puñalada en pleno pecho, hoy enfrenta una investigación de carácter judicial. En acto lento, casi vergonzoso, la Vicepresidenta no renunció el momento que se lo solicitó la Asamblea emulando a Pilatos. Tuvo que ser el propio Moreno -que la deja sin funciones, además, sin partido y sin pensión vitalicia como ex Vicepresidenta- quien la haga renunciar, poco menos que a empellones.
Y la segunda fase de esta historia comienza cuando Moreno, sin partido, sin apoyo popular y sin saber cómo seguir gobernando, sugiere una terna de tres apartidistas, poco menos que “apolíticos” -Otto Sonnenholzner, Nancy Vasco de Maldonado y Agustín Albán-, y nuevamente se ufana de ello: “He propuesto para la vicepresidencia la terna de 3 ciudadanos comprometidos con el país, que están en toda la capacidad de asumir este rol tan importante para el país”, dijo redundantemente en su cuenta de Twitter el Mandatario. “No hay ninguna relación política con ninguno de ellos. Tienen un pasado limpio, transparente, honesto, de trabajo de esfuerzo, que no sean militantes de ningún partido político”, garantizó.
¿Por qué Moreno querrá desconocer con tanta vergüenza pertenecer a un movimiento político -Alianza País- que lo encumbró al poder? Elemental, mi querido Watson: para despistar a moros y cristianos y a río revuelto dar lugar al ascenso de una fauna y flora políticamente ambigua, apartidista, cuyo común denominador es el odio al régimen anterior. Venga de donde venga, de la derecha recalcitrante o de cierta izquierda vergonzante que hoy, incluso algunos de sus coidearios, se retiran del gobierno en puntillas, dando besitos volados a ver si todavía soy útil para algo dentro o fuera del país.
Estamos de cara a una charada política cuyo guión escriben entre gallos y medianoche, al apuro. No sea cosa que la pilísima actitud de la derecha, rápida, efectiva y consecuente, les madrugue en el poder y se queden sin pan ni pedazo. Una alianza tácita y a ratos explícita, cuyo único afán es la recuperación de privilegios oligárquicos y acabar con todo vestigio de política social en desmedro de un pueblo al que en el fondo y en la forma, desprecian.
Para eso son útiles quienes, dentro o fuera del partido -que obviamente no es el Ecuador, sin dios ni ley, les heredan el poder desvergonzadamente.