Un reciente encuentro del Foro Mundial del Pensamiento Crítico en Buenos Aires ha puesto en cuestionamiento la posibilidad de que el pensamiento social de América Latina caiga, una vez más, en los extravíos del neofascismo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia o el racismo. Esto, a propósito del camino emprendido por Brasil con la elección de Jair Bolsonaro o el anterior triunfo de Mauricio Macri en Argentina; ambos, una clara expresión ideológica reaccionaria como signo de un tiempo de desencanto social y político.
Cuando parecía que el pensamiento crítico llegaba a fin, Atilio Borón constata que los concurrentes al foro, intelectuales de gran talante y público masivo, “cuestionaban el saber convencional de las ciencias sociales, comenzando por la Economía, sino que expresaban la profunda convicción de que el camino neoliberal por el cual algunos gobiernos están llevando a nuestros países conduce inexorablemente a un holocausto social y ecológico de inéditas proporciones”.
Frente a esa realidad, Borón enfatiza en la necesidad de construir una nueva alternativa política con el fin de “evitar el derrumbe catastrófico de la vida civilizada”. Alternativa que permita “enfrentar a los hiper-organizados (en Davos, en el Grupo de Bildelberg, en el G-7, etcétera) enemigos de clase”.
Tarea pendiente no menos crucial que supone realizar un “trabajo de concientización para exponer el lento genocidio que perpetran las clases dominantes del capitalismo mundial (contra los adultos mayores, los jóvenes, las mujeres, los pueblos originarios, los afrodescendientes)», entre tantos otros.
Borón llama a consolidar “organización, unidad en la lucha, concientización y una sofisticada estrategia política de construcción de poder popular que no debe, bajo ninguna circunstancia, reducirse al sólo momento electoral. Si “los mercados votan todos los días” -y nosotros cada cuatro años- debemos hacer lo mismo, señala Borón, y ”luchar a diario con independencia del calendario electoral”. Una lucha que reclama “mucha inteligencia, mucha fuerza y mucha pasión”, sin las cuales nada podrá construirse. De eso se trata, concluye Borón, “ de no distraernos y pensar lo importante, es decir, de cómo retornar al gobierno y desde ahí, y con el pueblo en las calles, movilizado y organizado, conquistar el poder. Lo demás es pura catarsis, que tranquiliza algunos espíritus pero que condena a la impotencia política a quienes la cultivan”.
La derecha sin izquierda
En el foro de Buenos Aires, Cristina Fernandez sugirió que “la distinción entre izquierda y derecha era un anacronismo”. Borón se pregunta, “¿si la izquierda está muerta, dónde están los cadáveres de sus sujetos: los obreros, los campesinos, los originarios, las mujeres, los jóvenes, los explotados?” ¿Es que han desaparecido? No, de ninguna manera. Están allí, retorciéndose de dolor ante tanta opresión, explotación, humillación”. Y, reflexiona: “mientras sobreviva el capitalismo y sus víctimas sigan creciendo en proporción geométrica la izquierda estará más viva y será más necesaria”.
En el haber de la izquierda está el empoderamiento de vastos sectores sociales anteriormente privados de los más elementales derechos y la reafirmación de la soberanía económica, política y militar de los países gobernados por la izquierda, por contraposición a la profundización de la subordinación económica, política y militar impulsada por los regímenes derechistas.
Borón recuerda que la supuesta extinción de la diferencia entre izquierda y derecha fue exacerbada en los noventas cuando se decía que la historia había llegado a su fin (Francis Fukuyama dixit) y con él la lucha de clases y los proyectos de izquierda. Pero las resistencias populares dieron al traste con esas rosadas expectativas, concluye.
Como corolario de su reflexión, Borón cita a Norberto Bobbio, en un hermoso libro llamado Derecha e Izquierda y reconstruye la metáfora: “entre el blanco y el negro puede haber un gris; entre el día y la noche está el crepúsculo. Pero el gris no anula la diferencia entre el blanco y el negro ni el crepúsculo hace lo mismo con la diferencia entre la noche y el día”
Eso mismo ocurre entre la izquierda y la derecha.