Fue la crónica de una renuncia anunciada, o al menos esperada por quienes anhelamos que Fander Falconí exprese una respuesta categórica frente a la grave situación en que deja al Ministerio de Educación la decisión Presidencial de reducir su presupuesto en casi un 50% para el año 2019.
Según el informe de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional, esa Cartera solicitó USD 675 802 317 a Finanzas para el 2019. Y este último ministerio, dirigido por Richard Martínez, le asignó USD 281 034 411 menos. Esa cantidad supone un recorte de al menos 50% en los programas de alimentación escolar, entrega de uniformes y textos escolares. También una disminución de la mitad del Plan de Recategorización o ascenso de los docentes.
El día de ayer, en un cruce de criterios con el ex titular de Educación, lo exhortabamos a renunciar en consecuencia con sus principios, en claro contrapunto con la insensible postura del Ejecutivo de recortar presupuesto a la educación, que afecta a más de cinco millones de estudiantes en el país. Minutos después de publicado nuestro artículo en LAPALABRABIERTA, Falconí nos respondía vía WhatsApp: «Gracias Leonardo, para mí lo más fácil es renunciar lo más complicado y responsable es quedarme hasta el debate final en la Asamblea el martes. Una pequeña aclaración:…Yo nunca me referí al presupuesto de salud, aunque en efecto sí hay recorte…en lo sustancial, hay fuerte reducción de salud y educación».
Finalmente, el Ministro de Educación renunció en horas de la tarde, mediante oficio MINEDUC-MINEDUC-2018-01164-OF, del 22 de Noviembre de 2018. Y lo hizo en términos cordiales con su Jefe de Carondelet, como si no hubiera ningún motivo de fondo para dejar el cargo, es decir, sin mencionar las razones que lo llevaron a tomar la decisión: “Presento mi renuncia irrevocable al cargo de Ministro de Educación, que he desempeñado desde el 24 de mayo de 2017. Al hacerlo, reitero mi más profunda gratitud por haber confiado en mí y por habernos apoyado siempre a quienes trabajamos por la educación ecuatoriana”.
Primera objeción. El mentado apoyo dejó de existir el momento en que el Presidente Moreno le recorta la mitad de los recursos para hacer su trabajo. Pero Falconí no lo menciona como causa de su renuncia. El ex ministro continua dirigiéndose a Moreno y alude a “ la pasión que compartimos con usted por la enseñanza que nos ha unido en el trabajo diario”.
Segunda objeción. A Moreno, una de las pocas pasiones que le conocemos se relaciona con el cuestionamiento sistemático expresado a su ex Jefe, el economista Rafael Correa. Finalmente, Falconí luego de recordar lo que hizo al frente de la cartera en programas de “alfabetización”, “acompañamiento docente”, “construcciones educativas”, “capacitación” y lucha contra “el abuso sexual” en las aulas, tareas que ya no iba a poder seguir cumpliendo a voluntad debido a la negación de recursos oficiales a la educación, el ex ministro concluye que se lleva de Moreno “el mejor recuerdo de su amabilidad y buen humor”.
Tercera objeción. La medida de dejar sin recursos a la educación, y a la salud, será siempre un mal recuerdo de este gobierno y un chiste muy serio, sin ningún sentido del humor.
¿Qué motiva al señor ex ministro de Educación, Fander Falconí, “morderse la lengua” frente a lo que está sucediendo en el gobierno, y silenciar en su oficio las verdaderas razones de su renuncia? No lo sabemos, ni lo queremos saber. Que cada quién guarde en la conciencia el examen que lo exima de toda culpa. No obstante, Falconí indignado, escribe en su cuenta de Twitter: «Al cortar fondos para la educación, se ataca a toda la sociedad, en especial a la niñez y a la adolescencia. Lo más grave es que se destruye el futuro del pais».
Podemos destacar la actitud caballerosa de Falconí, flemática, al más puro estilo británico. No obstante, conocedores de su postura humanista y socialmente responsable, no podemos sino celebrar su indignación, pero no comprendemos su complacencia -en el tono de su renuncia- frente a los despropósitos de un régimen que, traicionando todas las promesas de campaña del movimiento creado por su ex coideario -y hoy su enemigo acérrimo, Rafael Correa- que lo encumbró al poder, desconoce toda consecuencia con sus propias acciones.
La historia, sabrá juzgar a cada quién, en su justa medida.