El poder evocador de la imagen, la suscitación de la memoria, son gestos que entraña la realización artística de Paula Parrini, fotógrafa, productora de cine, y comunicadora audiovisual de reconocida trayectoria. Y la propuesta se plasma en su nuevo libro y exposición de fotografía, UIO, un vuelo que nos devuelve el ir y venir de los aviones que decolaban y aterrizaban en el viejo aeropuerto quiteño que estaba en el centro de la ciudad.
-“Me motivó el asombro de los aviones pasar -cuenta Paula-, soy quiteña y crecí alrededor del aeropuerto de Quito y ver cómo llegaban los aviones me parecía sorprendente, cómo pasaban a ras del suelo casi sobre tu cabeza, y empecé a hacer fotografías antes de que el aeropuerto se fuera a Tababela”.
La imagen simbólica es un ámbito que le es familiar a Paula Parrini, productora de los largometrajes Qué tan lejos, En el nombre de la hija, Cuando me toque a mí, y del documental Luz de América. Es una creadora de universos disímiles, más allá del fotoperiodismo, del documentalismo y del arte conceptual. En un ejercicio de la memoria, Paula emprende el vuelo hacia su infancia en el barrio aeropuerto y nos presenta sus evocaciones aéreas en un juego de Tangram que desafía la imaginación, y estimula la memoria colectiva de los habitantes de la ciudad.
-“Empezó a ser un juego de memoria, porque la gente empezó a olvidar de ese hecho, y me gustó jugar con la memoria. Luego vino la propuesta del Tangram, juego milenario de origen chino que estimula la memoria visual. Por ahí conecté los aviones, pero las imágenes comenzaron siendo un documental y pasan del documentalismo a otro territorio y eso me dio la opción de cortar la imágenes y hacer tangram y jugar”, manifiesta Paula.
El prólogo del libro UIO, -ediciones Paradocs Fotografías-, en una lúcida apuntación de María Fernanda Troya, señala que “la presencia ausente de esas cajas de metal y de sus ruidosos pasajes por nuestros cielos se trabaja aquí desde una mirada fértil: el contraste y la repetición son los recursos más usados, junto con una suerte de anulación tridimensional que vuelve, por momentos, inverosímil, toda representación, como en un “braile mental”, como diría Gabriela Alemán en una ocasión, a propósito de las fotografías de Paula Parrini”.
Parrini concibe la fotografía como un oficio de la soledad. Enfrentada a la calle, sola y cámara en mano, va descubriendo y cubriendo bajo su personalísima mirada, los espacios urbanos en su poética y desgarres dramáticos.
-“El trabajo del fotógrafo es un trabajo solitario y al final en la edición siempre tienes a alguien, yo siempre he trabajado de la mano de Coco Laso y de Diego Arteaga -esta vez-, y así se convierte en un trabajo en conjunto”, reconoce Paula.
El fotógrafo es emocionalmente vulnerable -dice Francoise Coco Laso, editor del libro UIO- y toma decisiones solo, como la gran potencia y el gran dolor de los creadores de imágenes fotográficas en el estilo de Paula. Parrini está fuera de los esquemas convencionales, -continúa señalando Laso-, le admiro mucho como fotógrafa, porque no es ninguna documentalista, no está haciendo foto periodística, ni tampoco se ha comido el cuento del arte, sino que está buscando su propio lenguaje y entonces uno ve unas imágenes que no está acostumbrado a ver, que no están dentro de esos cánones y ahí está la gran fortaleza. Desde su primer libro, Barrio, va afinando su propio camino y eso solamente una artista con temple puede hacer.
-“Esta muestra UIO tiene que ver con el PNL, una pseudociencia de programación neuro lingüística que me causó un gran efecto cerebral cuando hice una terapia, vi que me abrió la memoria y el recuerdo por los sentidos, desde ahí el tema de la memoria y provocar los sentidos, por eso propongo una muestra en donde la gente pueda acercarse a la imagen y tocarla”, señala Paula.
La muestra que se abrió este fin de semana permanecerá hasta fines de diciembre en la sala C del primer piso del Centro Cultural Cumandá, en el centro histórico de Quito. El público tiene la opción de jugar con las imágenes, reordenándolas, lo que genera emoción por la sensorialidad de tocar las fotografías. Junto a las imágenes impresas en material imantado, se proyecta un video del making off de la producción fotográfica. Diego Arteaga de RegistroAurora, productora encargada del montaje y video, considera que el proyecto “es elegante, arriesgado, porque normalmente alguien que se forma como fotógrafo clásico se queda en fotógrafo clásico, Paula ha decidido tomar otras líneas más arriesgadas, abrir el campo de la fotografía hacia el arte y trabajar otras propuestas como interactuar, es una de sus grandes virtudes, además de la sobriedad y limpieza, son grandes atributos. Es una poética del recuerdo, echar a volar la memoria, poetizar sobre el olvido”.
El hilo conductor de UIO en su unidad temática de los aviones, es el uso del blanco y negro que le da coherencia, el libro es un caos y eso es lo interesante. Esa es su fuerza, rompe cualquier narrativa. En ese sentido el libro es caótico, como era el antiguo aeropuerto, llegaban los aviones a cualquier hora, aterrizaban, se caían…
Pájara la memoria, en estos días en que todo dura exactamente lo efímero, se trata entonces de mantener algo que era parte del cielo nuestro, y evocar la vulnerabilidad de esas siluetas de aviones a través de la cual solo nos queda preguntarnos, ¿que puebla ahora, nuestros cielos?