En la fachada del Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana pende una gigantografía con la imagen de Haruki Murakami, y la suya es una expresión de no gustarle posar para las fotos. Sentados en la puerta aun cerrada, llama la atención la masiva presencia de un público joven que asiste al conversatorio que sostendrá el ministro Raúl Pérez Torres con el escritor de origen japonés, más leído del mundo en los actuales momentos.
A las siete de la noche se da inicio a la entrevista en un escenario sobrio, compuesto por dos sillones y un background minimalista. El teatro luce repleto, con un público en el que destaca la mayoritaria presencia femenina. En la presentación introductoria, Pérez Torres enfatiza en que Murakami es un autor leído por multitudes y criticado por considerárselo “occidentalizado y destructor de la sagrada lengua japonesa”. Luego del preámbulo, el interlocutor de Murakami abre fuego para desentrañar qué hay detrás del autor más leído del mundo actual.
En referencia a que su obra “atraviesa muros y si acaso el abismo es una salvación”, Murakami responde que “cuando se escribe una novela es necesario ir a ese otro mundo y atravesar el muro, hay que descender hasta el subconsciente. Yo como novelista soy un solitario, hay que ir a ese otro mundo, pero si no puedes regresar, es una trampa”.
Pérez Torres al indagar sobre el carácter de la obra de Murakami, en la que sus personajes son de algún modo “maniaco depresivos, con una necesidad de religiosidad, de purificación”, pregunta: “¿El arte es una puerta”?
-No soy una persona religiosa -dice Murakami- pero probablemente eso se encuentra en mi subconsciente. Si en mi obra hay una influencia religiosa, tal vez sea cierto. Hay dos religiones, una consciente otra inconsciente.
Los temas son fantasmas hambrientos, dice Borges. En los temas de Murakami, nunca sabemos lo que vamos a encontrar en el camino ¿No tiene la sensación de que sus muchas novelas, son una sola?
-Borges dijo que los escritores tienen cinco elementos que se repiten, una y otra vez, hasta la muerte. Probablemente yo tenga eso también. Los escritores tienen temas limitados sobre lo que escriben y es natural volver a lo mismo. Los gatos son mi obsesión.
¿Cómo es su proceso de escribir, no es muy peligroso, arriesgado?
-En mi adolescencia lei a muchos autores rusos que escribieron novelas muy largas. La noción que yo tenia, mientras más largas mejor. Quiero hacer novelas cada vez más largas. Escribo unas cuatro horas al día, y escribo la misma cantidad de manuscritos por día. La rutina es muy importante para mí, me permite organizarme. Mucha gente cree que los escritores viven vidas emocionantes, yo no lo creo.
El suicidio es una constante de su obra, es un poco desolador…
-En muchos países católicos el suicidio es un pecado, en Japón no lo es. No es algo bueno, pero las personas tienen el derecho de quitarse la vida. No considero que el suicidio sea un pecado. Tokio Blues es escrito sobre mis amigos que se suicidaron.
Aparte de la soledad, en su obra hay personajes de enfermedades raras, mentales, mutilaciónes… ¿Qué piensa sobre la vejez, el paso del tiempo, la muerte?
-Yo soy escritor y me siento vivo cuando escribo. Cuando escribí sobre un personaje joven me sentí ser el mismo. Como escritor puedo ir a cualquier lugar, en cualquier momento, eso es un buen punto, pero con más frecuencia pienso en escribir mis historias de ficción. Para mi la muerte sería ya no poder escribir.
La violencia está presente en su obra, he tenido que saltar páginas cargadas de escenas violentas. ¿Cuál es el nivel de importancia de la violencia en la literatura?
-Mis traductores detestan traducir las partes con escenas violentas y me preguntan por qué tuve que escribir estas escenas tan violentas. A mí y a mis editores nos producen pesadillas esas escenas. Mi padre fue a la guerra en China y contaba relatos de guerra, yo era muy niño y recuerdo esos relatos. Eso quiere decir que he heredado esos relatos, y es mi obligación escribir sobre eso. A mi no me gusta la violencia y seguro que a ustedes tampoco.
Son fuertes las escenas de sexo en su obra, ¿el sexo es una puerta?
-En mi primera y segunda novela no escribí nada sobre violencia no sexo. En Tokio Blues me decidí escribir sobre sexo y ese libro está lleno de relatos de sexo y muerte. Mucha gente me critica porque ese libro estaba demasiado cargado de escenas de sexo, y después de eso decidí que iba a escribir más novelas sexuales y más violencia.
La mujer es un medium, a través de la mujer ocurren las cosas, ha dicho usted. ¿Puede ampliarnos este concepto?
-No creo haber escrito sobre tantos personajes femeninos. Cuando escribo ciertas historias, surgen ciertas mujeres y aparecen de manera bastante natural, y las describo tal como yo las veo. En la mayor parte de mis historias, los personajes no son mujeres, sino hombres y llevan a los hombres en distintas direcciones, ese es el flujo de mis historias. He conocido varias mujeres y han sido más inteligentes que yo, y ellas me han guiado a distintas direcciones. Pienso que la mayoría de mujeres son más inteligentes que la mayoría de hombres. La mayor parte de mis personajes femeninos son un medium.
Su obra está llena de lo poético. Usted ha dicho: Si las palabras que contiene un poema no logran encontrar un túnel profético que lo conecte con el lector, el poema no cumple su función como tal. ¿Escribe poesía, qué piensa de la poesía?
-No concuerdo con su opinión. No lo he pensado mucho, no considero que mi prosa sea poética, en el avión lei un libro de Raúl y pienso que sí esa obra es poética, pero yo no puedo escribir asi. Yo no he escrito ningún poema en mi vida. Para mi la prosa, es solo prosa.
Una de sus novelas es como una alteración, un desajuste del mundo, ¿es ciencia ficción?
No es ciencia ficción, es más bien una historia bastante realista. Pienso que existe otro mundo más allá de nosotros, y si queremos ir allá podemos hacerlo; cada uno de nosotros tiene su propio mundo distinto. Yo escribo sobre ese mundo diferente. Ustedes cuando sueñan van a ese mundo distinto. Nosotros los escritores podemos hacerlo de manera consciente, intencional y podemos ir hacia esos otros mundos, incluso al estar despiertos. Nosotros los escritores soñamos despiertos. Hoy si estoy escribiendo una parte de una historia, sueño esa parte, pero puedo regresar a esa misma parte al día siguiente. Quizás es una gran experiencia. Pienso que si intentan hacerlo, lo pueden hacer, pero no olviden regresar.
–Parece que sus libros, y la gente lo dice, funcionan en mitad del caos, Murakami es un autor para tiempos de crisis. Mientras más crisis hay en el mundo, aparentemente, más libros suyos se venden. Hemos pasado la caída del muro de Berlín, el colapso de la URSS, el once de septiembre, la torres gemelas… ¿Qué nos puede decir del caos y de la venta de los libros?
-Pienso que en parte tiene razón. Sí, en efecto, mis libros fueron bestseller y se vendieron muy bien tras el colapso de la URSS y tras la caída del muro de Berlin, entonces quizás si existe esta relación entre el caos y la venta de mis obras. Mis historias, son historias de personas que intentan sobrevivir en medio del caos. Eso es lo que ocurre en mi mundo, en este mundo distinto. En este sueño se vive caos y lo que hace falta es poder sobrevivir en medio de ese caos. Yo soy más bien optimista. Ese personaje en mis historias cree que puede sobrevivir, pero más importante, aún cree en el amor. En ese sentido mis personajes son optimistas tal como lo soy yo. Mi ficción no es una ficción oscura, es posible que en las condiciones en las que se desenvuelven mis historias, éstas sí lo sean, pero mi historia en sí, no lo es. Los personajes piensan de manera consiente o inconsciente que lo bueno va a prevalecer, tienen esa confianza. Puede ser que los personajes en un momento sean demasiado optimistas, pero esa confianza es justamente el motor de la historia.
Usted escribió el libro Underground, una crónica sobre los ataques con gas en el subterráneo de Tokio, muchos lo han relacionado con lo acontecido con las torres gemelas, cuéntenos algo sobre esa experiencia.
-Después del ataque del gas en Tokio, muchos medios de comunicación se interesaron y realizaron entrevistas sobre los criminales y los terroristas. Yo me interesé en la gente que sufrió el ataque, en las víctimas y en las familias de las víctimas. El incidente tuvo lugar una mañana de marzo de 1995 entre las ocho y nueve de la mañana. No se si lo saben, pero el metro de Tokio siempre va muy lleno de personas que se transporta a su trabajo. En esa ocasión mucha gente murió por el ataque de gas, gente común y corriente. Muchos medios no se interesaron en esas personas, sin embargo yo sí me interesé mucho y me pregunté quiénes eran. Lo que hice fue entrevistar a 67 víctimas que iban en el metro, personas ordinarias de quienes yo quería conocer más. Esto me tomó más de un año. Me di cuenta de que cada persona tiene su propia historia, y eso fue muy conmovedor. Esa experiencia me cambió de alguna manera. Y decidí que yo tenía que escribir mis propias historias para esas personas.
Cinco nombres para acercarle a nuestra América: Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, García Marquez y Manuel Puig, los cinco escritores exploran como usted lo extraño que se esconde tras lo banal. ¿que reflexión le merece?
-Me encanta leer a García Marquez y Manuel Puig, considero que tienen una maravillosa imaginación. He leído su obra y disfruto mucho la lectura de estos autores.
Usted ha dicho que los ismos van desapareciendo, y habla de un mundo post ideológico, ¿podría decirnos algo sobre el tema?
-Yo no confío en ningún ismo, ni en el posmodernismo ni en el poscolonialismo, esto para mí no significa nada. Alguna gente ha dicho que mi trabajo puede ser enmarcado en el posmodernismo, pero a mí no me importa. El único ismo en el que yo creo es el murakamismo. Cuando estuve en la universidad en los EEUU varios estudiantes querían entender cuál era el tipo de ismo que yo estaba enseñando, y me sorprendí porque no tengo ningún ismo que enseñar. Cuando tengo una buena historia, sé como la quiero contar, pero no puedo enmarcarla en ningún ismo.
Usted también es traductor, difícil profesión, podría decirnos algo sobre esto, ¿algo se va perdiendo en la traducción?
-He traducido tantos libros en 40 años, son tantos que me sorprende. No considero que es difícil, realmente lo disfruto, cuando no quiero trabajar, me pongo a traducir. Lo veo más bien como un hobby. Es un gran sentimiento saber que todas las cosas son intercambiables.
¿Como definiría la cultura popular?
-Mis historias comprenden tantos elementos, que el arte popular es solamente una de ellas. Amo la música, amo los gatos, los elefantes. En mis obras todo esto se conjuga.
Debe estar muy cansado, 24 horas lo hemos tenido trabajando. Péro usted mismo ha dicho por más cansados que nos sintamos, no debemos dejar que el cansancio se adueñe de nuestro corazón. Último mensaje al público presente.
-Muchas gracias por haber venido. No creo que valga la pena venir de lejos para verme. Pero espero que hayan podido disfrutar de la conversación que hemos tenido Raúl y yo.
Murakami confiesa que uno de sus mayores motivos para venir a Ecuador, es visitar las Islas Galápagos. Indagado por el público, acaso encontró algo de Quito que inspire una eventual escritura suya, respondió que ha visto que las mujeres en Quito usan más pantalones que vestidos y eso puede ser un tema para escribir.
Murakami deja la imagen de un escritor que refleja, como pocos, la realidad en la que vivimos, pero con un salto hacia otras dimensiones de lo real. En el ambiente queda flotando una última cita de Pérez Torres al escritor japonés…
“Es un mundo circense, falso de principio a fin, pero todo sería real si creyeras en tí mismo”