Las fiestas octubrinas por la Independencia de Guayaquil han servido históricamente, desde hace dos décadas, para que los socialcristianos refunden esperanzas de volver a gobernar el país. Y lo hacen al calor de rimbombantes discursos localistas, por no decir chauviregionalistas, en los que la madera de guerrero y el espíritu huancavilca se funden en una alegoría fiestera de innegables motivaciones políticas.
“Ustedes son mi familia grande”, dijo esta vez Nebot a una masa lisonjeada, es decir, a sus consanguíneos regionales, para no decirles ñaños solo a los guayacos, y poder incluir uno que otro serrano quiteño o morlaco en la colada. Y para que no quede duda a quien se dirigía el discurso, Lenin Moreno sonreía al lado del burgomaestre porteño, en el segundo acompañamiento presidencial a Nebot, en el ejercicio octubrino de remodelar su imagen de potencial presidencialista. Mirando a Moreno, el alcalde saliente recordó que los ecuatorianos habían recibido del anterior gobierno “un país destruido”, situación que “debe revertirse rápido”, dijo marcando la agenda con algunas acciones sugeridas al gobierno: reducción del gasto público, austeridad, recuperación de la liquidez, equilibrio en costos y relaciones laborales para la empresa privada y confianza para atraer la inversión.
En el ejercicio octubrino conjunto de Moreno y Nebot, no faltó la alusión a una eventual candidatura presidencial del político guayaquileño. “El pueblo no quiere ser usado, sino representado”, manifestó eufórico, mientras el populacho gritaba «Nebot presidente». ¿Qué quieren los electores?, preguntó, y él mismo se respondió: “La gente quiere que luchen por la seguridad, atraigan inversión para generar empleo, que expandan el turismo, planes de viviendas…” !Sin duda, un esbozo de programa presidencial!
Antes de estos ejercicios octubrinos, hubo un periodo de precalentamiento político. Lenín Moreno, entregó un centro de salud en Ciudad Victoria, que brindará asistencia médica a cerca de 76.000 habitantes del sector noroeste de Guayaquil. Además, anunció oficialmente el cumplimiento “del gran sueño de la costa ecuatoriana”: la construcción del tren playero en un tramo de 400 kilómetros entre Guayas y Manabí.
No es difícil colegir que estarían preparando el escenario para supuestamente apuntalar las condiciones que favorezcan la deseable candidatura de Nebot a la presidencia, en unas elecciones adelantadas luego de quizá la muerte cruzada, observa sagazmente la analista Carol Murillo en un texto censurado por diario El Telégrafo. Murillo aclara: Los grupos internos se quieren matar y lo que antes parecía un gobierno consensuado entre élites ansiosas de recuperar la tutela del Estado hoy se ha traducido en angustia, porque la travesura duraría poco y se comportan como niños frente a la piñata rota: agarran lo que pueden; un ministerio, una subsecretaría, un puestito por aquí, otro por allá, etc. En tanto, los transitorios de Trujillo hacen su propio ejercicio: “La ‘vacancia constitucional’ inventada por la mesita transitoria -al destituir a la Corte Constitucional- se parece demasiado a un golpe de Estado…¿A qué superación moral se refiere este gobierno cuando miente sobre la economía, socapa a los transitorios destituyentes y avala un golpe de estado que pone en riesgo hasta su propia permanencia frente a la Plaza Grande? ¿O es que la cesación de Moreno es lo único no pactado?”, pregunta Murillo.
Y la prensa también se ejercita en aquello de abonar el terreno al delfín del socialcristianismo. Diego Oquendo viajó a Guayaquil y entrevistó a Nebot, con dos objetivos básicos: El alcalde es un político experimentado y está cerca de dejar el cargo; y, es ineludible indagar si está con ganas de correr por la presidencia, con o sin las ventajas que le está dando el morenismo/trujillismo transitorio. No en vano el discurso de Nebot, “en lo declarativo, ha cambiado mucho durante los últimos meses, es un refrito de socialiberalismo sujeto al mercado”, sugiere Carol Murillo.
Saben muy bien lo que están haciendo con sus adeptos de ocasión y temen que recalcar el discurso anti corrupción ya va siendo inútil, concluye el texto censurado. Además de que aludir y certificar la (falsa) recuperación de la democracia y la prudencia política, frente a las descomunales arbitrariedades del Consejo de Participación Transitorio, es realmente inadmisible.
No obstante, todos estos movimientos forman parte de los ejercicios octubrinos.