El 30 de septiembre por la noche fue la última vez que la periodista búlgara, Victoria Marinova, salió al aire en su programa Detector, por la cadena de televisión local TVN. En esa ocasión dedicó el espacio a tratar asuntos relacionados con casos de corrupción en la realización de unos proyectos de la Unión Europea UE. En su último episodio emitido esa noche, los invitados fueron dos periodistas: Dimitar Stoyanov y Attila Biro, quienes revelaron posibles prácticas de corrupción por parte de una empresa privada, encargada de llevar a cabo unos proyectos de la UE y sospechosa de realizar estafas con fondos europeos.
Una semana más tarde apareció en un parque de la ciudad de Ruse, su cadáver con evidencias de golpes en la cabeza y estrangulamiento. Investigaciones policiales establecieron que la presentadora de televisión fue violada antes de ser asesinada y que su teléfono móvil, llaves del coche, gafas y algunas prendas desaparecieron del lugar del suceso.
Según la Fiscalía búlgara el crimen de la comunicadora está relacionado con los trabajos de investigación periodistica que venía realizando Marinova. En tanto, el primer ministro búlgaro Boiko Borísov, señaló que hay muchas evidencias en este caso y que “es solo una cuestión de tiempo que el crimen sea resuelto”.
El crimen de Marinova ha conmocionado a los círculos informativos europeos. “La muerte de Victoria fue una ejecución. Se suponía que debía servir como un mensaje, a modo de advertencia”, subrayó Asen Yordanov, dueño del portal Bivol.bg. La comunidad internacional de periodistas manifestó su rechazo por el suceso. El responsable de la libertad de prensa de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Harlem Desir, precisó que está “conmocionado por el horrible asesinato” y pidió “una investigación plena y exhaustiva”. Mientras que el representante del Comité para la Protección de los Periodistas, Tom Gibson, alentó a las autoridades búlgaras a “emplear todos los esfuerzos y recursos” para “entregar a la justicia a los responsables”.
El crimen de Victoria Marinova se suma a tres profesionales de la información asesinados en la Unión Europea en los últimos 12 meses. En Malta murió, en octubre pasado, Daphne Caruana Galizia, periodista que investigaba casos de corrupción cometidos por funcionarios gubernamentales europeos. Su muerte violenta se produjo por la explosión de un coche bomba. En febrero de este año fue asesinado el periodista eslovaco Jan Kuciak, cuya muerte está relacionada con los trabajos de investigación que se encontraba realizando en temas de corrupción estatal.
La muerte de un periodista asesinado, es la muerte de la libertad de expresión en sociedades de la Unión Europea en las que el derecho a informar y estar informado, es apenas un eufemismo. El crimen de los colegas europeos engrosa la abultada lista de comunicadores que han perdido la vida bajo represión, secuestro y crimen en diversos puntos del planeta, cumpliendo con su trabajo sin temor, no obstante ejercer la profesión más peligrosa del mundo.