Cuenta la historia del Martirologio Romano que Tarsicio -de latín “valeroso”-fue un mártir de los cristianos en los días de la persecución, en el año 258 D.C. durante el gobierno del emperador Valeriano. En Roma, en la Vía Apia fue martirizado Tarsicio, acólito. Los paganos lo encontraron cuando transportaba el sacramento del Cuerpo de Cristo y le preguntaron qué llevaba. Tarsicio quería cumplir aquello que dijo Jesús: “No arrojen las perlas a los cerdos”, y se negó a responder. Los paganos lo apedrearon y apalearon hasta que exhaló el último suspiro.
En una analogía histórica, diremos que Tarsicio Granizo, ex ministro de Ambiente, fue el primer “sacrificado”, luego del paquetazo económico anunciado por el régimen esta semana. Valeroso como su nombre procedente del latín, Tarsicio puso la renuncia a un cargo público en un gobierno que poco o nada tiene en común con sus principios progresistas. »Ayer presenté mi renuncia como Ministro del Ambiente. Mi profundo reconocimiento al personal del MAE en planta central y en las 24 provincias del país y a mis guardaparques. Mi gratitud al presidente Lenín Moreno por haberme dado la oportunidad de servir a mi Patria», escribió en su cuenta de Twitter.
El ex titular del ambiente no encontró buen clima en el gabinete en el que, al menos, 9 ministros no comulgan con la «tendencia progresista», o provienen de la derecha política. Luego de las medidas económicas empresariales anunciadas por el presidente Moreno, Tarsicio decidió abrirse a un costado; y, por añadidura, de un golpe de mano le hicieron desaparecer la cartera de Estado donde permaneció un año y tres meses, “hasta el último suspiro”, al fusionarla con la Secretaría Nacional del Agua en el nuevo Ministerio de Ambiente y Agua. Humberto Cholango, ex de Senagua, pinta como nuevo titular de la cartera remendada, según fuentes oficiales que prefieren el anonimato.
La renuncia de Granizo se da en un contexto que para muchos se caracteriza “por una franca derechización del régimen”, que abandona sus postulados que lo llevaron al poder y por los cuales sufragó más de la mitad de los ecuatorianos. La salida de Tarsicio, el sacrificado del gabinete, se suma a la renuncia de Augusto Barrera de la Senescyt, en una evidente señal de que los funcionarios con una “postura progresista” difieren ya del régimen que renunció a esos postulados luego de abrirse a las sugerencia de la derecha política ecuatoriana lideradas por Nebot y Lasso.
El país ha tomado con escepticismo la salida de ambos funcionarios oficialistas, considerando que formaron parte de los pensamientos y acción del régimen que hoy dejan atrás, y que su renuncia es tardía.
En esa línea de pensamiento la ciudadanía está a la expectativa de qué podría ocurrir en la cartera de Educación con Fander Falconí, otro ministro progresista del que se espera consecuencia con sus bien reconocidos fundamentos ideológicos de izquierda, como economista ecológico. Según analistas, podría ser el próximo sacrificado en un país donde ya se mueven las frutas electorales y las tiendas políticas de diversas tendencias sacan cuentas, proyectan liderazgos y se alistan para una nueva etapa, de cara a los comicios del 2019, reordenando la correlación de fuerzas políticas en la maltrecha democracia criolla.