Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe, dijo alguna vez Borges en un arrebato de humilde humanidad. Sin embargo, hay hombres que llegan a serlo por lo que musican, poetizan o investigan. Es el caso del músico Enriques Males, el poeta Fernando Cazón Vera y el neurólogo Marcelo Cruz, acreedores al Premio Nacional Eugenio Espejo 2018. Los tres, a su modo, vencen la muerte, su propia muerte y la de los otros. Cada cual con su distinto instrumento, cada quien con su batalla personal en contra del olvido. A Males se le reconoce su dedicación a la investigación de sonoridades autóctonas, a Cazón sus poemas y reconocimientos nacionales e internacionales y a Cruz su investigación pionera neuroepidemiología, dice la nota de prensa.
Tres ecuatorianos destacados por su oficio de vivir y reconocidos por su talento de realizar. Se suman a los galardonados que durante los 43 años de la entrega del Premio Nacional Eugenio Espejo, engrandecen la cultura del país, junto a 84 personas y 13 instituciones públicas. El premio en numerario consiste en una medalla, diploma y $ 10.000 dólares, además de una pensión vitalicia de cinco salarios mínimos unificados.
Los premiados
Fernando Cazón Vera nació en Quito, en 1935, pero toda su vida literaria la ha desarrollado en Guayaquil. Es Cazón, después del afamado grupo Madrugada al que pertenecieron exponentes tan altos como Efraín Jara Idrovo, Jorge Enrique Adoum, Hugo Salazar Tamariz, entre otros no menos significativos, el poeta de mayor dimensión dentro de las promociones posteriores, señala la crítica. Proveniente de una familia de artistas –su prima, Noralma Vera, fue pionera de la danza clásica en Ecuador y su tío fue el reconocido escritor Pedro Jorge Vera–, Cazón Vera escribe desde los 16 años y se ha convertido en una de las voces imprescindibles de la lírica nacional.
Su fecunda obra poética ha sido editada en publicaciones como “Las Canciones Salvadas”, “El Enviado”, “La Guitarra Rota”, “La Misa”, “El Extraño”, “Poemas Comprometidos”, “El Hijo Pródigo”, “El Libro de las Paradojas”, “La Pájara Pinta”, “El Rompecabezas”, “Relevo de Prueba”, etc., y ha recibido merecidas distinciones como el Primer Premio en los “Juegos Florales Vicentinos” de 1953; Primer Premio en el “Primer Festival Universitario de las Letras”, en 1954; Primer Premio en el “Concurso Nacional de Poesía Mural”, en 1966; Premio Único “Conrado Blanco” en España, en 1973; Premio Nacional de Poesía Universidad Central del Ecuador, 1977; “Medalla al Mérito Literario”, en 1985; y otras más.
El maestro Enrique Males -Quinchuqui, 1943- es ganador del Premio Internacional Cubadisco en 2011, y está considerado uno de los músicos más dedicados a la investigación de las sonoridades autóctonas de la región Interandina, lo que se refleja en sus trabajos con la incorporación de instrumentos de viento provenientes de varias regiones del continente como las flautas peruanas, zampoñas y rondadores. Además es especialista en los instrumentos ancestrales tuntules, litófonos, ocarinas y pífanos.
Alguna vez en Chile, “algún cantor” le dijo que hay que cantar a esa Latinoamérica que “necesita nutrirse de temas que reflejen la problemática social, política y cultural”. Unos dicen que fue Víctor Jara, y desde entonces su voz es la voz de los oprimidos del terruño natal. Su retrato hablado se perfila de cuerpo entero en esta frase suya: “No canto para hallar un reconocimiento, la música para mí es todo. Voy a dar todo y me moriré con ella. Creo que mi voz aún está vigente y pienso que voy a seguir cantando a la vida, al trabajador, al obrero, al campesino y a la mujer del mundo…”.
Marcelo Cruz, neurólogo que ha ocupado distintas funciones públicas en el campo de la salud y fundó en España, junto con su esposa, la Fundación Amigos del Ecuador para brindar apoyo a los migrantes ecuatorianos. Cruz es el médico ecuatoriano que ha aprovechado estas vinculaciones para impulsar investigaciones en el país, como la que iniciara el doctor Marcelo Placencia, sobre la epilepsia en el Ecuador. Posteriormente ha realizado prácticas en la clínica Mayo de Rochester y fue becado en Francia para realizar estudios sobre neurología tropical. Marcelo Cruz compartía, hasta agosto, las funciones de jefe de neurología en el Hospital Mediterráneo en Alicante y la atención a sus pacientes en el Ecuador.
Estos tres ecuatorianos grandes, flamantes acreedores al Premio Nacional Eugenio Espejo, en el decir poético de Cazón Vera, resultan tener la racha del afortunado.
…Quién tiene un ojo que no le sirva,
una oreja que le sobre, quién tiene
un mes de más en su almanaque,
una hora inservible en sus relojes,
quién respira dos veces y vive
y sobrevive una única vida, quién
copula fielmente su bigamia, quién
se hace trampa y nunca se sorprende,
quién tiene un muerto que todavía lo ama
sin tocarle los sueños inminentes, quién
cabe a la vez en dos lugares diferentes,
quién ha dejado de morir su parte menos útil,
quién, en definitiva, gana la mesa
sin tirar los dados.