Fue una decisión abortada en el trayecto desde la Cámara de Diputados y el Senado argentino: la ley de aborto legal fue rechazada por los senadores. Entre las claves que explican el revés de una iniciativa que había contado con la aprobación inicial de los diputados, se explica por la injerencia del gobierno conservador de Macri que se manifestó “a favor de la vida” en un abierto comunicado oficial.
Sin embargo, el debate que duró cinco meses, remeció la conciencia de los argentinos y cambió la percepción de la sociedad de ese país sobre la interrupción voluntaria del embarazo. Muchos dicen que después de este polémico tema, Argentina “nunca será la misma”, porque la discusión involucró a todos y todos tomaron postura frente a una discusión sobre la vida, la muerte, el Estado, el género y la salud pública.
En las afueras del Senado caía una pertinaz llovizna. En la sala plenaria, 38 voluntades se pronunciaban en contra de la legalización del aborto, mientras 31 votos favorables no fueron suficientes para avanzar hacia la aprobación de la nueva ley. El rechazo conservador se impuso por sobre el apoyo de influyentes personalidades locales e internacionales y lobby de grupos feministas y progresistas.
Los diputados habían aprobado el proyecto de ley de legalización del aborto hacia dos meses, ahora tendrán que esperar, al menos, un año para intentar otro debate -el octavo intento desde el 2007- que los lleve a conseguir que se promulgue el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.
Como antecedente histórico, el aborto está permitido en Argentina desde 1921, bajo circunstancias de violación y riesgo para salud de la mujer. Las estadísticas que manejan los grupos activistas señalan que en el país sureño se practica medio millón de abortos clandestinos al año. Una clara tendencia conservadora impidió que Argentina se convierta en el tercer país después de Cuba y Uruguay en permitir la práctica legal del aborto.
Uno de los factores influyentes es la religión católica -en el país del Papa Francisco- cuya opinión se pronunció en contra del aborto por ser “homicidio de niños”, comparable “con lo que lo que hacían los nazis por la pureza de la raza». La iglesia católica hizo campaña, desde el púlpito, durante varios meses en contra del aborto con argumentos religiosos, en una nación en la que el 70% de la población se declara católica y 10% protestante.
Otro factor que explica el rechazo a la nueva ley, es la composición del Senado que representa a las provincias, con miembros elegidos para seis años y reelección indefinida. Así los conservadores dominan el Senado. La intervención del gobierno, es otro hecho que explica la derrota del proyecto de ley de aborto legal, con una campaña encabezada por el propio presidente Macri que incluyó movilizaciones callejeras.
La campaña antiaborto legal fue desplegada con argumentos moralistas, cuya idea fuerza es que es un tema de salud pública que amenaza a miles de mujeres: el aborto es matar, dijeron, y se trata de «salvar las dos vidas». En los espacios ciudadanos el debate se inclinó en contra del aborto luego de que una mayoría de argentinos lo aprobaba, pero en medio de la polémica balanza se ha equilibrado con un aumento del rechazo de entre 10 y 15%.
Argentina ha renunciado a un derecho elemental de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.