La decisión del gobierno de Lenin Moreno de revisar y -de ser el caso-, desconocer todo lo actuado por el régimen de Rafael Correa, ha puesto en la cuerda floja a Julian Assange. El creador australiano de WikiLeaks -naturalizado ecuatoriano- podría ser expulsado de la embajada de Ecuador en Londres, una vez que el gobierno decida quitar el asilo otorgado en el 2012.
El asilo político es el derecho que tiene una persona a no ser extraditado de un país a otro que lo requiere para juzgarle por delitos políticos. Bajo esa premisa, Julian Assange se refugió en la sede diplomática ecuatoriana en Londres al ser requerido por la justicia sueca por un presunto delito sexual, cuyo juicio quedó archivado, y solicitado por los tribunales norteamericanos acusado de filtrar y difundir información confidencial clasificada por los EE.UU. referidas a su política exterior. La situación de Assange reviste peligro de vida o muerte, puesto que su caso en los Estados Unidos, una vez extraditado a ese país, podría terminar en la pena capital.
La concesión de asilo es un tema de voluntad política, expresada en un acto de solidaridad internacional en función de un derecho humano. Cuando alguien pide asilo en otro país no se convertirá en refugiado hasta que su petición se resuelva positivamente. Mientras tanto, los solicitantes no podrían ser devueltos, expulsados o extraditados y debe evitarse su detención, según el derecho internacional.
En su visita a Europa el presidente Moreno señaló la posibilidad de entregar a Assange a las autoridades británicas con el riesgo de que éste sea deportado a los EE. UU donde le espera la ejecución de muerte. Moreno ante la pregunta de prensa de si el asilo «no se puede prolongar eternamente y que en algún momento habrá que darle una salida», el presidente respondió que «sí, pero que esa salida deber darse mediante conversaciones entre los gobiernos de Ecuador e Inglaterra. «Nunca» estuve de acuerdo con que se intervengan correos privados para obtener y difundir información, por más valiosa que sea, sobre ciertos actos «indeseables» de gobiernos”, afirmó Moreno en Londres y, acto seguido concluyó, «tenemos que dar solución a este problema heredado».
Ayuda australiana
Ante una inminente expulsión de Assange de la sede ecuatoriana en Londres, el periodista australiano solicitó ayuda a su país. Assange pidió al gobierno de Australia que “interceda en su nombre ante el temor de ser expulsado de la embajada de Ecuador en Londres, donde se refugia desde hace 6 años para evitar una posible extradición”. Assange, de 47 años y nacido en la ciudad australiana de Townsville, no ha abandonado la legación diplomática desde 2012 y ahora enfrenta esa posibilidad.
Jennifer Robinson, abogada de Assange dijo estar «obviamente muy preocupada» por las conjeturas acerca de la posible expulsión: «Desde nuestro punto de vista él requiere una protección continua», comentó. Assange «es todavía un ciudadano australiano y (el gobierno de Australia) tiene la obligación, y creo que el deber, de ejercer los derechos de protección de un ciudadano australiano». La ministra de Relaciones Exteriores del país oceánico, Julie Bishop, ha asegurado en varias oportunidades que le brinda asistencia consular al creador de WikiLeaks.
El cerco se cierra. El portal de noticias The Intercept publicó la semana pasada que una fuente no identificada vinculada al Ministerio de Exteriores de Ecuador y al presidente Moreno dijo que Assange perdería el estatus de asilado de forma inminente, lo que supondría su expulsión inmediata de la embajada.
El caso de Julian Assange podría arrastrar al gobierno del presidente Lenin Moreno y al país, a una oleada de repudio mundial ante la sola posibilidad de entregar a Julian Assange a la policía británica. Se trata de un caso diplomático excepcional en que un país abandona a un connacional en situación de riesgo de su vida. El presidente del ecuatoriano, más allá de sus diferencias con su antecesor, debe respetar los acuerdos internacionales y las decisiones en el orden diplomático adoptadas por éste, como una elemental continuidad de la política exterior ecuatoriana.
Las decisiones en materia de política internacional no pueden oscilar al vaivén de las rencillas políticas internas, o a los odios personales de algún funcionario estatal. La jerarquía de un cargo público, no concede patente de corso a nadie para desconocer un elemental sentido de defensa del derecho a la vida de las personas. Más aun tratándose de un profesional como Julian Assange, reconocido mundialmente por sus aportes a la libertad de expresión y al libre flujo de la información, como una forma de convivencia armónica internacional.