Ha muerto Alfonso Laso Bermeo, y la radiofonía ecuatoriana queda en silencio. Su voz se apagó una madrugada, a pocas horas de la final de un evento que le hacía latir fuerte el corazón: el fútbol. Laso narró 13 mundiales en una dilatada carrera periodistica como el inconfundible Pancho Moreno. El cronista deportivo quiteño subió a ver la final del campeonato mundial de fútbol -su deporte amado- desde una mejor ubicación: el paraíso de los hombres buenos. Bueno por su calidad humana frente a los micrófonos y ante la vida, bueno por su palmarés de estar entre los diez periodistas del mundo con mayor presencia en los Mundiales de fútbol, según lo calificó la FIFA.
Alfonso es oriundo del centro histórico de Quito, llegó a ser concejal y vicealcalde de la ciudad que amó y desde la que se proyectó como una figura trascendental del periodismo deportivo. El deporte fue su pasión, la música y la fotografía su afición intransable, que heredó de sus ancestros. Nació con la vocación deportiva que perfeccionó en diversos cursos y una especialización en el Instituto de Paris, en 1954. Con un grito de hincha en el corazón, emprendió una carrera que lo acompañó toda la vida como comentador y narrador de los torneos de fútbol más importantes del planeta.
La crónica señala que a los 18 años da sus primeros pasos en el periodismo deportivo radial, cuando Radio La Voz de la Democracia convoca a cinco jóvenes a unas pruebas de narración de un partido de fútbol en el histórico estadio El Arbolito.
Diario El Comercio, periódico en el que Laso se consagra como director editor de deportes durante cuatro décadas, narra en los siguiente términos su trayectoria: inicia la colaboración con breves notas en el diario El Nacional; luego, Benjamín Carrión, director del periódico El Sol, le propone crear la sección deportiva, y ahí permanece hasta 1951, hasta que los hermanos Jorge y Carlos Mantilla Ortega de El Comercio le ofrecen la jefatura de deportes del diario… doña Margarita puso el grito en el cielo, porque su hijo dejaba la universidad y se dedicaba a algo sin “importancia” y sin “futuro”. Aquí aparece lo de ‘Pancho Moreno’, nombre postizo para esconder la identidad de Alfonso Laso y tranquilizar a la angustiada madre. Más tarde ocupó la Gerencia y la Dirección de Radio Quito, hasta 1993, año en el que se acoge a la jubilación. En Radio Quito genera su propia historia. Durante 38 años implanta su voz y su estilo y patentiza programas como: Ronda Deportiva y Jornadas Deportivas, en compañía del recordado Blasco Moscoso Cuesta. Estos dos personajes llevan sus emisiones periodísticas a la televisión en 1965, a canal 4, que para entonces se llamaba La Ventana de los Andes y en 1970 a canal 8, hasta 1993.
En su dilatada carrera periodistica ocupa diversos cargos de dirección de radios y periódicos locales: Radio Colón y Radio Quito y Radio Nacional del Ecuador; diarios Expreso, Extra y Últimas Noticias. El comentarista no solo narraba, comentaba y cantaba goles y jugadas, con su peculiar emoción y estilo, sino que dominaba todas las disciplinas deportivas nacionales y mundiales, según confirma su hoja de vida. Su afición musical la compartió con su audiencia en el programa Su tango y su gol, emitido en las emisoras por donde transitó y puso un sello especial y en radio La Red, durante los últimos años.
La voz de Alfonso Laso quedó hoy en el silencio imperecedero en las emisoras que escucharon vibrar su pasión futbolera; no obstante, sus crónicas impresas ya forman parte del erario nacional del periodismo deportivo ecuatoriano. Por una extraña coincidencia, Laso emprende la jugada final pocas horas antes de que el fútbol viva su fiesta mayor, la final del Mundial de Rusia 2018, donde este grande de la palabra deportiva será un gran ausente.
Fotos El Comercio