La celulomania tiene sus bemoles. Es posible que los adictos al celular estén siendo espiados sin que se percaten de llevar un espía en el bolsillo. Diversas aplicaciones que bajamos a diario a nuestro dispositivo telefónico celular suelen servir como mecanismo de vigilancia para otros propósitos señalados por el fabricante.
KidGuard es una aplicación móvil que se promociona a sí misma como una herramienta para monitorear a los niños, pero se ha descubierto útil para espiar a adultos. El Spyzie es promovido como una aplicación práctica “para leer mensajes borrados del teléfono de tu amante”. Según informaciones de los fabricantes de celulares, más de 200 aplicaciones y servicios ofrecen una variedad de opciones a los acosadores potenciales, desde el rastreo básico de ubicación hasta la recopilación de mensajes de texto e incluso la videograbación en secreto, de acuerdo con un nuevo estudio académico.
Un ejemplo práctico ilustra esta situación. En 2013, en Florida, un hombre llamado Luis Toledo instaló la aplicación SMS Tracker en el teléfono de su esposa porque sospechaba que tenía un amorío. En enero, Toledo fue sentenciado a tres cadenas perpetuas porque se le encontró culpable de haber asesinado a su esposa Yessenia Suárez y a sus dos hijos. La mayoría de los servicios espía necesita acceso a los teléfonos de las víctimas o conocer sus contraseñas, ambos requisitos son información comúnmente compartida en las relaciones domésticas.
Existe múltiples filtraciones de información en un monitoreo de vigilancia a dos empresas en los EEUU que revelaron cuentas de más de 100.000 usuarios, de acuerdo con Motherboard un sitio especializado en tecnología. No existen leyes que prohíban el monitoreo de la ubicación de un usuario, pero este tipo de rastreo puede violar leyes. Espiar comunicaciones vulnera estatutos de intervención telefónica o delitos informáticos, de igual modo la venta intencional de herramientas para realizar intervenciones telefónicas de forma ilegal sería un delito.
No existen estadísticas sobre espionaje electrónico digital porque la víctima ignora que está siendo vigilada y los software ocultos camuflan la presencia de un espía. No obstante, no existen leyes que prohíban la venta de dispositivos susceptibles de ser usados para espiar a personas. Esta ambigüedad técnica entre la ley y la tecnología da paso a situaciones de violación de la privacidad de millones de usuarios de celulares, sin consecuencias aparentes. Los espías pasan desapercibidos puesto que no existen mecanismos legales para detectarlos y sancionarlos.
Se conoce que existen nueve empresas que brindan servicios de monitoreo. Las investigaciones señalan que se hacen pasar por mujeres que querían rastrear en secreto a sus maridos. En YouTube, hay decenas de videos que ofrecen tutoriales de cómo utilizar varias aplicaciones que sirven para atrapar a amantes infieles. Según fuentes periodísticas, a menudo los videos enlazan con los sitios de los fabricantes de aplicaciones por medio de un código especial que garantiza una parte de la venta al patrocinador, un tipo de acuerdo conocido como “mercadotecnia de afiliación”. Para estas prácticas comerciales existe un amplio mercado demandante: el 52 por ciento de los clientes potenciales están interesados porque piensan que sus parejas podrían ser infieles.
Esta modalidad pone en entredicho los servicios de Google y Apple, dos gigantes de la comunicación digital. La proliferación de este tipo de aplicaciones de rastreo genera cuestionamientos a las dos empresas que manejan diferentes estrategias para regular las aplicaciones. Investigadores recientes encontraron dos aplicaciones de la tienda Google Play que evitaban que las víctimas pudieran ver el icono de la aplicación y que permitían que la cámara funcionara sin notificaciones, así como un puñado de otras que rastreaban la ubicación de los usuarios sin avisarles: todas las anteriores en teoría son violaciones a las reglas de Google. En respuesta Google reforzó varias políticas “para restringir aún más la promoción y la distribución” de las aplicaciones de vigilancia y quitó muchas aplicaciones espías y rastreadoras y bloqueó la publicidad relacionada con el espionaje a cónyuges y parejas románticas de los resultados de las búsquedas.
YouTube, propiedad de Google, bajó algunos videos que trataban sobre servicios espías, aunque la empresa determinó que había otros que no violaban sus políticas pues los servicios podían usarse con consentimiento.
Sin embargo, defensores de la privacidad señalan que los fabricantes de las herramientas de vigilancia han cambiado sus tácticas: han movido los servidores al extranjero o han quitado de sus sitios web el lenguaje explícito sobre el espionaje a cónyuges. Se trata en definitiva de un cambio en su estrategia de mercadotecnia. Si usted se siente espiado por su esposa o esposo, amiga o amante, ya tiene a quien reclamar.