Una alerta a nivel mundial levantó un estudio realizado por el Instituto Nacional de la Sanidad e Investigación Médica de Francia, difundido en la publicación científica Child and Adolescent Psychiatry and Mental Health. La investigación levantada en diversos países de seis regiones descritas por la Organización Mundial de la Salud OMS, en África, América, Sudeste Asiático, Europa, Europa del Este y la región del Pacífico Occidental, establece que “la prevalencia de los trastornos mentales en la infancia es “alta y constante» en esos lugares del mundo.
El indicador hizo saltar las alarmas médicas de los especialistas en enfermedades psicológicas y psiquiátricas, al compararlas con la prevalencia de las clásicas afectaciones infantiles digestivas y respiratorias. Estos cuadros de carácter infeccioso -según el análisis- disminuyen en las estadísticas internacionales, colocando a los “trastornos de conducta, trastornos de ansiedad, trastornos depresivos mayores y síndrome de autismo-Asperger”, entre las principales causas de enfermedad en niños de 4 a 15 años de edad, en las regiones analizadas.
Los datos referidos en la investigación, señalan que la prevalencia de los trastornos mentales en los jóvenes se mantuvo estable entre 2000 y 2015; este dato induce a los investigadores a pensar en que los trastornos mentales no están disminuyendo en los jóvenes, a pesar de la mejora global de su salud física. Una alerta importante si se considera que, por ejemplo, la diabetes infantil, enfermedad desbastadora, y de abultada estadística entre menores, muestra una caída en los ratios estadísticos. Esta realidad aumenta la importancia y preocupación por optimizar el tratamiento de los trastornos mentales en niños, niñas y adolescentes. Más aun, cuando la exploración exhaustiva descubrió que el predominio de las enfermedades mentales “es constante a lo largo del tiempo, incluso en las regiones emergentes”.
En un desglose estadístico, los investigadores encontraron, por ejemplo, que “en el año 2000 en América y Europa, los trastornos mentales ocuparon el tercer lugar entre las causas de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD)”, una clasificación que muestra el impacto de un problema de salud a nivel poblacional. No obstante, los trastornos mentales “habían alcanzado el segundo lugar en esas regiones”, a la luz de la disminución del efecto de las enfermedades infecciosas, movimiento conocido científicamente como “transición epidemiológica”. El pronóstico que arrojan estos estudios no es alentador: el impacto de los trastornos mentales en niños y adolescentes, en el futuro, va a ser más importante a medida que otros países se sumen a esa transición.
Debido al impacto en salud pública y en las estrategias en los rubros de salud y educación, los resultados de la investigación es una señal urgente para los gobierno de los países en las regiones investigadas. Dada la incidencia de los trastornos mentales a largo plazo, el diseño de una política global coordinada internacionalmente, es urgente, y amerita “una preparación cuidadosa”, según los investigadores.
Un desglose de los resultados por grupos etarios y de género, establece que entre los niños los trastornos mentales más comunes fueron los de conducta, el síndrome de autismo-Asperger y los trastornos de ansiedad. En tanto, los cuadros más habituales en niñas son los trastornos de ansiedad, los de conducta y el trastorno depresivo mayor.
Asociando los datos clínicos con el contexto social, los analistas llegaron a la conclusión de que, además del efecto en el tiempo, existe un efecto del nivel de vida determinado por los ingresos: las regiones con el mayor producto interior bruto (PIB) tenían menos problemas con enfermedades infecciosas y más problemas con trastornos mentales.
La publicación nos obliga a reflexionar a fondo sobre la incidencia de los cuadros de morbilidad mental infantil en la conducta social de los niños, niñas y adolescentes. En ese aspecto crucial, tienen un desafío mayor los especialistas en nuestro país -pedagogos, psicólogos, maestros, orientadores- que deberán asociar y establecer relaciones de causa y efectos entre trastornos mentales infantojuveniles y fenómenos como violencia y bullying en aulas escolares. De igual manera, se deberá establecer analítica y estadísticamente la influencia de trastornos conductuales en el alarmante índice de retraso y deserción escolar registrado en el sistema educativo ecuatoriano.
En el diseño de estudios comparativos que conduzcan a innovadoras estrategias para el mejoramiento de los servcios de educación y salud públicas, resulta vital involucrar la participación activa e informada de padres, estudiantes, maestros y autoridades. La ciudadania debe ejecer vigilante veeduría al establecimiento de soluciones urgentes y de fondo en estos temas estratégicos para el futuro del país. Un escenario propicio suelen ser los diálogos y acuerdos por la educación organizados al interior de la comunidad educativa. Asignatura pendiente.