Venezuela vive una democracia que los medios ocultan. Inspirados en el ánimo de sostener una campaña de desprestigio del gobierno de Nicolás Maduro, no trepidan en mentir, desinformar mañosamente y hasta inventar la realidad en sus espurias páginas, micrófonos y pantallas.
Sobre los 6’233.838 de ciudadanos venezolanos reafirmaron su confianza en un “modelo alternativo”; confirmando “el rechazo a la derecha y su política de vasallaje, sabotaje y violencia”. No obstante, la noticia de primera página de los diarios del mundo destaca: “Venezuela: Ganó la abstención, el resultado es ilegítimo”. ¿Habría sido publicado un titular de esa índole, -deslegitimando el proceso- si el triunfo electoral hubiere sido de un candidato de la oposición? Lo más seguro es que no.
Ningún medio informativo se toma la molestia de cotejar los resultados electorales venezolanos con otros de diversas latitudes. Mientras Nicolás Maduro obtuvo el 67,8% de los votos en estas elecciones, Mauricio Macri, Donald Trump o Juan Manuel Santos han alcanzado apenas 51,2%, 46% y 53,1%, respectivamente, en sus procesos eleccionarios. La diferencia es aún mayor, si se comparan las cifras de votos respecto del universo del padrón electoral: ante el 31,7% alcanzado por el presidente Maduro, vemos a Macri con 26,8%, Trump 27,3% y Santos 23,7%.
En su afán desestabilizador, las cadenas internacionales de noticias juegan el mezquino rol de actores políticos interesados en la caída de Maduro, coincidentes con la geopolítica norteamericana que ha implantado un bloqueo económico al régimen venezolano. La estrategia es silenciar la democracia en Venezuela.
Quedarse callados es convalidar un sistema cruel que está condenando al planeta, lo contrario es prevenir la guerra, conjurar la violencia que cobra vidas de inocentes y apoyar la paz. “La nuestra es la alternativa del progreso sustentable y la transformación por vía democrática. Respaldar la voluntad de la mayoría de venezolanos es acompañar la normalización de la vida cotidiana y la paz”, señala una carta de Carol Delgado Arria, Embajadora de Venezuela en Ecuador.
Hoy la historia exige a cada pueblo asumir sus posiciones. Qué lamentable resulta la ambiguedad del gobierno ecuatoriano al no apoyar o rechazar, frontalmente, un proceso político en Venezuela, hasta ayer alineado a la politica exterior de nuestro país. Un comunicado redactado por Cancillería manifiesta la preocupación por «la difícil situación en la que se encuentran los hermanos venezolanos y por las condiciones de participación de la oposición en el último proceso electoral». Ecuador pide salida democrática y reconciliación definitiva para Venezuela.
¿Acaso la cancillería ecuatoriana desconoce los planes desestabilizadores de los EE.UU. y de la reacción venezolana, liderada por personajes -atrincherados en el parlamento- que nada tienen de democráticos ni de conciliadores?
¿Qué puede preocupar a los asesores de la Cancillería?
Qué incómodo debe ser tratar de caminar por la cuerda floja, hacer malabarismo político para no quedar mal con nadie. Oscilar entre el bien y el mal, nunca tuvo final feliz en política. Emitir una declaración por el mero hecho protocolario de tener algo que decir, en relación con la situación venezolana, no es una postura digna del país. ¿O es que verdaderamente se cree en los escamoteos políticos?
O en realidad se quiere complacer los intereses norteamericanos, a cambio de dadivas comerciales o de alguna otra índole. ¡Qué acomodaticio e impresentable resulta servir a dios y al diablo!