Usando el argot ciclístico diremos que el deporte nacional está pasando por una etapa contra reloj. El tiempo de las glorias futbolísticas quedó una década atrás, cuando Ecuador logró estar en tres mundiales sucesivos. Luego vino la debacle. Un escándalo de corrupción señaló con el dedo a los principales dirigente de la FEF y la desmotivación nacional se hizo sentir en las últimas eliminatorias para Rusia 2018, que la tricolor tendrá ver por televisión.
El deporte -y en particular el fútbol profesional, es pasión multitudinaria y lucrativo negocio de compra y venta de jugadores, derechos televisivos y Merchandising de la imagen de los clubes. Pero el ciclismo es una actividad que no tiene un fomento sistemático, a excepción de los emprendimientos de los propios ciclistas o alguna excepción cuando empresa privada actúa como patrocinadora.
El reciente triunfo de un pedalista ecuatoriano en la 8va etapa de montaña en el Giro de Italia, no solo es excepcional, sino digno de destacar en el ejercicio de un deporte amateur sin fomento estatal.
La historia de Richard Carapaz, ciclista carchense de 25 años de edad, es singular. El super estrella del ciclismo ecuatoriano fue descubierto en 2016 por Eusebio Unzué, el patrón del equipo español Movistar, para ser compañero del colombiano Nairo Quintana. En su corta carrera ha cultivado triunfos importantes: Juegos Panamericanos Sub-23 en 2013 y en la Vuelta al Porvenir de Colombia en 2015. Se impuso como aficionado en la Vuelta a Navarra de 2016 y este año compitió en la Vuelta a Asturias como profesional. El año pasado se ubicó en el 36 puesto en la vuelta a España. Richard, después de un accidente automovilístico que casi lo jubila de la carrera pedalística, al quedar gravemente herido de las piernas, se recuperó con ayuda de su familia. A cabo de cuatro años del suceso, alcanza el mejor logro ciclístico ecuatoriano internacional en el Giro de Italia.
De origen humilde, Carapaz ayudaba cuando era un niño a sus padres en las tareas ganaderas, ordeñando vacas y llevando pasto al ganado en El Carmelo, en la provincia de Carchi. Sus inicios ciclísticos los hizo a sus quince años en el equipo Panavial-Coraje. Nuestro representante en Italia fue el primer ecuatoriano en participar en una Vuelta a España y tiene mentalizado el día en que pueda ser de la partida en el legendario Tour de Francia, la carrera ciclística más prestigiosa del planeta. Se ha impuesto esa tarea en nombre de sus hijos, cuyo padre ya es visto como un superhéroe del deporte.
El ciclismo es un deporte de enorme esfuerzo físico y mental, pero además de gran contextura moral: nunca un ciclista cometerá una infracción en contra de un contrincante – como sucede en otros deportes-, y si lo ve caer en el asfalto, seguro lo ayudará en un nobilísimo gesto deportivo. Consciente de que tras cada vuelta de pedal deja un ejemplo de coraje, constancia y disciplina deportiva. Richard Carapaz, sabe que es un referente vital para que otros humildes ecuatorianos incursionen con éxito en el ciclismo, el deporte de los competidores nobles. Enhorabuena.