Cuando uno observa las estatuas de Marx y Federico Engels en Berlín, y mira la gente que concurre de distintos países, y los estudiantes y docentes, que llegan a veces con curiosidad, otras con un profundo respeto, entiende que esas estatuas tienen más vida que tantos políticos y académicos actuales. Porque el pensamiento y la acción de ellos traspasaron los años. Fueron derrotados en el corto plazo pero adquirieron vigencia histórica, a pesar de las campañas en su contra. Y a pesar del propio capitalismo que se impuso.
Cuando uno analiza el decurso de la sociedad capitalista, ve que en El Capital se describió, hace 150 años, cuál sería el camino del mundo. Pero Marx no creó ninguna religión, las religiones políticas, académicas y sociales reivindicando un supuesto pensamiento marxista se crearon después.
Marx no inventó la lucha de clases, solo constató su importancia como motor de la historia. Hoy es solo ver la realidad, y ver que la lucha de clases está ahí cuando los ricos luchan por defender sus privilegios y los pobres por mejorar sus condiciones de vida. La lucha de clases sigue siendo el motor de la historia y el pensamiento de Marx está más vivo que nunca.
A 200 años del nacimiento de Carlos Marx, y 150 años después de publicada la primera parte de El Capital, el capitalismo está en crisis pero no es una crisis terminal, es una de las tantas crisis. El capitalismo logra reconverstirse y mantener su hegemonía.
Como ya lo han dicho algunos, Carlos Marx, es el mayor pensador del milenio. Su pensamiento crítico adquirió vigencia histórica. Hoy hasta los grandes personeros de las empresas transnacionales o financieras internacionales, recurren a Marx para entender mejor el sistema que defienden.