Una ola de violencia sacude a Nicaragua con un saldo de 30 muertos, entre manifestantes que participaron en jornadas de protestas contra el gobierno de Daniel Ortega. Una drástica reforma del sistema de seguridad social -impuesta por decreto- aprobada el 16 de abril, que establecía un recorte del 5% a las pensiones y aumentaba las contribuciones de la patronal y los trabajadores, desató la protesta popular. El repudio ha sido unánime: jubilados, empresarios, trabajadores y universitarios. Las jornadas también cobraron la vida de un periodista que recibió un disparo en la cabeza en medio de un confuso enfrentamiento con la policía.
La decisión del gobierno de intervenir en la seguridad social, se justifica por la necesidad de rescatar al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social INSS, quebrado tras 11 años de administración sandinista. Una versión de prensa local señala que existe utilización de fondos de INSS para financiar proyectos de inversión de personas ligadas al mandatario Ortega. La respuesta militar del régimen no se hizo esperar, y se desencadenó una ola de represión callejera con despliegue del Ejército en las ciudades más importantes del país que, además, amanecieron vigiladas por miembros de la llamada Juventud Sandinista y seguidores del Gobierno. El presidente Ortega culpó a los manifestantes de “vínculos con el narcotráfico y el terrorismo internacionales”, con el objetivo de manchar la imagen de Nicaragua en el mundo. Finalmente, Ortega decidió retirar el decreto y ha aceptado que su propuesta “no era viable porque ha creado una situación dramática”.
Las manifestaciones no se han detenido y, por el contrario, recrudecieron debido al descontento popular que va mucho más allá de una medida concreta. La oposición argumenta que en la última década “se ha creado una estructura de Gobierno en la que se mezclan el Estado, su partido, su familia y su persona”. Y todo financiado por ayudas de Venezuela y acuerdos con algunas familias de empresarios a cambio de contratas. “Un sistema económico y político que, antes o después, solo podía quebrar”, señalan fuentes opositoras.
En los círculos oficiales la versión es muy distinta. Publicaciones que circulan en redes sociales manifiestan que es falso que el gobierno “dejará de pagar las pensiones a los mayores y de atender a la gente en los Hospitales”. Un comunicado expresa que “Daniel Ortega ganó las últimas elecciones del año 2016 con el 72% de los votos, gracias a que el Frente Sandinista que el conduce, logró increíbles avances sociales y económicos en el país ,salud, pensiones, educación, sueldos justos y muchos otros beneficios sociales que el país jamás había conocido en el pasado, siendo hoy uno de los mejores países con mayor nivel de vida en América Latina y sobre todo Centro América”.
Nicaragua está construyendo -con ayuda de Rusia y China- un estratégico paso tras-oceánico similar al de Panamá, y esto incomoda a los EE.UU. El país del norte que controla el paso de Panamá y todo el comercio de la región, en respuesta ha orquestado una campaña desestabilizadora en el país centroamericano. En esa línea de acción, y aprovechando este reajuste que el gobierno anunció hace tiempo que se iba a realizar, “la derecha fascista controlada por EE.UU., se puso manos a la obra, organizando desde las redes sociales una gran campaña de falsas noticias, creando un odio y mal estar inexistente en la juventud”, manifiesta una versión oficial.
La campaña norteamericana, es similar a la que se hizo y se está haciendo contra Venezuela, Cuba, Bolivia, Rusia, contra Petro en Colombia, contra AMLO en México, o como se hizo en Argentina contra Cristina K. En una semana de protestas, en diversos puntos del país reina la violencia con saqueos en más de 400 comercios y supermercados, casas, y edificios del gobierno que fueron quemados, puestos de Policía y clínicas, bajo amenazas de quemar hospitales. El 50% son delincuentes locales e incluso grupos de asesinos llegados desde el Salvador y Honduras como los Maras, los cuales mataron a 10 personas de las protestas y culparon al gobierno de Ortega.
Nicaragua, la otrora tierra prolífera del poeta Ernesto Cardenal, bien queda reflejada en la condición de sus habitantes, vista a través de la mirada del poeta trapense.
Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni asiste a sus mítines
ni se sienta a la mesa con los gánsters
ni con los Generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans
Será como un árbol plantado junto a una fuente.