Concebida en diciembre del 2004 en la Tercera Cumbre Suramericana, UNASUR es una comunidad política y económica integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, en una región de 400 millones de habitantes y una superficie de 17.500 millones km². El organismo regional inauguraba el nuevo milenio y un cambio de época como un signo de nuestro tiempo: superar el aislamiento nacional y territorial de una región tradicionalmente fragmentada y con poca incidencia en las decisiones geopolíticas internacionales. En un inicio de milenio caracterizado por intentos concertadores e integradores, UNASUR se planteaba superar esas dinámicas diplomáticas -por lo general bilaterales-, para alcanzar la unión regional a escala continental. En esa perspectiva UNASUR se planteó ser “una estructura institucional y territorial que, a modo de confederación o federación, constituye una entidad política organizada y reconocida internacionalmente”.
Las condiciones regionales suramericanas ameritan para ese paso trascendental dado en una región hermanada por circunstancias geopolíticas similares, que representa el 66% de la población de América y el Caribe. Además de compartir una realidad continental, Sudamérica comparte una historia y geografía comunes y concentra importantes recursos naturales planetarios: 30% de fuentes de agua dulce del mundo, 8 millones de km² de tierra forestales, reservas de hidrocarburos para 100 años y está rodeada por los dos océanos más grandes del mundo. Adicionalmente, es el ecosistema menos contaminado, con amplios espacios demográficamente vacíos.
En términos económicos, es el primer productor y exportador mundial de alimentos y produce el 52% de soya, 44% de carne, 45% de café y 45% de azúcar de la producción internacional. La región genera un producto interno bruto (PIB) aproximado de 4,8 billones de dólares, con un ingreso per cápita promedio del orden de los 10.000 dólares. La interculturalidad regional es notablemente diversa y unitaria a la vez. Culturalmente, existen factores de identidad y valores compartidos en una región que profesa, el 90% de su población, el mismo credo religioso y la región habla dos idiomas mutuamente inteligibles.
El fin de la unión
UNASUR, casa de la región, tiene su sede en Quito, Ecuador, en un lugar planetario emblemático: la Mitad del Mundo, por donde cruza la línea equinoccial que divide los dos hemisferios. El imponente edificio de UNASUR construido exprofeso durante el gobierno de Rafael Correa, hoy luce inactivo. La correlación de fuerzas políticas cambiantes en la región suramericana marca un nuevo derrotero para la organización subregional. Un proceso vertiginoso de “restauración conservadora” que vive la región, y que tiende a desconocer los consensos políticos progresistas que justificaron la unidad, hoy contradice voluntades integradoras y exacerba la división entre los países sudamericanos, al punto que UNASUR vive la peor crisis de su existencia.
Así lo entienden 6 países – Argentina, Colombia, Chile, Brasil, Paraguay y Perú- que han decretado el principio del fin de UNASUR: “ Dadas las circunstancias actuales, los países firmantes hemos decidido no participar en las distintas instancias de Unasur a partir de la fecha, hasta tanto no contemos, en el curso de las próximas semanas, con resultados concretos que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización». Hasta el momento los Estados miembros no han podido ponerse de acuerdo sobre ninguna candidatura y los firmantes consideran «alarmante la situación de indisciplina que se ha venido presentando al interior de la Secretaria General y en particular las denuncias graves y demandas entre el personal directivo desde febrero de 2017» La secretaría del organismo continúa vacante desde enero del 2017, cuando dejó de estar a cargo el expresidente colombiano Ernesto Samper. En ese sentido, en el documento se señala que esa situación y la «imposibilidad para designar un Secretario General por falta de consenso alrededor del único candidato presentado hasta la fecha» ha tenido «graves consecuencias para el organismo».
El documento firmado por los seis países fue entregado al gobierno boliviano, nación que ejerce la presidencia temporal del organismo. El presidente boliviano Evo Morales en respuesta, planteó relanzar la Unión de Naciones Suramericanas bajo el modelo de la Unión Europea, para construir una «identidad» de región en Suramérica. Sugirió que los países miembros de la Unasur puedan «elegir sus representantes» al Parlamento Sudamericano que opere como una «instancia máxima» de legislación subregional. Además, propuso la creación de una «ciudadanía sudamericana», que tendría el objetivo de «romper los puentes físicos y legales» para garantizar «el libre tránsito en todos los países de Sudamérica». La utopía parece haber llegado a su fin. UNASUR, símbolo de una época de unidad continental, es ahora objeto del cambio de época que marca, acaso, la extinción del sueño unitario sudamericano.