La geopolítica norteamericana no da puntada sin hilo. Cuando se propone algo lo consigue y sus logros vienen de la mano con sus intereses inmediatistas. La explosión de “una bomba casera en el retén de la Armada en Borbón y los ataques a militares y policías en El Pan, el Alto Tambo y Mataje”, en la frontera con Colombia, han creado la percepción de un Ecuador desvalido. Una nueva estratagema estadounidense se teje para Ecuador a partir de 27 de enero del 2018, dia de la detonación de un coche bomba en San Lorenzo.
A las pocas horas del suceso, una comitiva del Buró Federal de Investigaciones FBI, de Estados Unidos llegó al Ecuador. Sin duda, no se trató de un viaje de placer turístico. La comitiva de agentes traía la misión de convertir a EEUU en “buen socio” para el país ya que su “compromiso es dar seguridad a Ecuador” y cooperar con las instituciones del Estado relacionadas a la seguridad nacional.
La cooperación implica diversas actividades: capacitación, inteligencia, intercambio de información y acceso a colegios militares, donde oficiales del Ecuador podrán «formarse» nuevamente. ¿Otra Escuela de las Américas, institución de adoctrinamiento militar e ideológico de los Estados Unidos, encargada de ‘capacitar y formar’ a escuadrones de tortura y muerte en toda Latinoamérica durante los años 70, 80 y 90?
Oferta sin duda, congruente con la versión política que dice que el atentado terrorista de la frontera norte está relacionado con el desmantelamiento -en el año 2009- de la base norteamericana de Manta, circunstancia que “nos habría dejado indefensos frente a la amenaza del narcotráfico”.
Este argumento nos permite recordar un reportaje que realizamos para la televisión hace algunos años, en circunstancias de que la embarcación Elizabeth II zarpó ilegalmente de las costas de Esmeraldas con 280 migrantes ecuatorianos ilegales con destino a los EE.UU., y fue interceptada por la Guardia Costera norteamericana, que fue alertada de la presencia del barco coyotero por un avión-radar espía que decoló de la base de Manta. El suceso narrado en nuestro reportaje causó revuelo, puesto que por primera vez se confirmaba que la base de Manta no nos protegía del narcotráfico, sino que era una base de espías contra los migrantes ilegales. “Reportaje sincero y revelador el de Parrini”, calificó en esa ocasión en su columna el crítico de televisión, Roberto Aguilar, de diario El Comercio.
Hoy día se quiere argumentar que la ausencia de la base de Manta da lugar al terrorismo narcotraficante en la frontera norte. Para el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, la solución sería una base militar con presencia norteamericana. Paco Moncayo, complementa esta idea concluyendo que «sacar la base de Manta y no tener con qué reemplazarla fue tonto e irresponsable”. No obstante, los hechos históricos dicen lo contrario: 20 años del Plan Colombia, siete bases norteamericanas en territorio colombiano y más de 10 mil millones de dólares en cooperación y los cultivos de coca en Colombia incrementaron a 146 mil hectáreas en 2016.
Cabe notar que el artículo 5 de la Constitución señala: “no se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares. Se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras.”. ¿Que buscan los argumentos pro bases extranjeras en nuestro territorio? Sin ambages se trata de una postura contra la soberanía nacional y el irrespeto a la norma constitucional. No importa que el ejercito más sanguinario del mundo tenga asentamiento en territorio ecuatoriano.
Es necesario tener en consideración que estas medidas -o sugerencias- se enmarcan, según el analista Martin Pastor, en el objetivo general de “mantener injerencia directa por medio de intervención en la toma de decisiones y el manejo de influencias dentro de las fuerzas armadas y policía ecuatoriana”.
El lobby de la diplomacia norteamericana con el gobierno ecuatoriano, luego de los actos violentos de Esmeraldas, tendrían relación con una estrategia, según el analista, de “algo más devastador”: restablecer la relación directa con las Fuerzas Armadas, obviando los canales oficiales y legales. Táctica que realizaban habitualmente, como lo demostraron varios cables de la embajada desclasificados por Wikileaks. Una forma de crear una quinta columna dentro de las FF.AA. y la Policía Nacional, dos instituciones relacionadas con la seguridad nacional, un hecho denunciado por cadenas internacionales de noticias.
Esta estratagema fue confirmada por Joseph Disalvo, subcomandante del Comando del Sur, que afirmó: “debemos pensar en una estrategia nueva que más que un Plan Colombia sea un plan Sudamérica, donde todo el mundo pueda combinar sus esfuerzos y así luchar contra esto (narcotráfico).”
La “sociedad” que nos ofrecen los EE.UU. al acercarse como “buen socio”, es un eufemismo que no tiene otro significado que incrementar la presencia militar estadounidense para asegurar sus propósitos geopolíticos hemisféricos que mantienen en la mira a Venezuela y Bolivia. Un socio injerencista con el que hay que hablar claro, desde una posición estratégica de soberanía y autodeterminación nacional.