La situación de Julian Assange semeja la crónica de una muerte anunciada. Muerte del derecho constitucional de Assange al asilo en territorio ecuatoriano, que reconoce y garantiza su pleno ejercicio y la no devolución cuando la vida, libertad, seguridad o integridad del refugiado o la de sus familiares peligran. El Ecuador, a través de un comunicado oficial dio a conocer que “suspendió los sistemas con los que Julian Assange se comunicaba con el exterior desde la embajada de Ecuador en Londres”. A partir de hoy, Assange permanece incomunicado en la sede diplomática ecuatoriana en el Reino Unido. La decisión se tomó debido a que el fundador de Wikileaks «incumplió su promesa de no comentar sobre otros Estados que afecten las relaciones de Ecuador».
La incomunicación de Assange podría escalar a situaciones de desprotección diplomática mayor, toda vez que el gobierno ecuatoriano anunció que “mantendrá abierta la vía a la adopción de nuevas medidas”, tras el incumplimiento del compromiso que mantenía Assange. La presión del gobierno británico se encamina hacia el mismo desenlace: la pérdida del asilo de Assange. En esa línea de acción el secretario de Estado británico para Europa y las Américas, Alan Duncan, señaló que lamenta de que el fundador del portal de filtraciones WikiLeaks continúe viviendo en la Embajada de Ecuador en Londres, que es «cuestión de tiempo» y ya es hora de que “este miserable y pequeño gusano salga de la embajada y se entregue a la justicia británica”.
Assange, en las últimas horas, había publicado críticas al gobierno del Reino Unido por la expulsión de diplomáticos de Moscú por el envenenamiento en suelo británico del exespía Serguéi Skripal. El fundador de WikiLeaks en días pasados aseguró que Gran Bretaña era culpable del “callejón sin salida vergonzoso”, que sufre el activista. La diplomacia ecuatoriana consideró que estas declaraciones “ponen en riesgo las buenas relaciones que el país mantiene con Reino Unido, con el resto de los Estados de la Unión Europea y otras naciones”. En respuesta, Assange ha dicho que “Gran Bretaña debería aclarar si tiene la intención de extraditarme a los Estados Unidos por publicar la verdad y poner fin a su continua violación de las resoluciones de la ONU en este asunto”, escribió el periodista australiano, que meses atrás obtuvo la nacionalidad ecuatoriana. Su condición de ecuatoriano le otorga la inalienable prerrogativa de expresarse sobre asuntos inherentes al país que lo naturaliza como nacional; el no poder hacerlo libremente, es otra vulneración inconstitucional de sus derechos.
Amerita recordar que Assange se refugió en la embajada ecuatoriana en el año 2012. Assange fue acusado de difundir, a través de WikiLeaks, documentos secretos filtrados, sobre el ataque aéreo estadounidense en Bagdad, los diarios de la Guerra de Afganistán y los registros de la Guerra de Iraq, en los que afloran prácticas intervencionistas. El gobierno británico se ha negado a conceder al imputado el salvoconducto para viajar a Ecuador. Assange temía que la justicia británica lo extraditara a Suecia y luego a Estados Unidos, país donde peligra su vida. No obstante, la causa en Suecia contra Assange por supuesta violación sexual cerró en mayo del 2017, cuando la Fiscalía sueca informó que “con el paso del tiempo en la investigación no se encontraron evidencias”.
El defensor de Assange, el jurista español Baltasar Garzón, declaró en su momento que la situación de su cliente es «preocupante», porque «sigue sin saber de qué se le acusa y cuánto tiempo va a durar esa investigación, cuando lo único que ha hecho ha sido defender la libertad de expresión, garantizar y defender el acceso a las fuentes de información y compartirlas con la sociedad». Garzón aseveró que la persecución contra Assange contraviene el derecho internacional, lo que ha obligado a la defensa a analizar varias alternativas jurídicas. El jurista español adujo que la principal lección del caso, es la «falta de una legislación que proteja los nuevos fenómenos de información masiva a través de redes sociales», que podrían ser vulnerables al ser descritos como «no periodísticos».
Según Garzón, su defendido Julian Assange, “jamás renunciará al derecho fundamental de asilo: «Resulta absolutamente contradictorio, que quien prestó servicio a la humanidad, poniendo en descubierto prácticas, en muchos casos claramente ilegales, se vea sometido a una investigación secreta, como ocurre en este momento, con un gran jurado secreto en Estados Unidos». Julian Assange “enemigo número uno” de los grupos de poder que sostienen la tramoya de diversos Estados capitalistas, es considerado en círculos periodísticos independientes el símbolo actual de la libertad de expresión, un activista incondicional en la lucha por los derechos al libre flujo de la información.