Si volviera a nacer, volvería a hacer transexual. Con este grito de batalla, Daniela Vega desafía a su país de origen, Chile, y al mundo, a reconocer los derechos de la comunidad trans para que su voluntad de cambio de género e identidad, esté debidamente protegida por la ley. El filme Una Mujer Fantástica, protagonizada por la actriz transexual que obtuvo el Oscar a la Mejor Película Extranjera, pone de relieve la posibilidad de que el cine contribuya a cambiar el mundo. A partir del galardón otorgado al cine chileno, la sociedad austral se abocó a acelerar la aprobación de una nueva ley de identidad que permita que, bajo ciertas condiciones, los menores de edad puedan cambiar su sexo legal.
Una mujer Fantástica narra la historia de Marina, una cantante lírica transexual que debe asumir la muerte súbita de su pareja, y que la enfrenta a los prejuicios ideológicos del Chile actual, convertida en objeto y sujeto de rechazo por una sociedad excluyente y tolerante, paternalista y represiva a la vez. La película de Sebastián Lelio es una metáfora por la cultura de la tolerancia, un alegato por los derechos humanos que se convierte en denuncia de la represión policial y social contra la comunidad transexual. En tono lúcido y certero, el filme adviene en un valiente desafío a la sociedad chilena, latinoamericana y mundial de nuestro tiempo.
Entre los méritos ideológico, el filme interpela al espectador a una identificación con el personaje transexual, o a su rechazo. Este valor de la película se ve potenciado por su excepcional factura cinematográfica. Una fotografía de pulcritud notable es vista, a través de una cámara inteligente y matizada por una banda sonora de resonancias sublimes. El filme chileno tiene una conjugación de elementos que transportan al espectador a una historia soberbiamente narrada con una estética de sobria belleza. El reconocimiento a la película ganadora del Oscar, prestigia a la Academia por su acertada nominación como mejor filme de habla no inglesa.
Una mujer fantástica es reveladora en diversos sentidos. Deja al descubierto la brecha social existente desde la intolerancia y la represión, antivalores confrontados al reconocimiento de los derechos de género. Y sorprende a una sociedad chilena -culturalmente contradictoria- que se debate entre las posturas politicas conservadoras y la mirada rebelde del arte cinematográfico. En el punto más crítico, nos desgarra el velo de los ojos para ver una realidad que creíamos bien camuflada o lo suficientemente soslayada: el derecho humano a elegir una nueva identidad sexual.
El realizador Sebastián Lelio al arribar a Santiago junto a la actriz Daniela Vega, ha dicho bajo los reflectores y las cámaras de televisión: “La presencia de Daniela ha sido fundamental; ha sido la gran embajadora entre la película y la realidad”. Una película y una realidad excepcional. Las preguntas ¿puede el cine ayudar al mundo a ser un lugar mejor?, ¿puede influir en el devenir de la sociedad?, son respondidas afirmativamente por la cinta chilena ganadora del Oscar. Una mujer Fantástica, demuestra junto a otros filmes a lo largo de la historia del séptimo arte, que la realidad puede ser alterada gracias a la fuerza de una historia y la valentía de un cineasta para contarla.