Frase premonitoria que dejó escrita Euler Granda, sirve de epitafio en su muerte acaecida hoy a sus 82 año de edad. Grande su verso y sabiduría registradas en el legado de una obra extensa plasmada en 17 volúmenes que amerita leer y releer, para conocerlo más de cerca a este poeta que deja “un vacío irreparable”, según la sentencia de su amigo el escritor Raúl Pérez Torres, Ministro de Cultura.
Hablaste por nosotros, y hablaste por el pueblo, le dice Raúl a Euler, el poeta riobambeño, médico psiquiatra, que hizo sus estudios en Guayaquil y recibe el primer lugar en el Concurso Nacional de Poesía Ismael Pérez Pazmiño, entre los años 1961 y 1996, el Premio Jorge Carrera Andrade del Municipio de Quito en 1988 y el Premio de Poesía Jorge Luis Borges. En 2009 fue galardonado con el Premio Eugenio Espejo por su trayectoria literaria.
Habló por nosotros con voz desbordada, título de su poemario Voz Desbordada, que junto a Rostro de los días, Etcétera, Etcétera y el Lado Flaco, constituyen sus obras más destacadas. Títulos escritos como una “poesía convencional” -según el propio juicio de su autor-, con ribetes sociales que giran en torno a las vivencias y problemáticas de la vida diaria.
El haberse convertido en uno de los más grandes poetas del Ecuador, -dice Alfonso Murriagui- se debe no solo a su gran calidad creativa, sino, especialmente, a su fabulosa solidaridad humana, que se refleja en toda su obra poética. Sin afán de crear eufemismos, leyendo sus poemas se puede afirmar que es el poeta de los de abajo, de los pobres, de los explotados:
“Hoy mataron a Juan el huasicama, / lo mataron a palo en día claro, / lo mataron por indio, / porque trabajaba por tres / y nunca sació su hambre, / porque junto a los bueyes / arrastraba el arado, / porque dormía sobre el suelo / y con su mala suerte cobijábase, / porque amaba a la tierra / como la aman los árboles; / lo mataron por bueno, / por animal de carga.”
Según testimonio de Víctor Vimos, quien analizó su poesía con motivo de la publicación de Reaparición incesante, edición antológica del 2017 del Centro de Publicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Granda: “Abre un espacio para decir desde la igualdad, condición que solo puede alcanzarse desestabilizando el sentido jerarquizador del lenguaje. Ese decir, alcanza matices singulares: durante sus años como médico, Granda no usó sus conocimientos para la acumulación. Con ellos auxilió a los más humildes, hizo una labor poco útil para el capital. Pero desde el polo en el que poeta enfrenta el devenir, una acción así es una forma de resistir frente al sentido aplastante de la vida. De crear en el hacer. De decir la poesía”
En su postrer adiós, Raúl Pérez Torres deja un momento sus habituales rutinas ministeriales y decide despedir al amigo: “Tu muerte, gran poeta y amigo, Euler Granda, me ha conmovido. Tu partida deja un vacío irreparable en la sensibilidad y la palabra de esta Patria. Hasta Siempre querido hermano”. Paz en su tumba.