Parece una pregunta obvia la que encabeza en el titular este artículo, pero no lo es. No es una perogrullada, a partir de que lo cuantitativo del resultado (65% a favor del SI y 36% a favor del NO) no refleja, necesariamente, lo cualitativo de los réditos políticos obtenidos en la consulta por cada una de las fuerzas concurrentes a la contienda electoral del 4 de febrero.
El ex presidente Rafael Correa principal auspiciante del NO en la consulta, obtiene una derrota electoral con tufillo a triunfo político. Al final del día depura sus líneas y transparenta sus bases de apoyo, a la vez que manda una señal que pretende permanecer encendida hasta el 2021: un eventual retorno del guerrero que, lejos de estar muerto, (en política no hay cadáveres, ni menos eternos), consolida su potencial político con fuerzas propias y leales.
Por el 36% obtenido -porcentaje inesperado dado el cerco comunicacional al que dice haber sido sometido-, nadie le pasará factura, porque costeó la batalla del 4 de febrero con recursos ideológicos y políticos propios. Según analistas internacionales, Correa sale de la batalla electoral convertido en el “jefe indiscutido de la oposición, no solo del gobierno, sino al modelo liberal y desregulado que se buscará implantar en beneficio de los más ricos”. Y para sus huestes incondicionales “el muerto que se dice acaban de enterrar, goza de buena salud”. Cierto es que perdió la jugada, más no el partido, como diría un analista deportivo. La pregunta es: ¿tiene capacidad de recuperación de balón en el medio campo y una ofensiva delantera hábil? Él es un buen 10, porque arma y aprovecha el armaje del juego en las zonas críticas de la cancha.
El gobierno ganó electoralmente la consulta con un 65% de apoyo al SI. Resultado de una convocatoria democrática que tiene alto valor en sí misma, y que expresa la voluntad popular de exigir alternabilidad en el poder, luchar contra la corrupción, defender la integridad de la niñez y adolescencia y conservar la naturaleza frente a una irresponsable actividad extractivista. No obstante, se enfrenta a una disyuntiva crucial: gobernar con la derecha o sin ella, puesto que el juego del 4 de febrero lo jugó con refuerzos provenientes de la rancia oligarquía económica que saltaron a la cancha con conspicuos representantes de los sectores más reaccionarios de la política ecuatoriana. Y todos saben quiénes son quienes pasarán factura a la jugada de la consulta que nunca fue políticamente gratuita y querrán recuperar su inversión electoral en votos y adherentes, a como dé lugar. ¿Cuál es el precio? Ese préstamo deberá pagarse al precio de usura, según observadores, puesto que “su votación por el Si no es auténtica, es prestada y lo peor, es transitoriamente prestada en gran parte por una derecha antinacional, más comprometida con sus bolsillos y Estados Unidos que con el Ecuador”.
Esa misma derecha inició el día después de la consulta, el embate en varios frentes. Visiblemente en lo económico y en lo diplomático y, de manera oculta, en el juego sucio de desestabilizar al régimen si no le cumple sus exigencias. Dejemos que sea un conspicuo portavoz de la derecha quien lo diga con sus propias palabras. Martin Pallares del portal 4 Pelagatos señala en una nota titulada Lenin Moreno: un triunfador en serios aprietos: “El estado emocional del Ecuador post correísta y post consulta no parece estar dispuesto a entregar cheques en blanco al gobierno y eso debería ser un motivo de inquietud y no de triunfalismo en el poder…el resultado de la consulta es, más que el inicio de una etapa de fortaleza y poder como aparentan, el fin de una etapa de tregua política”. En este párrafo el autor lee el pensamiento de la derecha opositora, o le da pensando, en el mejor de los casos. Y a renglón seguido, maneja dos ejemplos sintomáticos que confirman la arremetida en el flanco de la economía y de la diplomacia del gobierno. Pallares cita a la canciller María Fernanda Espinosa cuando dice: “es la hora de poner en práctica el plan de gobierno con el que Lenín Moreno ganó las elecciones”. Afirmación que Pallares interpreta y rebate: esto “significa desconocer, olímpicamente, el hecho de que la mayor fuerza tras el Sí, no fue el proselitismo que pudieron haber hecho funcionarios, como ella o sus colegas del Gabinete, sino el masivo descontento y rechazo que existe en la sociedad ante el legado autoritario y corrupto del correato. Ese plan de Gobierno implica además, continuar con conductas y políticas que abominan las fuerzas sociales que estuvieron tras el Sí”. Más claro que echarle agua. El analista Pallares se alinea, coincide e incide en la postura politica de la oposición reaccionaria contra el gobierno y se pregunta si Moreno “estaría dispuesto a nombrar a un Consejo de Participación que nombre a un Fiscal que eventualmente podría investigar sus gastos en Ginebra”, en clara insinuación que pone en duda la integridad del Presidente, a quien augura lo peor: “tarde o temprano terminará traicionando a quienes heredó del antiguo gobierno y que están convencidos de que el resultado de la consulta fue una botella de oxígeno para el Gobierno”.
Y esas exigencias facturadas al gobierno, se perfilan claras para los analistas. La derecha pondrá en la mesa una serie de presiones en el orden económico, laboral e internacional. Exigir todo es el juego de la derecha: sus negocios comerciales, financieros y bancarios por un lado; y, tratar de imponer una politica económica coherente con sus intereses de clase. Esa bataola tiene dos escenarios: el terreno propiamente del ministerio de Economía para trazar las nuevas reglas del juego acorde con los intereses empresariales y oligárquicos, tentativa que incluye una abierta presión para sacar del puesto al ministro actual, Carlos De La Torre. Y al mismo tiempo, conseguir prebendas en lo laboral y tributario: flexibilización de la contratación, tercerización, reducción de impuestos al capital, inversión e importación, devolución de los impuestos anticipados, privilegios tributarios y permisividad ante la fuga de capitales vía paraísos fiscales, etc. Sin dar por descontado que se avecina una presión por imponer “una política económica de shock para a golpear a los sectores más vulnerables…una ola privatizadora de empresas públicas y de condiciones privilegiadas para los banqueros”.
La oposición conservadora, si no se ve complacida en sus pretensiones “está preparando los desórdenes públicos y la consolidación de la penetración en las fuerzas armadas para poner a Moreno en una camisa de fuerza. La presión por recuperar la base de Manta para el Imperio así como la llegada de asesores militares y policiales norteamericanos”. El propio Lasso lo ha dicho con sus propias palabras ante las pantallas de la televisión: “notificó públicamente al huésped del Palacio de Carondelet, mientras se realizaba la consulta, que sus hordas saldrán a las calles pidiendo la derogación de la Ley de Medios”, entre otras perlas como un TLC con los EE.UU.
¿Lo mejor no está por venir? Se advierten en el horizonte cumbres borrascosas. El gobierno legitimará su poder en la práctica y consolidará su ascendiente en el pueblo, cuando convoque al pueblo a nuevas jornadas en defensa de la democracia, y tome el derrotero de seguir representando sus intereses mediatos e inmediatos «toda una vida», consecuente con la invocación del Presidente Moreno: todo con el pueblo, nada sin él.