Un documento de identidad se reduce a un número, un código identitario en los archivos civiles de un país, pero si ese país, además, antes ha otorgado asilo político a quien naturaliza entre sus connacionales, el acto constituye un doble gesto de potestad soberana. Esta figura refleja la voluntad política del gobierno de Lenin Moreno al conceder nacionalidad ecuatoriana a Julian Assange, el huésped que durante un lustro habita la sede diplomática de Ecuador en Londres. Como un gesto de ingenuidad para unos, y de consecuencia politica para otros, la naturalización de Assange se inscribe en la dura brega del activista por obtener un salvoconducto que le permita abandonar Londres y hacer uso del asilo en territorio ecuatoriano.
El registro de identidad 1729926483 que se otorga a ciudadanos ecuatorianos y extranjeros con residencia legal, simboliza un acto legítimo del Estado ecuatoriano. Assange, en uso de esa prerrogativa legal, debería abandonar la sede diplomática ecuatoriana en Londres y acceder al país, eludiendo la persecución que pesa sobre su persona desde Suecia y los EE.UU. El activista, no obstante, deberá permanecer asilado, puesto que el Reino Unido ha rechazado la petición de Ecuador de conceder el estatus diplomático al activista informático, impidiendo que acceda al privilegio de inmunidad, un nivel adicional de protección.
Legendario enemigo cibernético
Julian Assange convertido en legendario enemigo cibernético de las potencias mundiales, desde su organización WikiLeaks, había puesto al descubierto información confidencial que compromete al gobierno de los EE.UU., mediante una filtración masiva de documentos y videos norteamericanos, que implican a EEUU en crímenes cometidos por sus FFAA en Irak y Afganistán, causando aún más daño a su reputación internacional.
La controversial politica internacional norteamericana denunciada por Assange, demuestra que las invasiones de ese país fueron cometidas bajo premisas falsas y en contra del mandato de la ONU, lo que llevó a la destrucción de Irak, Afganistán y posteriormente Libia y Siria entre otros hechos. La ola criminal norteamericana terminó con la vida de los principales dirigentes en los dos primeros países, y ha costado en vidas humanas cifras de alrededor de dos millones de muertos y otros tantos heridos además de la destrucción de infraestructura total de esas naciones. Según informes confidenciales, como efectos “colaterales” de la guerra de apropiación desatada, también está el recrudecimiento del tráfico de drogas, heroína etc., tráfico de seres humanos y millones de desplazados como secuela de una grave crisis humanitaria, resultado de la intervención estadounidense en la región.
Assange, entre sus consideraciones ha señalado, que “el Gobierno de los Estados Unidos de América ha montado el mayor sistema de vigilancia del mundo. Este sistema global afecta a toda vida humana vinculada a la tecnología; grabando, analizando y sometiendo a un juicio secreto a cada miembro del público internacional. Supone una grave violación de nuestros derechos humanos universales cuando un sistema político perpetúa el espionaje automático, generalizado y sin garantías contra personas inocentes. De acuerdo a esta creencia, revelé este programa a mi país y al mundo. Mientras el público ha expresado apoyo a la luz que he arrojado sobre este sistema secreto de injusticia, el Gobierno de los Estados Unidos de América ha respondido con una cacería extrajudicial que me ha costado mi familia, mi libertad de movimiento, y mi derecho a una vida pacífica, sin miedo a una agresión ilegal…”
A partir de esos hechos, Assange fue declarado el enemigo mundial número uno del imperio norteamericano y sus adláteres. Bajo presuntas violaciones sexuales, espionaje y terrorismo cibernético, Assange fue puesto en la mira de los sistemas judiciales de cuatro países, bajo persecución con peligro de muerte: EEUU, Suecia, Gran Bretaña y Australia, con un pretexto, amañado por la otrora proba “justicia” sueca.
Assange ingresa a la sede diplomática ecuatoriana en Londres y recibe la protección del gobierno de Rafael Correa como era su obligación, al amparo de costumbres, la ley y tratados internacionales, concediendo asilo político y, ahora último, la nacionalidad por naturalización a Assange, para poner fin a los cinco años de asilo en nuestra embajada de Inglaterra. No sólo Assange está en la mira de los imperiales y sus obsecuentes, también están quienes osaron protegerle a él primero y posteriormente a Edward Snowden. En parte de la carta que Snowden dirigiera al ex presidente Rafael Correa en julio del 2013, dice: «Existen pocos líderes mundiales que arriesgarían estar del lado de los derechos humanos de un individuo frente al gobierno más poderoso del planeta, y la valentía de Ecuador y su pueblo es un ejemplo para el mundo».
El otorgamiento de la nacionalidad ecuatoriana a Julian Assange constituye un acto de soberanía y un gesto de solidaridad del Estado y su actual gobierno. Se inscribe en la consecuente política internacional del Ecuador de respeto y defensa de los derechos humanos, la no injerencia en la voluntad soberana de los pueblos y la libre determinación de sus procesos políticos internos. Julian Assange, nuestro compatriota, es el símbolo de la dignidad diplomática ecuatoriana ante el mundo.