El discurso político ecuatoriano, tamizado por pasiones primarias, muchas veces no deja entrever el revés de la situación discursiva. La apariencia es lo contrario a la esencia, y la esencia es aquello que nos disgusta, porque contradice la voluntad abstracta y epidérmica del homo politicus. La política tiene la doble cualidad de convocar la pasión y la abstracción, ambas en función de la práctica del análisis concreto de la situación concreta, como diría Lenin.
Cuando desgranamos, capítulo a capítulo, la novelesca trama política criolla podemos observar a la luz de un análisis del Comité Ecuménico de Proyectos, CEP, que asistimos a un escenario de desmembramiento del movimiento que llevó adelante la revolución ciudadana en la última década. Fenómeno que se caracteriza por el desplazamiento de uno de los grupos de poder que acompañaron desde la tramoya a ese proceso político. En la apariencia del fenómeno coyuntural se vislumbra el intento de “borrar el dominio correista sobre las instituciones estatales de control de cuentas y de parte del aparato judicial”.
En política el porvenir es largo y ninguna victoria es segura, ni dura para siempre, por esto era viable el alineamiento de los dos tercios del bloque de asambleístas de Alianza PAIS con L. Moreno y el un tercio con R. Correa en una pugna que aparenta responder a motivaciones ideológicas. En esta confrontación está ganando por puntos el presidente Moreno, puesto que “todo el espectro político de la oposición lo apoya”, integrado por sectores y movimientos que sufrieron agravios durante el gobierno de Rafael Correa. En un compás de espera que puede ser largo y pasivo, Correa queda a la expectativa del desgaste del gobierno de Moreno que haría que, en el tiempo, Ecuador lo añore y pida su regreso al poder en el 2021. Nada garantiza que esto suceda.
Mientras tanto, la división al interior de Alianza PAIS sigue su curso, pero no sería adecuado interpretarla como “una fractura entre la izquierda y la derecha”. La coyuntura política guarda relación con esta fractura que responde, según la tesis de CEP, a un desplazamiento de uno de los sectores que integraron la coalición revolucionaria ciudadana. Con el cambio de gobierno se produjo en Ecuador un desplazamiento dentro de la coalición gobernante. Durante el neoliberalismo impuesto en el país entre los años 1992-2006, los grupos empresariales que formaron parte de la coalición dominante fueron banqueros y agroexportadores, no obstante, el régimen de Correa no integró a ninguno de los dos en la coalición de su gobierno.
El correísmo incorporó a cuatro grupos en el poder de la revolución ciudadana. Un núcleo de intelectuales y militantes de izquierda ligados a los movimientos sociales, sindicales e indígenas, que constituyó el núcleo de estrategas de Alianza PAIS hasta la Asamblea Constituyente del año 2008, luego se alejaron o fueron perdiendo la hegemonía original.
El otro sector correspondió a un conjunto de tecnócratas más o menos progresistas, decididamente estatistas, cuyo poder derivaba de la capacidad de aumentar la autoridad de las instituciones de sector público. El gobierno obtuvo con ellos un perfil aparente de eficiencia técnica, lleno de cifras, de presentaciones y de Power Point y de «profundo desprecio por la ignorancia popular». Según su postulado, la ciencia y el conocimiento deben reinar por sobre los que no tienen méritos de hacerse cargo de sí mismos. La falta de virtud cívica de los ecuatorianos requería de un saber experto que se les impusiera desde afuera.
Un tercer componente del gobierno de Correa fue un «grupo empresarial poderoso, moderno y consolidado que ocupó posiciones secundarias en el neoliberalismo». Este grupo disponía de poder real sobre la economía, como monopolios de importadores y empresarios, cuyos negocios dependen de la expansión del mercado interno y de las politicas de expansión del gasto lo hizo aliado natural del correísmo. (Pronaca, Supermaxi, El Rosado, Eljuri). El crecimiento del consumo, de las importaciones y el crecimiento de la clase media les favoreció inmediatamente.
En tanto, un cuarto grupo que se integró a la coalición dominante tenía como personaje representante a Fabricio Correa que aseguró los fondos para la campaña del 2006 con sus contactos y aporte personal. Su giro de negocio esencial, a parte del consumo interno, son los contratos con el Estado. Este grupo «garantizaba las conexiones con el capital internacional para inversiones en sectores de bienes primarios y en la construcción de infraestructura». La presencia hegemónica de este grupo tomó las decisiones estratégicas en el gobierno de la revolución ciudadana. Su presencia en el poder explica cosas irracionales como no apoyar a las escuelas politécnicas y, a cambio, construir “una costosa y demencial ciudad del conocimiento planificada para desperdiciar mil millones de dólares”. Explica que se construyan dos represas hidroeléctricas más de las necesarias, que se hagan carreteras más caras de la historia y que cuando aún no se cumplía la obligación de invertir 6% del PIB en educación, solo se llegó al 3.5%. La cabeza visible de ese grupo que habría acuñado la corrupción estatal fue precisamente Jorge Glas y es el grupo que está siendo desplazado del poder por el gobierno de Lenin Moreno.
Mas allá de la inspiración moralista de sanear al Estado, la acción tiene sentido político. No obstante, no se producirán grandes cambios y esto no implica ni un giro a la derecha ni a la izquierda. La práctica gubernamental constantes son los actos de equilibrio: dar siempre algo a los que reclaman, pero nunca darles todo lo que piden. A la izquierda, en la Consulta Popular, entrega la prohibición de la minería, pero no una prohibición más amplía como pedía; ofreció ampliar áreas protegidas en 50 mil nuevas hectáreas del Yasuni, pero no aceptó dejar el crudo bajo tierra. Aceptó incluir la ley de plusvalía, pero no incluyó la ley de comunicación en la consulta. Moreno aceptó incluir bancos privados en el manejo del dinero electrónico, pero no aceptó las disminuciones impositivas que le exigían. Lenin siempre concede, pero nunca a plena satisfacción de nadie, según el análisis del CEP. Dahik en una metáfora ilustró la coyuntura gubernamental: necesita estabilizar la aéronave antes de aplicar medidas indispensables para apagar el incendio en el motor.