La política suele ser la confirmación de certezas, cuyo escenario se construye para hacer que las cosas sucedan. No obstante, los políticos conocen perfectamente la distancia que media entre las utopías y la realidad. Y ese tufillo de pragmatismo que envuelve la praxis política ecuatoriana, no nos deja ver el bosque, más allá de los árboles copados por la niebla de la ideología que lo envuelve todo.
La reciente entrevista realizada al ex presidente Rafael Correa, en TeleSur, por el periodista Orlando Pérez, es un diagnóstico que retrata un futuro incierto para el proyecto político que, según Correa, dejó de existir cuando “la revolución ciudadana se acabó el 24 de mayo y nació la contrarrevolución desde nuestras propias entrañas”. El sombrío panorama que describe Correa para sus intereses, incluye lo que llama “un golpe de estado blando” que habría instaurado “el gobierno de la derecha con la bancocracia”, y que no refleja “una división de Alianza PAIS, ni son dos vías de la revolución”.
El ex mandatario criticó el presente, sin dar claras líneas de acción política hacia el futuro: Convocan directamente a una consulta inconstitucional que no tiene control de la corte y un ejecutivo que pide elecciones por decreto. Se acabó el estado de derecho. Al mismo tiempo, sanciona el pasado y reconoce como un hecho fallido haber apoyado la candidatura de Lenin Moreno: Se me cae la cara de vergüenza. Hemos fracasado, pusimos en el gobierno a traidores.
Correa, sin la potencia visionaria de otros tiempos, deja entrever la existencia de un “caos institucional” en el país, caracterizado por la “falta de libertad y de derechos” en el intento de apropiarse del estado: Porque no iba a pasar la consulta en la corte constitucional declaran que el plazo se acabó, lo cual es mentira, y llaman directamente a consulta.
Una consulta que, en la mirada de Correa, tiene claros propósitos de ponerlo fuera del juego político, mediante la legitimación de un Consejo de participación ciudadana nombrado e integrado por delegados del Ejecutivo y competencias de la Asamblea Nacional de nombrar a la Fiscalía, Contralor, Defensor del Pueblo, Defensor público, las seis superintendencias, Tribunal Contencioso Electoral, Consejo Electoral, Consejo de la legislatura, Corte Constitucional. Se apoderan de las tres funciones del Estado -manifiesta Correa-, esto es absolutismo. Con eso me van a poner todos los juicios y no podré regresar a mi patria.
El ex mandatario concluye la entrevista en la cadena TeleSur con una sentencia realista: Tenemos que replantearnos nuevas estrategias, no nos están ganando en las urnas, nos están ganando con la trampa, con los poderes fácticos, con la intervención extranjera, con las manipulaciones, con las traiciones. Frente a ese particular pronóstico, el otrora optimista líder de la revolución ciudadana expresa el deseo de que “ojalá se pueda hacer algo, esto no va a durar, están embriagados de poder. Vencerán, pero no convencerán”.