A la ciudad de Esmeraldas llegaron cientos de militantes del movimiento Alianza PAIS, luego de sortear diversos obstáculos logísticos, con el propósito de superar también los obstáculos que dividen internamente al colectivo de la Revolución Ciudadana. La agenda denota, con toda crudeza, la crisis interna que debe ser dirimida en términos políticos y jurídicos. La facción correista se mostró convencida en la VII Convención Nacional, de su decisión de separar al Presidente de la República de las filas verdes. En ese sentido, dispuso a la Comisión de Ética “la expulsión de Lenin Moreno y autoridades que han traicionado a AP”.
Además, la convención acordó “convocar a elecciones para renovar direcciones provinciales y cantonales”. En esa perspectiva, una comisión ad hoc preparará reformas al estatuto orgánico que resuelva necesidades de “mayor democracia, incompatibilidad entre dignatarios y autoridades de AP, poder de los CRC”, entre otras. Los miembros de la convención también se mostraron convencidos de votar no, en las siete preguntas de la Consulta Popular. Finalmente, mantener la potestad jurídica sobre el movimiento Alianza PAIS, o caso contrario, crear lo que denominaron el Partido de la Revolución Ciudadana.
Alternativas a la crisis
En este contexto, el economista Fander Falconi, fundador de Alianza PAIS y uno de los mentalizadores del Plan de Gobierno de Lenin Moreno, dijo en entrevista con Fernando Casado para el canal público TC Televisión, en el espacio Ecuador Opina, que al interior del AP se vive “una situación contradictoria”. El destacado militante manifestó que, “el Gobierno actual mantiene consecuencia con los principios del Plan de Gobierno”, cuyos 4 fundamentos están siendo observados desde Carondelet, según declaró. Falconi recordó a sus compañeros militantes que existe el principio de “transparencia o una revolución ética”, y cero tolerancia a la corrupción. Insinuó, además, que el término Revolución debe permanecer intacto en las líneas discursivas políticas, “porque una revolución tiene que mirarse a sí misma y auto regularse”. Es necesario, dijo Falconi, volver a los orígenes de Alianza PAIS constitutivos del Plan de gobierno y evaluar, rigurosamente, si el Gobierno actual está cumpliendo ese programa de gobierno.
El crítico cuadro académico de la FLACSO, reconoció frente a las cámaras del canal público que, ante la “guerra fratricida de Alianza PAIS, la derecha política se está frotando las manos”. A renglón seguido, recordó lúcidamente que, “Alianza PAIS nace como alternativa al neoliberalismo que hizo privatizaciones, enajenación de lo público, y habernos dejado en el peor de los mundos en la década perdida entre 1990 y 2016, con migración masiva y crisis bancaria”. Si se destruye esa alternativa, advirtió, los sectores de derecha van a usufructuar porque tienen otro tipo de programa político. Dividir para gobernar, esa es la táctica de los sectores políticos de la derecha, por tanto “generar desconfianza y duda institucional no es legítimo, ni es adecuado u oportuno”, concluyó Falconi.
Al mismo tiempo, rechazó “la desestabilización de un gobierno que solo tiene 6 meses y que se ha plantado resolver temas institucionales dentro de la lógica del orden democrático llamando a una consulta popular planteada por el Presidente”, una consulta legitima -según afirmó-, sobre temas de interés nacional. Falconí se mostró interesado en que “el gobierno sume fuerza, como proyecto político progresista”. En tono didáctico, señaló que “la confrontación tiene que desactivarse, en forma democrática en muchos frentes, volviendo a los aspectos programáticos y dando cumplimiento estricto del programa de gobierno.
Frente a la crisis interna de Alianza PAIS, Falconi señaló que desde el ámbito jurídico tiene que haber “un dirimente que es el Tribunal de lo Contencioso, porque parece que no se lo puede dirimir internamente”. Establecida la división formal, la facción que no reciba jurídicamente la sigla o el nombre AP, podría formar otro movimiento. El pronóstico de Falconí no dista mucho del que hizo Correa, días pasados, al afirmar que si no se salva el movimiento revolucionario, la propia revolución ciudadana habría sido nada más “un hermoso momento de la vida política del país”. Entre tanto, hasta que el devenir histórico marque la senda a seguir, la derecha se frota las manos.