Esta clásica arenga de los cubanos se reflejó nítidamente en la votación de la Asamblea General de la ONU este 1 de noviembre en la que la comunidad internacional aprobó levantar el bloqueo de EE.UU. a Cuba por abrumadora mayoría: 192 países dijeron Cuba si, bloqueo yanqui no. El proyecto cubano de resolución titulado “Necesidad de poner fin al boqueo económico comercial y financiero impuesto por lo Estados Unidos de América contra Cuba, solo contó con los votos contrarios de EE.UU. e Israel.
El sionismo judío, aliado a la política imperialista de agresión norteamericana contra Cuba, es ya un esquema clásico en la geopolítica internacional. Contexto respecto del cual amerita preguntarse sobre el carácter no vinculante de la resolución de la ONU: ¿Qué otras implicaciones puede tener la voluntad internacional expresada en contra de un bloqueo que ha demostrado su absoluto fracaso como medida de fuerza para doblegar la resistencia revolucionaria cubana?
Sin duda se trata de un juicio político, fundido a un juicio ético y a un clamor de justicia de la humanidad en favor de las relaciones internacionales armónicas.
No es puro simbolismo, la resolución de la ONU contra el bloqueo a Cuba, tiene la fuerza moral de aislar ante el mundo a dos países enemigos de la paz, –EE.UU e Israel- con la mayor estadística de agresiones internacionales de la historia de la humanidad. Violencia y discriminación que se expresa en contra de sus propios pueblos. “Le recuerdo que los Estados Unidos, donde se cometen flagrantes violaciones de los derechos humanos, no tiene ni la más mínima autoridad moral para criticar a Cuba”, manifestó el canciller cubano Bruno Rodríguez ante la ONU. El representante cubano denunció “la corrupción que impera en la política” norteamericana, “la falta de garantía en la educación, salud, seguridad social, la discriminación terrible de género…merecen condena el uso de la tortura, la muerte de civiles por tropas, el uso indiscriminado de la pena de muerte, la represión de inmigrantes y la deportación de familias”, según dijo Rodríguez.
La política de Trump hacia Cuba, cuyo discurso “anticuado y hostil”, dijo Rodríguez, responde a “rancios batistianos, anexionistas y terroristas”, sufrió una nueva derrota en la ONU, luego de 26 escrutinios de la comunidad internacional contra el bloqueo. El voto de EE.UU., país que se queda aislado, tensa aún más las conflictivas relaciones con el gobierno cubano. En ese contexto, el diplomático cubano aseguró que la política de la isla seguirá por “la senda de la independencia, soberanía, socialismo, sin abandonar la protección social”.
Las palabras de Rodríguez, ante el foro internacional, tuvieron resonancia mundial al posicionar la situación cubana como la “de un país pequeño, amistoso”, en contraste con “un imperio que asesina inocentes y es un factor decisivo de inestabilidad mundial, pisoteando el derecho internacional y la carta de la ONU que cínicamente acaba de invocar”.
El bloqueo norteamericano a Cuba ha provocado -en 55 años- pérdidas calculadas en 8.222.280 millones de dólares, fruto de una política de agresión sustentada “en una historia de mentiras y agresiones”, con apoyo del sionismo judío aliado a los intereses norteamericanos en el medio oriente y en el resto del mundo. El acto de genocidio estadounidense contra Cuba impacta directamente en la salud, la educación como aspectos vitales de la vida de los cubanos. Es un crimen que “ofende la conciencia de la humanidad”, concluyó Rodríguez, al tiempo que agradeció el unánime apoyo internacional a su país.