Músico por afición y por tradición, Mauricio Noboa se inició en cuna familiar de melómanos. Su padre cantaba tangos y oía “música de grandes compositores”, su madre era aficionada al jazz. La familia Noboa -de cuatro hermanos- tenía una forma de relacionarse con la música como marco de fondo de reuniones cotidianas vinculadas a los afectos. En esa pedagogía del amor por los sonidos armónicos, Noboa se hace músico, estudia guitarra y termina componiendo melodías románticas. Esta temporada se presenta en el Café de Juan -en las esquinas de la Tamayo y Salazar- un sitio predilecto para compartir excelente música en un ambiente acogedor. Como buen melómano, Mauricio Noboa, durante nuestra charla sabe dosificar los sonidos y los silencios.
Cuando uno escucha música se vuelve un ser humano más silencioso ¿es cierto?
En un momento dado puedo abstraerme de ser músico y escucho. Eres más observador. Aprendí a escuchar música con mi padre -le gusta mucho el barroco- y entonces yo escuchaba a Scarlatti, Bach, Vivaldi, etc.
Ese era el ambiente, esa era la música con la que yo almorzaba y me dormía.
¿Y eso determinaba una forma familiar de relacionarse?
Si -la pregunta está chévere-, sí había una expresión de relacionarse vinculada al cariño, a las buenas relaciones familiares, y por ahí surge la necesidad de sentirme identificado con esa forma de música.
¿Cómo te defines siendo músico?
Soy músico popular en esencia, como interprete ejecuto de todo. Empecé a tocar la guitarra a los doce años, en un primer momento fue puro oído y luego tomé clases formales de guitarra clásica. Empiezo a componer más tarde. Soy un músico general. Mi trabajo es dar soporte armónico y musical con arreglos musicales.
¿Cuál es tu repertorio frecuente?
Fuimos los primeros en hacer sonar los temas de Silvio Rodríguez en el país y encontré un color rítmico en la música latinoamericana, luego exploré la música del Brasil y me quedé diez años en el bossa nova. He escrito música para agrupaciones grandes para presentaciones en vivo.
¿Es posible hablar de una industria musical en Ecuador, o solo hay expresiones individuales?
Creo que va por lo segundo, espero que eso cambie. Si hubo algunos beneficios con el Estado, pero no se logró tener un verdadero colectivo artístico, faltó consolidarlo. Se favoreció a unos sectores, en desmedro de otros. Esa es la deuda. Este es un país con pocas oportunidades, desgraciadamente hay mucho celo entre aquellos que empiezan a producir cosas y se blindan y si lograron, por algún motivo, posicionarse en ese rato ahí no entra ni el viento.
¿Qué presentas en Café de Juan?
Tengo a tres niñas en el grupo con una inmensa afición y están estudiando solfeo, etc. Es un trabajo duro, pero están con esa onda y dan unas ganas inmensas de que se las escuchen. De igual manera, este es un experimento pero hay una intencionalidad interesante. Hacemos música de Latinoamérica, variada.
¿Para qué sirve la música…?
Para todo. La música es una forma de estar con la realidad. Es una forma de aceptar lo que somos y aceptar que estas expresiones son una manera maravillosa de comunicarnos con los demás, sin necesidad de usar efectos extraños. Compartir las emociones .
¿Se puede vivir de la música?
Hay épocas de calor y de frío. Mi trabajo de músico lo alterné con mi trabajo como profesor. No me puedo quejar, no me ha faltado para comer.
¿Se puede existir sin música?
Le estás haciendo la pregunta a la persona menos indicada. Mi vida sin música no tendría ningún sentido.