Nuevamente el gobierno me hace recordar a mi abuelo que decía: Buenos son los ideales, pero mejor son los cereales, mijo. Parodiando a mi veterano abuelo, diríamos : Buenas son las alianzas, pero mejor son las finanzas, mijo. En este mundo materialista donde las ideas valen menos que las chequeras, y los ideales menos que los cereales, todo puede suceder.
Ya está sucediendo. Después del prolijo diálogo recomendado por los asesores -algunos ascensores que trepan y trepan-, el Presidente Lenin Moreno, recién se despabila que en el frio e impersonal mundo del dinero sus aliados, adláteres y ascensores se siente decepcionados. Y esto porque después del diálogo viene el monólogo, la predica en el desierto horizonte tributario donde no están todos los que son y no son todos los que están. Claro, la fría estadística que nada tiene que ver con los ideales, indica que el monto total de la deuda de la troupe empresarial de este país austero, asciende a la friolera de U$ 2.260´157.584.
Sin embargo, como recuerda Juan Paz y Miño: “De acuerdo con las informaciones de diario “El Telégrafo”, en el Consejo Consultivo, Productivo y Tributario ha primado el interés de los empresarios contra los impuestos. Buscan, ante todo, la eliminación del anticipo del Impuesto a la Renta (IR) y del Impuesto a la salida de Divisas (ISD). Argumentan que los “sectores productivos” están ahorcados con los impuestos que impiden su competitividad y que ahuyentan al capital extranjero. No es cierto. Según el mismo SRI, para 2017 hay 215 grupos económicos, pero la presión fiscal del impuesto a la renta sobre ellos es de apenas el 2.29%, mientras es inferior al 1.5% para 78 grupos económicos”.
“Esto explica entonces -señala Francisco Herrera Araúz en otro lúcido análisis- porqué en este momento hay silencio cómplice con el mayor caso de corrupción en la nación. Me refiero al inmenso perjuicio que se ha provocado con la facturación falsa, que ha sido detectada por el SRI desde el año 2010 a la fecha, y que rebasa los US$ 2.100 (Dos mil cien millones de dólares). Me explico mejor. Con el fin de declarar menos impuestos, y forjar un simulado de menos ganancias y utilidades, un número total de 15.719 contribuyentes presentaron desde sus contabilidades registros de compras a 512 empresas con una serie de facturas fantasmas, de esas falsificadas, con direcciones ficticias en lugares inexistentes o casas arrabaleras, terrenos baldíos y demás, por el monto de los US$ 2.100 millones de dólares. Ese delito le cuesta al estado, o sea nos perjudica a todos, en US$ 655 millones dividiéndose entre evasión al impuesto a la renta por US$ 403 millones y al IVA por US$252 millones”.
En un país de evasores y deudores morosos, claro, es un error de cálculo subir los impuestos e imponer una política fiscal que va a ser violada peor que hija de peón de hacienda. A propósito de hacienda pública, como las cosas no se resuelven a la velocidad del rayo, seguimos en crisis con la mesa servida ahora de más impuestos inaceptables por los conspicuos representantes de la clase empresarial y sus adláteres académicos que levantan su voz de protesta.
Richard Martínez, Presidente del Comité empresarial reconoce después del diálogo con el gobierno: “Creo que al final del día, lo que sucedió, es que se presentaron una serie de propuestas, luego de las cuales el ejecutivo decidió plantear temas que no estuvieron discutidos en la mesa lo que desdibuja los consensos mínimos a los que llegamos. Son medidas que van tener una repercusión muy fuerte en la economía, son cerca de 1.800 millones que se pretenden recaudar por la vía de impuestos, y por el otro lado, son 300 millones los que se van a entregar en incentivos a la producción y hay un desbalance muy fuerte. Tal como está armado el plan económico, difícilmente les permitirá llegar a su objetivo de generar plazas de trabajo. Es un golpe muy fuerte para el sector empresarial”.
El error de cálculo no deja contentos a los comerciantes: “Hay que reducir impuestos, señaló Pablo Arosemena Presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil. Se requiere generar empleo, dijo Javier Díaz, Presidente de la Asociación de Industrias Textiles. Y preocupa a los medianos empresarios. Christian Cisneros, Director ejecutivo de la Capeipi, recordó: Necesitamos liquidez. Pedimos una disminución en la carga impositiva. Fernando Ibarra, Presidente del Parlamento Laboral, manifestó: El impulso al empleo es básico.
A confesión de partes relevo de pruebas. Los cereales no se cambian por ideales.
El medio público El Telégrafo, en su análisis dice respecto del panorama económico, reconociendo que en el frente gubernamental, “salieron a flote cohesiones y fisuras internas, tanto como consensos y divergencias externas” que hacen ver que la alianza gobierno-sector productivo es quebradiza. Puesto que, como señala el matutino oficial, “los intereses económicos sacan a flote el peso real del discurso político, en tanto que los grandes actores de la economía asumen -por sí y para sí- la defensa de sus intereses concretos”.
Cierto es que “las distancias crecen a medida que se aplica la política económica, las diferencias se ahondan una vez que se define el camino a seguir, y afloran los intereses en juego”, como señalan los editorialistas oficiales. No puede ser de otra manera, cuando se asumen temas estratégicos y con ello se pretende estimular el retorno de capitales criollos desde los paraísos fiscales. De igual modo, las fisuras asoman ante temas como la deuda externa, las politicas que pretenden elevar el empleo y la productividad, etc. Es decir, cuando hablamos de cereales se desvanecen los ideales, las concordancias de los consensos mínimos, como ahora llaman a esos acuerdos de máximo forcejeo entre partes desiguales.
Y las fisuras en el quebradizo consenso mínimo, es muy notoria al interior del gobierno y fuera de los recintos palaciegos, entre los consejeros “ideológicos” que en la década -ganada o perdida, según se vea- les apestaban organismos como el FMI, -chulqueros internacionales decían- y denostaban a los “empresaurios”, gestores de la Jurasic-politik económica que tenían cocodrilos en los bolsillos a la hora de invertir. Estos revolucionarios de revoluciones perdidas hoy se enfrentan a los que hicieron perder la revolución: sangre nueva de políticos de nuevo cuño, recién sacados los pañales, desmamantados en las lides de la academia de títulos de tercer nivel, que ya pasaron el posgrado de la acomodaticia actitud de ser y no ser, en silente luna de miel con el poder. Claro, son los “pragmáticos”, empresarios que gustan de los cereales y no hablan de política económica con la boca llena, peor para llenar los estómagos vacíos de los electores que no entienden qué pasa entre tanta fisura. Y no saben qué mismo hacer, a la final, fueron llamados a sacar el país del atolladero y poner los platos en la mesa servida de deudas, según dicen.
Cierto es, vivimos la postrevolución. La era de las sonrisas incompletas. Una mano abierta, la otra haciendo puño levantado. Tiempo de cereales, para no hablar de ideales. Una cosa se queda en el tintero: la politica económica requiere de ambos ingredientes: teoría certera y práctica eficaz. Solo así, acaso, se pudieran mantener las alianzas, más allá de las finanzas.