“Yo me retiro de la política, estoy asqueado de esto”. Con esta contundente afirmación concluyó la entrevista concedida por Jorge Glas a la agencia AFP, en la que el vicepresidente dejó entrever su estado anímico y expectativas respecto a si se le imputa o no, formalmente, en un juicio penal por asociación ilícita. El vicepresidente recluido en la cárcel N4 de la ciudad de Quito, se mostró convencido de “ser víctima de una venganza» de la constructora brasileña Odebrecht, y acusó a la justicia ecuatoriana de “estar cediendo a la presión política y mediática».
Un juez dictó la detención preventiva basándose, entre otros antecedentes, en el testimonio de José Conceicao Santos Filho, delator y ex directivo de la firma, que acusó al vicepresidente de haber recibido sobornos por $ 16 millones, a través de su tío Ricardo R. La fiscalía logró recabar en su investigación, correos electrónicos proporcionados por la justicia estadounidense. En uno de los mails, enviado el 13 de junio de 2012, por la empleada de Odebrecht, alias Tumanie (Angela Palmeira) a sus colegas de seudónimos Gigo y Giginho, se refiere al presunto pago de la hidroeléctrica Manduriacu, y se lee: “Los pendientes son grandes. Solo después del recibimiento de los extractos se podrá o se dará de baja”. Y en el siguiente párrafo del correo, una captura de pantalla muestra el registro de la supuesta coima de $ 150 mil dólares por la construcción de Manduriacu y se menciona el código “Tío”.
La Fiscalía concluye en que este pago estaría relacionado con Ricardo R., tío de Jorge G. y principal sospechosos del caso, y que los proyectos donde aparentemente se pagaron coimas estuvieron bajo la “directa influencia de Glas”, amparado en funciones de ministro de los Sectores Estratégicos y luego como segundo mandatario de la república. El Fiscal está convencido de que Glas “facilitó la consumación del ilícito investigado”.
No obstante, J. Glas niega su participación en esos hechos, señalando que “ni con testigos falsos, ni con correos truchos, ni con pendrives misteriosos, ni con testigos protegidos han logrado encontrar una sola prueba en mi contra, ni un centavo mal habido en mi patrimonio”. Pero la percepción que el vicepresidente tiene de su situación, lo hace prever un escenario adverso: Yo me espero una acusación del Fiscal. La pregunta es con qué pruebas. ¿O es que acaso mi acusador, que es un corrupto confeso que ha reconocido que montó una red transnacional de corrupción en 12 países, se constituye en prueba?.
Y ese escenario comenzó a configurarse en horas de la tarde de ayer domingo, cuando el vicepresidente Glas fue trasladado junto con su abogado, a las instalaciones del Tribunal de lo Laboral de la Corte Nacional de Justicia (CNJ), integrado por los jueces, Rosa Álvarez, Asdrúval Granizo y Merck Benavides, que negaron el recurso de habeas corpus planteado por el Segundo Mandatario a través de su defensor Eduardo Franco Loor. Según los jueces, la orden de detención emitida contra Jorge G. es legal y “no se le ha violado ningún derecho”, por lo que negaron el recurso de habeas corpus que de acuerdo con el Art. 89 de la Constitución, es un mecanismo jurídico para liberar a un detenido siempre que se encuentre privado de su libertad en forma ilegal, arbitraria o ilegítima.
Tras 47 minutos de audiencia, los jueces suspendieron la diligencia para deliberar, y, luego de una hora de intercambiar criterios, anunciaron la decisión de negar el recurso de habeas corpus. Entre tanto, un hecho insólito sucedió en circunstancia de que mientras los jueces aun deliberaban la petición de Glas, diario El Telégrafo se habría anticipado en hacer circular la versión de que los jueces ya habían negado el derecho del vicepresidente al recurso de habeas corpus. Las redes sociales reaccionaron ante esta anómala información calificando de “mentiroso” al periódico público.
Horas antes, un causto Glas había evitado emitir criterios en contra de su compañero de fórmula electoral, el presidente Lenin Moreno, como supuesto inspirador de su detención y de quien dijo: Yo no puedo hacer una referencia de esa naturaleza, y no escuchará de mi boca tampoco ningún calificativo en contra del presidente Moreno. Sigo siendo su vicepresidente.
Sin embargo, Jorge Glas tiene la certeza de que está en marcha una estrategia consistente en atacar al expresidente Correa, destruir a la Revolución Ciudadana y «apropiarse de la vicepresidencia». Y frente a estos hechos existiría “una guerra interna” entre sus coidearios, conflicto que Glas niega, pero que “sí veo que hay compañeros que callan, y eso es muy grave”. Con notoria amargura, Jorge Glas, recluido en prisión, prometió retirarse de la política, ante la cual se siente “asqueado”: Yo ya se lo prometí a mi familia, ya rompí la promesa una vez y terminé aquí.
Fuente: El Telégrafo
Imagen: Tele Sur