En lugar de anunciar un «paquetazo» el gobierno de Lenin Moreno pasó por el cedazo diversas decisiones económicas que apuntan a reformar -consolidando- la estructura de la economía vigente, diferenciando los paliativos de lo que son los cambios de fondo. En tal sentido, la política económica de Lenin -recuerda a la de Rafael-, en tanto es un lenitivo que deja estructuralmente intacto el sistema económico del país en un gesto propio de los gobiernos reformistas. Entiéndase bien, sin tocar la propiedad privada de los medios de producción y sin alterar las reglas del juego del modo de producción capitalista.
Si nos abstraemos de la crítica política -donde sí, ambos gobiernos produjeron y producen cambios- diremos que Lenin Moreno anunció el inicio de una política con medidas concretas y anticipó acciones que tomará, a corto plazo, en el orden tributario sin alterar profundamente el escenario económico. La política anunciada apunta a dinamizar la economía de las clases medias y medias altas, sin tocar los intereses directos de los menos favorecidos. Los sectores económicamente bajos son actores que inciden en el consumo, mas no en la decisión de producción de bienes, generación de empleo o divisas para el país, componentes básicos de un funcionamiento económico armónico. Moreno anuncia su política económica en un Ecuador en el que “las exportaciones han caído, el precio del petróleo se mantiene bajo, el sector de la construcción se ha contraído, y la deuda pública tiene condiciones muy difíciles”. Por tanto, prometió: “para cumplir con nuestras metas económicas no vamos a incrementar los precios de la gasolina, el gas, el diésel, la electricidad, no tampoco vamos a subir el IVA. No hay tal paquetazo…y menos aún para los pobres”.
Se trata de una política pragmática de buen gobierno: siete bloques de medidas e incentivos para la creación de empleos, fortalecimiento de la dolarización, implementación del dinero electrónico, medidas de austeridad en el gobierno, lucha contra el contrabando, la evasión de impuestos, Plan Toda una Vida y protección a la población de atención prioritaria.
Desglosando cada medida, diremos que Moreno toma a la economía con pinzas y la pasa por cedazo.
Ofreció incentivos para la creación de empleo: consultar al pueblo sobre derogación de la Ley de Plusvalía. Esta medida está maquillando una acción claramente favorable a los dueños del patrimonio inmobiliario, que ahora podrían especular con la plusvalía y valor comercial de sus propiedades, lo cual es contrario a los intereses de las mayorías de los ciudadanos que arriendan inmuebles habitacionales o comerciales.
Eliminación del impuesto a la renta para las empresas que produzcan menos de 300 mil dólares anuales: esta es una medida para los sectores medios de emprendedores. No pagaremos IR por los primeros 11 mil dólares de utilidad y tampoco aquellos cuyas empresas tiene menos de dos años de existencia.
Se elimina el Impuesto a la Renta rural. Esta es una medida que apunta a que la mano de obra regrese al campo, porque estimula la generación de empleo agrícola y agropecuario. Se rediseñarán nuevos contratos laborales que, se dice, favorecerán a los trabajadores.
Fortalecimiento de la dolarización: se anunció una medida tributaria que estimula el regreso de los capitales, así quienes repatrien su dinero no pagarán impuesto a la renta durante cinco años. Se mantendrá el ISD Impuesto a la Salida de Divisas, para evitar la fuga de capitales.
Se incrementará el uso del dinero electrónico, en manos de la banca privada, bajo supervisión y control estatal, según se dijo. Esta oferta se había negociado con los banqueros en las mesas de diálogo y se cumplió.
Se anunció medidas de austeridad estatal, como reducción del 10% de sueldos burocráticos, horas extras, viáticos y contratos de consultores que apuntan al ahorro fiscal.
Se prometió luchar contra el contrabando que hace perder al país 2 mil millones de dólares anuales y 200 mil plazas de trabajo, según se dijo.
Se habló de fortalecimiento del Plan toda una Vida y para ello se prometió incrementar el Impuesto a la Renta del 22% al 25% para empresas mayores y para quienes perciban más de 3.000 dólares mensuales. Finalmente, no se anunciaron medidas que afecten a la “población de atención prioritaria” (ancianos, niños, discapacitados etc. )
Es decir, el presidente Moreno anunció medidas que no son típicamente neoliberales, sino empresariales, con buena dosis de paternalismo económico hacia los sectores bajos, pero de clara conveniencia para los sectores medios y altos. Diríamos, una política inteligentemente pragmática, funcionalista, que no se mete con los conflictos de fondo existentes entre el capital y el trabajo, -distinto a lo que hizo Correa, que bogaba por «el predominio del ser humano sobre el capital»- y en eso hay una marcada diferencia entre ambos regímenes.
Hablan los empresarios
Los argumentos de los sectores empresariales -antes y después de las medidas- reflejan los acuerdos del diálogo con el gobierno: Richard Martínez, Presidente del Comité Empresarial Ecuatoriano dijo: El mayor valor del diálogo fue habernos puesto de acuerdo con el Gobierno en temas en los que hemos cedido de lado y lado. Otra reacción: Hay que reducir impuestos, señaló Pablo Arosemena Presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil. Se requiere generar empleo, dijo Javier Díaz, Presidente de la Asociación de Industrias Textiles. Christian Cisneros, Director ejecutivo de la Capeipi, recordó: Necesitamos liquidez. Pedimos una disminución en la carga impositiva. Fernando Ibarra, Presidente del Parlamento Laboral, manifestó: El impulso al empleo es básico.
El gobierno respondió: En materia de tributos hay una certeza clara en el sector productivo: de que habrá previsibilidad; es decir, que no existirán más cambios.
A manera de conclusión
Lenin Moreno se la jugó por medidas rentistas, que apuntan a la redistribución de la riqueza o del excedente de esa riqueza, y de los recursos del país. Medidas que no afectan la propiedad privada sobre los medios y modos de producir dichos recursos. El capital sigue siendo el capital, propietario de los medios de producción: fábricas, máquinas, terrenos, inmuebles, etc; y el trabajo, sigue siendo dueño de su fuerza laboral, es decir, el clásico e inamovible esquema económico del sistema capitalista. ¿Podría ser de otro modo?
En las mesas de diálogo -que es donde se acuñaron las medidas de la política económica anunciada-, los sectores económicos no tenían mucho que reclamar y más bien hicieron pedidos específicos en la mira de sus intereses funcionales, (más no estructurales que no están en juego): eliminar, reducir y no anticipar impuestos, mantener incentivos legales para una conveniente contratación laboral, (flexibilizacion, tercerización etc.) y apoyo del Estado en garantizar seguridades jurídicas para viabilizar lo anterior. En el campo macro de la economía, la petición: mantener intacta la sagrada dolarización, escenario donde nos movemos económicamente como país.
Si algunos esperaban un «paquetazo» neoliberal, al estilo del FMI con alza de combustibles, reducción o eliminación de subsidios, liberación de precios de precios de productos de consumo masivo, flexibilizacion laboral, tercerización, etc, se quedaron con la bata alzada: el gobierno pasó por el cedazo y separó una serie de otras decisiones económicas que deja latentes, eventualmente, para otra oportunidad. Como dijo un humilde lustrabotas: ¡no son tan giles! Claro, primó la inteligencia básica de un pragmatismo elemental para no agitar el avispero, en momentos en que el gobierno necesita cerrar los flancos abiertos por donde entra el agua en los cuatro costados.
Las medidas económicas de Moreno hacen entender un tema: los sectores de poder económico no requieren necesariamente «aplastar a los pobres», necesitan que tengan lo básico para que puedan consumir. Su negocio está en mover capitales, hacer rotar el dinero, conquistar y mantener mercados, la nuestra es una burguesía comercial y financiera, más que agraria o industrial. Al menos esa burguesía es la más dinámica y para ella amerita gobernar. Podemos respirar profundo: en el país reformista de Lenin, -como en el reformista de Correa- no hay, ni habrá socialismo ni del siglo XXI, peor del siglo XIX. Entonces, ¿qué joden?, como dice un taxista amigo. Podemos ir en paz.