Sin lugar a dudas, las Fiestas Octubrinas guayaquileñas son un símbolo histórico del país. Histórica también es la fotografía del Presidente de Ecuador, el Presidente de la Asamblea Nacional y el Alcalde de Guayaquil marchando juntos por una avenida porteña en una fecha libertaria. ¿Dónde está la rareza histórica? En otro país, otros tiempos y otras condiciones políticas, la fotografía que recorrió el mundo, acaso, no habría sido un símbolo de sumisiones, sino de libertad y democracia.
Como dijo un taxista guayaquileño, el gobierno y la derecha marchan juntos desde el 24 de mayo. Y nos deja pensado este lúcido representante de la “clase” del volante: ¿Como así? ¿Acaso los unos no eran revolucionarios y los otros reaccionarios, según el diccionario político? ¿Quién convenció a quién? Siembra la duda esa afirmación de nuestro amigo taxista, que todo lo oye, todo lo guarda, y por esa información el pasajero paga, según marca el taxímetro. Y la duda es buena o mala consejera. Por dudar es que estamos, como estamos. Pero igual dudamos.
¿Qué obtienen Moreno y Serrano marchando junto a Nebot? Además de una foto histórica, algo más han de obtener. Y yendo al grano: ¿A cambio de qué el gobierno entregó el negocio del dinero electrónico a los miembros de la derecha económica y financiera, representadas por Lasso y Nebot? ¿Qué ganó el régimen con poner en bandeja los sectores eléctricos estratégicos en manos del populismo bucaramista? ¿Recibió a cambio apoyo, político o económico, para sus propios planes de gobierno, ofrecidos en campaña electoral? ¿Qué recibirá en truque por las medidas económicas que anuncia el gobierno? Se sabe, por confesión de partes, que los banqueros a cambio del affaire del dinero electrónico ofrecieron al gobierno financiar un plan de márketing digital en redes sociales, espacio donde el régimen viene perdiendo la batalla propagandística.
Conceder una Consulta Popular planteada a la medida de los representantes de la derecha, de cuyas preguntas el propio Lasso, Nebot y Moreno se disputan la autoría intelectual, eso sí es histórico. Lasso dice sin ambages: la consulta es nuestra y la vamos a defender; Nebot dice, yo en julio pedí primero la derogatoria de la Ley de Plusvalía. Y el pueblo, que mira el desfile desde lejos, cuestiona: ¿dónde están las 500, o más, preguntas qué mandamos a Carondelet?
Una batería de preguntas preconcebidas entre gallos y medianoche, y difundida en la prensa obsecuente, -sin hackeo de cuentas, porque no es necesario-, resulta impuesta. Un cuestionario (de 7 temas), que incluye una pregunta clave en favor del alto interés de la derecha política y sus aliados estratégicos: poner fin a la Ley de Plusvalía, medida de clara conveniencia para los dueños del patrimonio inmobiliario -que representan un ínfimo porcentaje de la población ecuatoriana- en desmedro de las mayorías de arrendatarios de viviendas o locales comerciales que se verán perjudicados por especulación con costos de compraventa y cánones de arrendamiento de inmuebles.
O esa otra pregunta que plantea impedir, a como dé lugar, la postulación o elección indefinida de aspirantes a cargos de elección popular, en clara dedicatoria al ex mandatario Rafael Correa, fantasma que quita el sueño al gobierno y sus insomnes asesores. ¿Las otras cinco preguntas, sobre ecología, delitos sexuales y participación ciudadana, sirven de adorno?
Que la derecha es consecuente con sus posiciones políticas, queda claro, pero alineada con sus propios principios ideológicos, nunca jamás con los de su enemigo de clase. Lo que no sucede con las izquierdas. ¿Se puede entender que intelectuales, profesionales o cuadros progresistas bajen la voz y la mirada, a cambio de migajas del poder? ¿Se debe entender aquello en una comedia de las equivocaciones o en una tragedia de las defecciones? Entendemos que la política de alianza entre sectores socialdemócratas, de izquierda o derecha, forme parte del juego democrático. ¿La derecha cuando se alía, impone; cuando la izquierda lo hace, concede? En todo caso, bueno sería que las partes escuchen a los teóricos de la fórmula marketinera Ganar-Ganar. ¿O estamos en presencia de la transmutación de la política, fruto del vacío ideológico o del extravío axiológico del gobierno y sus asesores?
El pueblo llano, como dice el pueblo, mira la marcha cívica de Nebot, Serrano y Moreno desde la galería y aplaude, porque es una fecha histórica. Aplaude emocionado sí, pero ignorante que detrás de esta historia alguien maneja los hilos de la real politik de un guión de sumisiones en plenas fiestas libertarias. Por eso, será por eso, que mientras mira el desfile cívico-militar del 9 de octubre, el taxista guayaco de esos con madera de guerrero, se deja llevar por el ritmo de la banda de guerra, y grita: ¡Lenin, Nebot, Serrano…a la deré!
Y pone esha nota plena, ñaño, entre tanto surrealismo político.